Heredarás la mitad que tu hermano por ser mujer en Marruecos
La discriminación femenina en las leyes de familia, que aún toleran la poligamia y el matrimonio de niñas, choca con los cambios sociales en el país magrebí. Mohamed VI anunció el año pasado su reforma, pero el Gobierno permanece inactivo ante conservadores y religiosos
Las marroquíes quieren romper la baraja de las leyes de familia que las discriminan al tolerar la poligamia o el matrimonio de niñas, y que también las privan de heredar en igualdad de derechos con los hombres por el mero hecho de ser mujeres. “La sociedad civil ha evolucionado muy rápidamente y la Mudawana o Código de Familia tiene que cambiar y adaptarse. La Constitución de 2011 estableció la igualdad de géneros, pero la legislación aún no se han adaptado, y es urgente”, advertía Amina Jalid, de 57 años, secretaria general de lnsaf, asociación de ayuda a las mujeres en situación de vulnerabilidad, antes de sumarse el sábado a otras 40 organizaciones reunidas en un hotel de Rabat para poner en marcha una coalición femenina con el fin de modificar la Mudawana.
Al inicio de su reinado, Mohamed VI impulsó en 2003 y 2004 una reforma del Código de Familia que fue considerada avanzada dentro de los países musulmanes, pero que dejó abiertas excepciones legales que han acabado convirtiéndose en regla. “¡Marruecos ha cambiado tanto, sobre todo en las zonas urbanas, en apenas 20 años!”, enfatiza Jalid, cuyo trabajo social se centra en la atención a las madres solteras.
“La ley prohíbe el matrimonio con menores de edad (hasta los 18 años), aunque permite a los jueces autorizar que una niña pueda casarse con un hombre adulto”, resalta. En 2022, se registraron en Marruecos más de 20.000 solicitudes de matrimonio de menores. Dos tercios de ellas (13.652) fueron aceptadas por los magistrados, según el informe anual de la Fiscalía General.
La Mudawana de 2004 también veta la poligamia, una práctica focalizada en un 2% de los hogares marroquíes, salvo que sea aprobada por la primera esposa. Hay hombres, sin embargo, que recurren al concubinato con otra mujer y cuando tienen un hijo con ella acuden a la justicia para que autorice el segundo matrimonio antes de reconocer la paternidad. Si su cónyuge se opone, el juez suele señalarle la vía del divorcio como alternativa.
El pasado julio, en el discurso anual que conmemora su llegada al trono en 1999, el monarca de la dinastía alauí anunció una reforma del Código de Familia. Había sido reclamada con insistencia desde la sociedad civil durante el decenio (2011-2021) en el que los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) permanecieron al frente del Gobierno en Rabat. El Gobierno del actual primer ministro, Aziz Ajanuch, apenas ha dado pasos en esa dirección. Y el Parlamento se limita a organizar jornadas de estudio que no se plasman en iniciativas legislativas.
“Aunque llegue 20 años tarde, es un cambio necesario”, afirma la economista y asesora del Banco de Marruecos, Uafa Hajji, de 65 años. Esta dirigente de la Unión Socialista de Fuerzas Populares en Rabat observa la emergencia de “un debate real” sobre las libertades fundamentales y la brecha de género. “Hace falta una ley marco de igualdad para revisar el Código de Familia, el Código Penal o el de Trabajo, así como favorecer la presencia de las mujeres en los centros de decisión políticos y económicos”, advierte Hajji, coordinadora de un proyecto nacional sobre paridad y exvicepresidenta de la Internacional Socialista.
Desventaja en el derecho sucesorio
La discriminación en el derecho sucesorio —que priva a las mujeres en parte, e incluso por completo, de su herencia familiar— y en la tutela de los hijos —que la esposa divorciada pierde si vuelve a casarse— afecta por igual a todas las marroquíes. La exclusión que sufren, concebida para una era en la que los hombres mantenían a las familias, choca con la realidad social. El 16,7% de los hogares están sostenidos por mujeres, según datos publicados en 2020 por el Alto Comisionado del Plan, principal fuente de estadísticas oficiales en Marruecos. Hasta un tercio de las familias dependen de la aportación del trabajo femenino para subsistir. “Si las mujeres contribuyen a la riqueza de las familias, tienen derecho a una herencia justa e igualitaria”, concluía Amina Jalid antes de asistir a la reunión de la coalición nacional de mujeres en Rabat.
Nuzha Skali, de 73 años, fue ministra de Familia entre 2007 y 2011 por el Partido del Progreso y el Socialismo, cuando la enmendada Mudawana daba los primeros pasos. “Las reformas del primer decenio de reinado de Mohamed VI fueron culminadas con la Constitución de 2011. Su discurso de 2022 ha llegado tras una década de estancamiento, en el que se ha desarrollado un discurso misógino en Marruecos”, expone esta política feminista y de izquierdas en un intercambio de mensajes de texto.
“Es preciso reparar la grave injusticia que supone la pérdida de la custodia de los hijos para la mujer divorciada que se vuelve a casar, lo que en ningún caso le ocurre al hombre”, explica. Skali remarca a través de una presentación digital que la vigente tutela paternal puede llegar a impedir los viajes al extranjero junto con sus hijos si la mujer no cuenta con el permiso escrito de su exmarido en la frontera. “Y hay que reformar una legislación sucesoria que está en contradicción con la Constitución y las convecciones internacionales ratificadas por Marruecos”, añade, en un discurso en el que anima a romper con un tabú.
Si hay hermanos varones, las hijas heredan solo la mitad que ellos. Si no los hay, por la tradición del Taasib (línea masculina) están obligadas a compartir los bienes con tíos o primos, que pueden llegar a despojarlas del patrimonio familiar. El Consejo Nacional de los Derechos Humanos, un organismo estatal, reclama desde 2015 la igualdad entre hombres y mujeres en materia de sucesiones, de acuerdo con la Constitución de 2011.
El ministro de Justicia, Abdelatif Uahbi, ha prometido impulsar la revisión de un Código de Familia que se ha quedado estrecho para las aspiraciones de la sociedad civil urbana. Por ello, se ha convertido en diana de las críticas de sectores conservadores religiosos, en particular de los salafistas, que aplican una interpretación rigorista del Corán y los hadices (hechos y dichos del profeta Mahoma por los que los creyentes deben regir su conducta). Hasan el Ketani, un predicador radical que permaneció encarcelado en relación con los atentados yihadistas perpetrados hace 20 años en Casablanca, ha llamado a los imanes de las mezquitas a denunciar la “conjura contra el islam” que representa la reforma, a pesar de que el ministro Uahbi no ha presentado un proyecto de ley, según informa el portal digital bladi.net.
Los islamistas moderados del PJD también se oponen a una revisión de la Mudawana, que contemplan como una amenaza para la “estabilidad nacional”. “En tanto que Amir al Muminin (Comendador de los Creyentes, título religioso califal), no puedo autorizar lo que Dios ha prohibido, pero tampoco prohibir lo que el Altísimo ha autorizado”, había advertido el rey Mohamed VI en julio del año pasado al anunciar un nuevo Código de Familia.
“Uno de los peores lastres”
Como jurista vinculada a la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), la abogada experta en derecho de familia Jadiya Rughany, de 47 años, ha tenido que lidiar con procesos complejos, como la defensa legal de detenidos por su participación en el Hirak del Rif, las revueltas que agitaron el norte del país entre 2016 y 2017. “Para la sociedad, la reformulación de la Mudawana es urgente, pero en este momento no hay nada concreto”, argumenta esta destacada feminista.
“Marruecos está muy retrasado en materia de igualdad y en otras muchas cosas, pero la discriminación de las mujeres, privadas de sus derechos, es uno de los peores lastres”. Rughany sostiene que tampoco sirve ya el Código Penal de 1962, en plena era de represión de los llamados Años de Plomo. El texto legal sigue agrupando la violación dentro de los delitos contra la moral. “Este país ya no es el mismo. Antes, la familia en sentido amplio cuidaba de todos sus miembros. Ya no es así: muchas mujeres trabajamos”, remacha su alegato. “Se ha producido un cambio radical”, recalca, “aunque tíos o primos siguen pudiendo despojar a las mujeres de su casa familiar con la ley en la mano”.
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