China recibe a la secretaria del Tesoro estadounidense tras haber aprobado medidas contra las sanciones occidentales
Pekín restringe la exportación de dos materiales clave para la fabricación de semiconductores después de la entrada en vigor de una ley que coloca al Partido Comunista en el centro de la política exterior
China pisa el acelerador para combatir lo que considera un aumento de la hostilidad por parte de Estados Unidos. En los días previos a la visita de la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, que tiene este viernes los primeros contactos oficiales en Pekín, el gigante asiático ha adoptado dos medidas de calado contra las restricciones occidentales. Si bien la visita del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a Pekín a finales de junio dejó la sensación de que ambos Gobiernos habían alcanzado una entente, la guerra tecnológica entre las dos mayores economías del planeta no hace más que recrudecerse. El Gobierno chino ha endurecido recientemente los protocolos de exportación de dos metales cruciales para la fabricación de semiconductores y, según recogen medios estatales, desde las altas esferas aseguran que “es solo el comienzo”. El anuncio llega después de que el sábado entrase en vigor una nueva Ley de Relaciones Exteriores, que pretende dotar al país de más herramientas legales para defenderse de las sanciones y otras medidas coercitivas de Washington y que coloca al Partido Comunista de forma inequívoca en el centro de la política exterior.
El Ministerio de Comercio de China anunció el lunes que, a partir del 1 de agosto, no se podrá exportar metal de galio o germanio ni más de una docena de sus derivados sin solicitar una licencia específica a la citada cartera ministerial. Ambos minerales están clasificados por el Gobierno estadounidense como críticos para la seguridad nacional y económica, pues son esenciales para la fabricación de cables de fibra óptica, vehículos eléctricos, chips informáticos de alta velocidad, radares, sensores, satélites y dispositivos militares y de radiocomunicación. De acuerdo con Bloomberg, aunque estos dos elementos no son particularmente difíciles de encontrar, sí son caros de extraer, y China acumula casi toda su producción a nivel mundial, con más del 95% en el caso del galio y el 67% del germanio. Según la base de datos de Aduanas de China, los principales destinos de sus exportaciones en 2022 fueron Japón, Corea del Sur y la India.
La decisión de aplicar estos controles responde al ánimo de “proteger la seguridad y los intereses nacionales”, asegura el comunicado oficial de Pekín, en el que también se indica que, además de multas, quienes infrinjan la medida podrían enfrentarse a penas de prisión. El miércoles, en una entrevista exclusiva para el rotativo China Daily, Wei Jianguo, viceministro de Comercio entre 2003 y 2008 y actual vicepresidente del Centro para los Intercambios Económicos de China, aseguró que “si las restricciones dirigidas al sector chino de alta tecnología continúan, los contraataques también aumentarán”.
Este nuevo golpe llega después de que The Wall Street Journal adelantase, citando fuentes anónimas, que la Casa Blanca está sopesando endurecer las exportaciones de chips de inteligencia artificial (IA) a China, lo que dificultaría aún más al gigante asiático la obtención de tecnologías avanzadas. Más de medio millar de compañías chinas de chips, IA, y de los sectores aeroespacial y de la aviación, han sido incluidas por la Administración de Joe Biden en la lista negra del país, que les prohíbe acceder a tecnología y componentes estadounidenses sin la aprobación de Washington. A este bloqueo a la exportación se han sumado en los últimos meses aliados como Japón y Países Bajos, con la intención de evitar el desarrollo chino de las armas más sofisticadas, como hipersónicas y nucleares.
Con su viaje a Pekín, la secretaria del Tesoro estadounidense pretende tratar de encauzar las relaciones bilaterales. El pasado abril, Yellen lanzó el mensaje de que es necesario anteponer “siempre” los intereses nacionales al beneficio económico. Tras aterrizar este jueves en Pekín, Yellen aseguró en un tuit: “Tomaremos medidas para proteger nuestra seguridad nacional cuando sea necesario y este viaje brinda una oportunidad para comunicarse y evitar fallos de comunicación y malentendidos”. A pesar de que Yellen parece viajar con un discurso conciliador, el embajador de la República Popular en Estados Unidos, Xie Feng, le instó el lunes a “prestar gran atención” y dar pasos para abordar “las principales preocupaciones de China en los campos de la economía y el comercio”. El analista Liao Chien-yu, de Capital Securities, alerta de que “si las reuniones no son fructíferas, tanto Washington como Pekín podrían anunciar más sanciones”, una visión poco optimista que comparten más expertos citados en medios tanto chinos como occidentales.
La autosuficiencia tecnológica es uno de los retos más acuciantes a los que se enfrenta China en medio del actual “periodo de turbulencias”, como con frecuencia lo ha calificado el presidente, Xi Jinping. A esta coyuntura, el Partido Comunista respondió en marzo reforzando su control sobre el sector tecnológico a través de una renovación de las instituciones estatales; en abril, el Gobierno anunció que barajaba limitar el acceso de Occidente a ciertos materiales y tecnologías para industrias clave en las que cuenta con un dominio sustancial, como la del automóvil inteligente y la fotovoltaica, y, en mayo, prohibió la compra de productos del fabricante estadounidense de chips de memoria Micron Technology.
La nueva limitación, que los analistas describen como el mayor contraataque hasta la fecha, se produce dos días después de que entrase en vigor una nueva Ley de Relaciones Exteriores que refuerza el control del Partido Comunista sobre la política exterior del país y provee al Gobierno de una base legal “clara” para “contrarrestar injerencias” del extranjero y “dar respuesta a sanciones” y “otras acciones que traten de dañar a China”, según especificó Wang Yi, el jefe de la Comisión de Asuntos Exteriores del Partido Comunista de China y máximo responsable de la diplomacia del país. La nueva legislación subraya el derecho a “tomar medidas restrictivas” contra actos que “pongan en peligro la soberanía, la seguridad y los intereses de desarrollo de China” y pone explícitamente en manos del Partido, y no del Estado, la responsabilidad de tomar decisiones sobre política exterior, según la copia del texto publicada por los medios estatales.
La ley también incluye el compromiso de China de promover una “apertura de alto nivel” de su economía, desarrollar el comercio exterior y fomentar y proteger legalmente la inversión extranjera. Se trata de un mensaje similar al que envió el primer ministro, Li Qiang, en una cumbre del Foro Económico Mundial celebrada a finales de junio en la ciudad china de Tianjin, donde rechazó “la retórica de reducir la dependencia de China” y abogó por adoptar un enfoque “dialéctico” y “despolitizado” para evitar caer en “simplezas” entre “interdependencia e inseguridad”.
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