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La desmovilización y la deriva del régimen de Ortega marcan el aniversario de la revolución sandinista

La grave crisis sociopolítica que arrastra el país y la percepción de la mala gestión de Ortega impacta en su liderazgo: solo un 16% de los nicaragüenses se declaran sandinistas, según Gallup

Wilfredo Miranda Aburto
Anniversary of the Nicaraguan Revolution
El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, en la celebración del aniversario de la revolución sandinista en julio de 2021.STRINGER (Reuters)

Elvin Enríquez, un joven simpatizante sandinista, asistió este domingo 2 de julio a una marcha para conmemorar el aniversario del llamado Repliegue Táctico a Masaya, una de las gestas cumbres del sandinismo que conllevaron al derrocamiento de la dictadura somocista. El muchacho iba vestido rojinegro y fue entrevistado por los medios oficialistas. “Hay que luchar y estar firmes con el comandante Daniel [Ortega] y la compañera Rosario [Murillo]; tenemos innumerables beneficios, proyectos urbanísticos, meriendas en las escuelas, no terminaríamos de enumerarlos, todos los proyectos”, dijo emocionado durante el evento que marca el inicio de la jornada cumbre del sandinismo: la celebración del triunfo de la revolución sandinista cada 19 de julio.

La propaganda oficial ha inundado Nicaragua con el aniversario 44 de la revolución y El Repliegue —una maniobra de engaño que la guerrilla sandinista usó contra las fuerzas armadas somocistas de manera exitosa― suele despuntar la fiesta grande sandinista. Ortega y Murillo son el epicentro de las exaltaciones, ya que la pareja presidencial ha borrado de las alusiones a todos los exguerrilleros que son críticos con su régimen, como Dora María Téllez, Mónica Baltodano o Hugo Torres, quien falleció en febrero de 2022 en manos de la custodia policial de El Chipote. Sin embargo, desde hace tres años los mandatarios no han participado en la marcha de El Repliegue, que solía partir de Managua y culminar en el histórico barrio indígena de Monimbó.

Hasta 2018, el año de las masivas protestas sociales contra el régimen de Ortega y Murillo, el repliegue se había convertido en un carnaval para los empleados de las instituciones estatales. Ortega encabezaba la marcha a pie, pero desde que asumió el poder en 2006 comenzó a hacerlo en sus Mercedes Benz G63 V8 AMG blindados y luego en bus. Sin embargo, los líderes que el joven simpatizante sandinista Elvin Enríquez exalta no acuden a la cita desde 2019. De hecho, los festejos de la Revolución Sandinista han mermado y el régimen los ha readecuado a actividades de carácter local en las diferentes ciudades del país. Los empleados públicos son obligados a asistir a estos eventos y deben firmar una lista de asistencia, so pena de llamadas de atención o despido.

El cambio más drástico desde 2018 es el acto masivo del 19 de julio, realizado hasta ese año en la Plaza la Fe con pompa, invitados internacionales y escenarios gigantescos. No obstante, desde 2019 el evento se ha reducido a un circuito cerrado en la plaza original de la Revolución, donde los guerrilleros sandinistas entraron triunfantes en 1979. Se trata de un descampado mucho más pequeño y al que solo ingresan miembros de la Juventud Sandinista, funcionarios públicos de alto nivel. Todos son dispuestos en un escenario que, en los últimos años, ha tenido forma de estrellas de cinco picos y una tarima central a la que cada vez asisten menos jefes de Estado. La celebración masiva es cosa del pasado y los simpatizantes tienen que conformarse con ver el discurso de Ortega en la televisión.

“Incapacidad de convocar a sus propias bases”

Juan Diego Barberena, opositor exiliado en Costa Rica, mantiene, en conversación con EL PAÍS, que la reducción de toda la épica sandinista a una escala menor desde hace tres años demuestra “la incapacidad del régimen de movilizar a sus propias bases”. “También tiene otra arista: la crisis sociopolítica actual, la carestía de la vida, falta de empleos general, y las contradicciones internas que ellos [el Gobierno] están teniendo. Hay un agotamiento de su liderazgo político”, afirma el integrante de la Unidad Nacional Azul y Blanco.

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De acuerdo con la última encuesta de la firma CID-Gallup, el 56% de los nicaragüenses desaprueba la gestión de los Ortega-Murillo. El sondeo también revela que solo el 16% de los consultados expresó su simpatía por el partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La encuesta arroja además que un 23% de la población califica de “muy mal” la forma en la que Ortega lleva a cabo sus labores como presidente. Además, otro 23% cataloga que “mal” y 15% asegura que es “regular”. Esto se ha traducido, según el análisis de Gallup, en una merma del apoyo al partido oficial: el 77% de los encuestados manifestó que no tiene preferencia por ningún partido político.

A eso hay que sumar decenas de casos de empleados públicos que han renunciado o han desertado del Gobierno sandinista para acogerse al programa Parole Humanitario de la Administración de Joe Biden, que les permite trasladarse a Estados Unidos. “No solo es que no convocan a actos masivos, sino que, en respuesta a esa incapacidad de convocatoria, simulan con estos actos locales participación numérica de simpatizantes. Entonces la propaganda insiste en que ellos están cada día más fuertes y solo ellos pueden movilizarse en Nicaragua de facto”, crítica Barberena.

Al margen de las críticas, la copresidenta Rosario Murillo anunció efusivamente el 30 de junio el “inicio de las celebraciones para julio victorioso”. “Lo recibimos celebrando a los héroes, a las heroínas del repliegue táctico a Masaya en todo el país, caminando las rutas de Sandino en todo el país”, resaltó la mandataria. No obstante, la marcha de El Repliegue en la que participó Elvin Enríquez no salió siquiera de Managua: tuvo un recorrido de apenas cinco kilómetros, pero los medios oficialistas destacaron la participación de “400 motorizados y miles de personas”.

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Sobre la firma

Wilfredo Miranda Aburto
Periodista nicaragüense. Colaborador de EL PAÍS basado en Costa Rica, donde está exiliado. Ha cubierto temas políticos, en especial sobre violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal de tierras indígenas, medio ambiente y ejecuciones extrajudiciales en Centroamérica. Ha ganado el premio Ortega y Gasset y el Rey de España.

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