La Comandante Dos recupera la libertad
Dora María Téllez, mítica guerrillera que luchó contra la dictadura de Somoza en Nicaragua, es liberada tras ser apresada y condenada por su antiguo compañero de lucha, Daniel Ortega
Las primeras fotografías la muestran riéndose con una carcajada franca, amplia, como un grito liberador. Dora María Téllez va vestida con unos vaqueros desgastados y una camisa rosa de mangas largas. Abraza al periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro y celebra que ha sido liberada tras 20 meses de prisión. Pocas horas después de haber abandonado las mazmorras de El Chipote —la temida cárcel del régimen en Managua, donde fue recluida por orden de Daniel Ortega, su antiguo compañero de lucha—, la mítica guerrillera que combatió contra la dictadura de Anastasio Somoza se presenta vivaz ante las cámaras, a pesar del deterioro físico por los meses en prisión. Mientras en la capital de Nicaragua el presidente Ortega la calificaba de “traidora”, en Washington era aplaudida como heroína. Dora María Téllez, la mítica Comandante Dos de la revolución sandinista, aterrizaba de nuevo en libertad.
No ha tenido tiempo aun para contar los horrores de la prisión, donde fue sometida a torturas y más tarde recluida en el pabellón de hombres, una humillación más del régimen contra una de las figuras más prominentes del sandinismo. Entre abrazo y risas se prepara para adaptarse a esta nueva vida impuesta por el régimen de Ortega en territorio estadounidense, el mismo país que en 2005 le negó la entrada amparándose en la Ley de Inmigración y Nacionalidad, que tipifica las actividades terroristas. Téllez había sido invitada por la Universidad de Harvard para ocupar la cátedra de profesora visitante del centro de Estudios Latinoamericanos Robert Kennedy. Aquel hecho forma parte ya del pasado, como la lucha guerrillera contra la dictadura de Somoza, de la que ella fue una de las principales protagonistas.
Dora María Téllez decidió, con tan solo 20 años, dejar sus estudios de Medicina y unirse al entonces clandestino Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Dos años después formó parte del batallón guerrillero que tomó el Palacio Nacional de Managua, sede del parlamento somocista, considerada una de las acciones más audaces de la guerrilla y uno de los mayores golpes sufridos por la dictadura. Nombrada como Comandante Dos, su heroísmo fue inmortalizado por Gabriel García Márquez en su crónica Asalto al Palacio. García Márquez la llamó “una muchacha muy bella, tímida y absorta, con una inteligencia y un buen juicio que le habrían servido para cualquier cosa grande en la vida”. La guerrillera le confesó al Nobel de Literatura colombiano que dejó los estudios de Medicina “por frustración”. “Era muy triste curar niños desnutridos con tanto trabajo, para que tres meses después volvieran al hospital en peor estado de desnutrición”, aseguró.
Téllez también fue protagonista de la llamada ofensiva final contra la dictadura como jefa del Estado Mayor del Frente Rigoberto López Pérez y su valentía la llevó a dirigir la liberación de la ciudad de León, en el oeste de Nicaragua, donde se había atrincherado la Guardia de Somoza. Tras el triunfo de la revolución en julio de 1979 ocupó el cargo de ministra de Salud, convirtiéndose en la mujer en el escalafón más alto del poder sandinista.
Con la pérdida del sandinismo tras las elecciones de 1990, Téllez se unió al Movimiento Renovador Sandinista (MRS), la agrupación política creada por el escritor Sergio Ramírez y tras la salida de este se convirtió en su principal figura. Mezclaba su activismo político con su trabajo académico, porque Téllez es también una destacada historiadora, considerada una de las intelectuales más prominentes de Centroamérica. Con el regreso al poder de Daniel Ortega en 2006 y las denuncias continuas de fraude para mantenerse en el Gobierno, Téllez se convirtió en una de las voces más críticas contra el nuevo régimen que se instauraba en Nicaragua. No cesó de advertir de los riesgos que representaba la deriva autoritaria de Ortega, hasta que fue apresada en junio de 2021 en una redada digna de una película de acción: Téllez fue detenida en su finca a las afueras de Managua, tras varias horas de asedio y un gran despliegue policial. Días antes de su detención, había denunciado que Ortega quería “eliminar toda candidatura, toda oposición, como objetivo de una dictadura en agonía. Por eso recurre a la represión masiva. Nada le ha funcionado. Nada le funcionará”.
Su vida siempre ha estado marcada por la lucha por la libertad de su país. En una entrevista con este periódico afirmó que “las revoluciones no son eternas, esta terminó en 1990. El legado principal está en la cabeza de las personas, en la conciencia de la ciudadanía”. Para Ortega su voz era demasiado incómoda y por eso la apresó y la sometió, según el testimonio de familiares de Téllez, a torturas y humillaciones. El viejo guerrillero la ha catalogado de “traidora” y la ha acusado de servir a los intereses de Estados Unidos, el país que hoy la recibe tras su liberación. Dora María Téllez, visiblemente exhausta y abatida por el encierro, reía a carcajadas este jueves en Washington, como si fuera un grito liberador. La mítica Comandante Dos de la revolución sandinista aterrizaba de nuevo en libertad.
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