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Enrique de Inglaterra revela que Murdoch indemnizó al príncipe Guillermo por el escándalo de espionaje telefónico

Los abogados del duque de Sussex no han querido revelar la “gran suma de dinero” que se abonó en 2020. Enrique ha demandado a News UK por “violaciones graves de la privacidad”

Guillermo y Enrique de Inglaterra
Guillermo y Enrique de Inglaterra, en septiembre en el castillo de Windsor.Martin Meissner (AP)
Rafa de Miguel

El enfrentamiento de la familia real británica con los periódicos tabloides del magnate Rupert Murdoch se arrastra durante décadas, desde la publicación de aquella turbia grabación de la conversación entre Carlos de Inglaterra y Camila Parker-Bowles, en la que el entonces príncipe de Gales soñaba con ser el tampón de su amante. Este martes se ha sabido que no todos los litigios se resolvieron de modo abierto y público, y que el imperio mediático del editor sensacionalista ha tenido que seguir compensando sus atropellos a los miembros de la familia Windsor. Su compañía pagó en 2020 “una gran suma de dinero” al príncipe Guillermo para cerrar extrajudicialmente de un modo discreto la acusación de espionaje telefónico al duque de Cambridge. Lo han revelado, como parte de los documentos aportados al juicio, los abogados del príncipe Enrique, durante el proceso que el segundo hijo de Carlos III ha decidido entablar contra News UK, por “violaciones graves de la privacidad”, que incluyen la escucha y grabación de conversaciones privadas.

La compañía, propietaria del histórico The Times, pero también de tabloides como The Sun o el ya desaparecido News of The World —este último clausurado en 2011 como chivo expiatorio del escándalo de las grabaciones ilegales generalizadas—, llegó a un acuerdo a puerta cerrada con el palacio de Buckingham para cerrar una demanda interpuesta por la casa real en nombre del príncipe Guillermo.

El equipo jurídico de Enrique, que reclama al conglomerado de Murdoch una disculpa pública desde 2017 por haberle espiado, asegura que la compañía se ha negado a cumplir su parte de un trato acordado entre sus altos directivos y Buckingham en 2012, por el que ambos príncipes suspenderían cualquier acción legal a cambio de recibir más adelante una disculpa formal. El famoso Tampongate fue tal conmoción para la casa real británica que no había ganas de pasar por una experiencia similar. La empresa ha negado la existencia de ese acuerdo.

“La razón [de un acuerdo así] era evitar la situación en la que un miembro de la familia real tuviera que sentarse en el banquillo y relatar de nuevo detalles de mensajes de voz privados y muy delicados”, ha explicado Enrique al magistrado del Tribunal Superior de Londres ante el que se ha presentado el caso. “La institución estaba increíblemente nerviosa, y quería evitar a toda costa el daño a su reputación que ya había sufrido en 1993, cuando The Sun y otro tabloide obtuvieron ilegalmente y publicaron detalles de una conversación telefónica íntima entre mi padre y mi madrastra en 1989, cuando él seguía casado con mi madre [Lady Di]”, ha asegurado el duque de Sussex.

Enrique de Inglaterra ha decidido saldar cuentas con varias empresas editoras, después de años de enfrentamiento, y el primer embate ha sido contra Murdoch, la bestia negra de los Windsor. Acusa al grupo News UK de haber realizado “durante años un ocultamiento [de pruebas] deliberado, destrucción de pruebas, encubrimiento a los mayores niveles de responsabilidad e incluso la falsa negación de sus actividades delictivas bajo juramento”, según los documentos presentados ante el tribunal de cara al juicio previsto en enero de 2024. “La invasión de sus conversaciones personales y de sus relaciones le produjo angustia, su privacidad fue violada constantemente y se puso en riesgo su seguridad”, aseguran los abogados del duque de Sussex.

La defensa de Murdoch

La compañía de Murdoch ha decidido ejercitar una doble defensa. Además de negar las acusaciones, se aferra al hecho formal de que la mayoría de los asuntos a los que hace referencia el príncipe Enrique ocurrieron hace ya más de 20 años y habrían prescrito, según los abogados del magnate.

The Sun no acepta responsabilidad alguna ni admite ninguna de las acusaciones presentadas”, ha dicho el equipo jurídico que representa a la empresa.

El escándalo de las escuchas telefónicas, que afectó a decenas de personajes públicos, estuvo a punto de hundir el imperio mediático de Murdoch, que logró finalmente zanjar la crisis con el cierre definitivo de News of The World e indemnizaciones a todos los perjudicados por más de 1.200 millones de euros.

La historia, de algún modo, se repite estos días. En el juicio bautizado ya como el de “la difamación del siglo”, que se celebraba estos días en Estados Unidos, Murdoch evitó in extremis sentarse en el banquillo, en los juzgados de la localidad de Wilmington, a cambio de pagar 787,5 millones de dólares (unos 710 millones de euros) para cerrar el caso contra su cadena Fox News, interpuesto por el fabricante de máquinas para votar Dominion. La televisión, representante desde hace décadas del populismo y la extrema derecha estadounidense, acusó a la compañía de manipular sus cabinas para favorecer en votos al demócrata Joe Biden en las elecciones frente a Donald Trump. El bulo formaba parte de una campaña para poner en cuestión el resultado de aquellos comicios, que Murdoch dejó que rodara, a pesar de que él mismo no se lo creía, con el propósito de inflar las audiencias televisivas.

El penúltimo episodio de esta crisis ha sido la salida de la cadena del presentador y comentarista Tucker Carlson, una de las principales estrellas de la Fox y propagandista aliado de Donald Trump. El último puede llegar si el príncipe Enrique consigue derrotar finalmente a Murdoch en los tribunales británicos.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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