Muere Tibisay Lucena, la guardiana electoral del chavismo
Sancionada por Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea por “socavar la democracia”, ha sido despedida con todos los honores por el oficialismo
Tibisay Lucena, 14 años presidenta del Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) en los tiempos de la hegemonía chavista, actual ministra de Educación Universitaria, y exdirectora de la Universidad Nacional de las Artes, ha fallecido este miércoles en Caracas, a los 64 años, después de un tratamiento muy prolongado contra el cáncer.
Socióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela, con enormes conocimientos de la gestión electoral soportada en estudios especializados dentro y fuera de Venezuela, a comienzos del siglo XX, Lucena (Barquisimeto 1959) fue rectora suplente y parte del aparato burocrático del CNE, una instancia que entonces, en el año 2000, presentaba una cierta paridad de intereses y funcionarios vinculados al chavismo y la oposición.
De tono muy prudente en público, escrupulosa con los modales formales del discurso institucional, alejada de las consignas revolucionarias en apariencia, Lucena asumió finalmente la presidencia del CNE en 2006. El presidente saliente de la directiva anterior del CNE era nada menos que Jorge Rodríguez, hoy uno de los alfiles de Maduro, que entonces también procuraba un lenguaje neutral y aparentemente equidistante de las pasiones políticas.
Su nombramiento no fue mal recibido al comienzo en el debate público, por las concesiones iniciales hechas a las demandas de la oposición, su prudencia al declarar y su autoridad en el conocimiento técnico. La salida de Jorge Rodríguez del CNE representó un alivio para los opositores.
A partir de entonces, su cargo sobrevivió a toda clase de circunstancias, y con el paso de los años, aquella neutralidad inicial fue mutando en el marco de la conflictividad política y los continuos reclamos de la oposición, para convertirse, sencillamente, en militancia revolucionaria, absolutamente alineada a los intereses del régimen, independientemente de los votos.
Mientras el chavismo controlaba las mayorías del país y la oposición pudo trabajar electoralmente sus deficiencias, las convocatorias electorales que gerenció Lucena en el CNE –junto a Sandra Oblitas, Socorro Hernández y Tania D’Amelio en la directiva- hasta aproximadamente 2008, pudieron sobrevivir al escrutinio público.
Cuando el oficialismo dejó de escalar posiciones en las consultas electorales, y fue derrotado en el área metropolitana de Caracas, en 2008, y la entonces Mesa de la Unidad Democrática obtuvo más votos –que no escaños, gracias a un rediseño de circuitos electorales que favorecía al Gobierno- que el oficialista PSUV en las elecciones parlamentarias de 2010, el proceder de Lucena comenzó a cambiar, y su compromiso personal con el régimen, junto a las otras cuatro rectoras, se hizo imposible de disimular.
En diciembre de 2008, Hugo Chávez convocó sorpresivamente a un Referéndum para consultarle a la población sobre la aprobación de la reelección indefinida de los cargos públicos que necesitaba para perpetuarse en el poder. Lucena y la directiva del CNE aceptaron la disposición de Chávez y organizó una consulta en dos meses, sin consultar a la oposición. Se hicieron habituales las asimetrías en la administración de los recursos en favor del oficialismo, el control absoluto de la Presidencia de la República sobre la señal de televisión y la continua violación de la normativa electoral.
La directiva del CNE, dominada políticamente por el oficialismo, no pudo evitar la victoria opositora en las elecciones parlamentarias de 2015. Pero junto a los tribunales del chavismo, argumentando formalidades, detuvieron las gestiones para convocar a un referéndum revocatorio a Nicolás Maduro en 2016, en un momento de masivo descontento popular antichavista.
A partir de entonces, Lucena convalidó los procedimientos fraudulentos de las elecciones del 2018 en Venezuela –la elección fue adelantada ocho meses sin consultar a nadie, casi ningún candidato opositor pudo participar, y el único que lo hizo, Henri Falcón, denunció fraude- que fueron rechazados por la comunidad internacional y abrieron las compuertas internacionales de la crisis venezolana.
Luego, el CNE de Lucena organizó las elecciones de la Asamblea Constituyente, cuerpo legislativo ad hoc, impuesto de facto, que no tuvo otro objetivo que torpedear al poder legislativo en el cual la Oposición tenía mayoría. Sobre estos comicios, la empresa Smartmatic, antigua contratista del CNE, declaró desde el exterior que habían sido alterados y manipulados por el poder electoral. Lucena rechazó estas acusaciones.
Respetada en el chavismo, odiada por la oposición, Tibisay Lucena, amante y sobresaliente intérprete del violonchelo, ha sido sancionada por Colombia, Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea, acusada de socavar la democracia venezolana con sus decisiones amañadas frente al Poder Electoral.
Su partida ha sido muy sentida en el gobierno de Maduro, y la totalidad de los integrantes de la plana revolucionaria han tenido palabras elogiosas para su memoria, ponderando sus virtudes académicas y revolucionarias. “Tibisay Lucena fue una mujer leal y de mucho temple, siempre fiel a sus principios e ideales”, ha declarado Nicolás Maduro, que encabezó los actos funerarios en su honor.
“Ha cambiado de paisaje Tibisay Lucena”, dijo la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, en su cuenta de Twitter. “Hija insigne de Venezuela, expresidenta del Poder Electoral y ministra de Educación Universitaria. Fue una verdadera militante por la vida, y libró su última batalla sin tregua.”
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