La justicia de Perú acusa al principal asesor de Pedro Castillo de estar detrás del fracasado golpe de estado
El abogado Aníbal Torres deja la defensa del expresidente y anuncia su paso a la clandestinidad
La justicia peruana empieza a ampliar el foco sobre Pedro Castillo. Hasta ahora el expresidente era el único señalado por el fracasado golpe de Estado, pero este sábado se ha sumado su mano derecha y quien había decidido asumir su defensa, Aníbal Torres, que ha anunciado su huida a través de Twitter. El abogado asegura que la Fiscalía lo investiga por formar parte de una organización criminal y por rebelión. Él sostiene que solo se limitó a escuchar el mensaje presidencial en el que Castillo anunció la disolución del Congreso y que gobernaría por decreto. “Ante esto paso a la clandestinidad”, informa el que fuera uno de sus primeros ministros.
Torres ha sido la persona que ha permanecido al lado del expresidente desde que fue detenido apenas dos horas después de leer su mensaje. Se le vio al día siguiente en la cárcel en la que está Castillo, acompañando al maestro rural en su primera audiencia. El juez decretó siete días de detención preventiva para avanzar en la investigación y ante el riesgo de fuga. El mandatario ya había intentado huir al ver que su plan improvisado no tenía ninguna opción de salir adelante. El mismo miércoles abandonó el palacio presidencial y trató de dirigirse a la Embajada de México para solicitar asilo, pero no le dio tiempo a llegar.
Al expresidente lo fueron abandonando todos desde su mensaje. Sus ministros, que no conocían sus intenciones, dimitieron; el Congreso aprobó su destitución; la justicia ordenó su detención y sus escoltas lo entregaron a la policía en lugar de ponerlo a salvo en la legación mexicana. Solo le quedaba Torres, que ha decidido desaparecer para no enfrentarse a la justicia. El abogado denuncia que están “aislando y humillando” al expresidente para dar el mensaje de que “nadie del pueblo se atreva a gobernar el país”. Pero Castillo está ya completamente solo.
Han pasado tres días desde que leyó el breve mensaje transmitido por televisión en el que anunció un Gobierno de excepción que funcionaría mediante decretos ley. Los ministros y funcionarios que estaban en la misma sala que Castillo niegan haber sido los autores del texto y aseguran que no estaban al tanto de lo que iba a leer el maestro rural que asumió la presidencia en julio de 2021. Ellos podrían ser los siguientes señalados. Las penas de prisión por rebelión van de los 10 a los 20 años de cárcel. Torres, la entonces primera ministra, Betsy Chávez, y el ministro de Defensa Gustavo Bobbio estaban con él mientras leía texto.
Nadie quiere caer junto a Castillo, autor de un giro de guion tan improvisado como inútil. El profesor trató de emular al autócrata Alberto Fujimori en lugar de salir a defenderse de su tercera moción de censura que, a la hora en la que anunció el autogolpe, tenía prácticamente ganada. En lugar de eso protagonizó un suicidio político que por lo pronto ya lo hace dormir en la cárcel.
Aníbal Torres nunca había dejado solo al maestro hasta este sábado. Los dos se entendían bien, hablaban el mismo idioma. Habían nacido en Chota, en la sierra andina, tan lejos de Lima y de todos los centros de poder peruanos. Dieron juntos la batalla por la presidencia. El abogado fue uno de los principales hombres de confianza de Castillo desde la segunda vuelta de las elecciones.
La adversaria de Castillo en esos comicios, la conservadora Keiko Fujimori, planteó cientos de recursos ante el tribunal electoral para invalidar votos en mesas donde había ganado el maestro rural de forma masiva. Alentó el fantasma del fraude y fue Torres quien, junto a otros dos abogados, rebatió cada denuncia. El Jurado Nacional de Elecciones y varias fiscalías las descartaron todas. Castillo pudo asumir la presidencia, aunque nunca logró hacerse con el Gobierno.
El pasado febrero, el entonces presidente nombró a Torres primer ministro, el cuarto en menos de 200 días. Fue la forma de agradecerle su lealtad. Apenas duró seis meses, renunció cuando los casos de corrupción en el entorno del Ejecutivo empezaron a multiplicarse. En una última jugada trató de presentarse en estos días como el abogado defensor del expresidente, pero no le ha servido. Ha sido el primero en saltar del barco.
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