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Ucrania abre un nuevo flanco en la desembocadura del Dniéper para colarse en la retaguardia rusa

Las Fuerzas Armadas ucranias intensifican los ataques anfibios relámpago, con tácticas de guerrilla, en el estuario del mayor río del país y principal frente de la guerra

El puente Antonovsky sobre el río Dniéper en Jersón, el 14 de noviembre.Foto: LIBKOS (AP) | Vídeo: EPV
Cristian Segura (enviado especial)

Ucrania cree haber encontrado el talón de Aquiles de las defensas rusas en el río Dniéper. Este punto débil es la península de Kinburn, un enclave de alto valor ecológico en el estuario que forman el Dniéper y el río Bug en la costa del mar Negro. En tiempos de paz era un destino apreciado por los amantes del ecoturismo; en tiempos de guerra es una tierra ocupada por Rusia y el escenario de una campaña de fugaces ataques ucranios que los expertos ven como un nuevo capítulo en la contienda: el de las guerrillas fluviales.

Rusia retrocedió la semana pasada hacia la orilla oriental del Dniéper, abandonando el lado occidental del río en la provincia de Jersón y fortificando en más de 100 kilómetros sus posiciones defensivas. El Alto Mando Sur de las Fuerzas Armadas de Ucrania insiste en que piensa proseguir con la ofensiva hasta desembarcar a sus tropas en el Dniéper, aunque esto será cuando cuenten con suficientes unidades, equipos y potencia de artillería, según indicó hace dos semanas el general Dmitro Marchenko a la BBC.

Los militares y analistas consultados por EL PAÍS advierten de que tienen que pasar meses para que las condiciones de un desembarco a gran escala en el Dniéper sean las óptimas para Ucrania. Thibault Fouillet, militar francés y experto de la Fundación para la Defensa Estratégica, confirma que sería la operación más difícil en lo que va de guerra: “Hace tres o cuatro meses ni me habría planteado la viabilidad de algo así, pero ahora no lo puedo descartar, dependerá de si los rusos mantienen las posiciones frente al río”.

Los servicios de inteligencia de Ucrania y de países aliados como el Reino Unido insisten en las últimas semanas en que la moral de las tropas invasoras es baja. La semana pasada se difundió en cuentas de Telegram prorrusas un vídeo de una unidad destacada al sur de la ciudad de Jersón que denunciaba que se habían visto forzados a abandonar sus posiciones por la falta de armamento necesario para protegerles de la artillería ucrania. La localización de estos soldados, no precisada, era próxima al delta del Dniéper, cerca del estuario que forma con otra desembocadura, la del Bug. En esta zona, las fortificaciones rusas no tienen la envergadura que han levantado en el trecho del río que va desde la ciudad de Jersón y hacia el norte, hasta la provincia de Zaporiyia. El Alto Mando Sur publicó el 18 de noviembre imágenes de un cuartel ruso en Kinburn destruido por los obuses ucranios.

La naturaleza es la mejor defensa rusa en el último tramo del Dniéper. El río tiene una amplitud en esta zona que alcanza los ocho kilómetros, si se tienen en cuenta las aguas pantanosas en sus márgenes. El punto de acceso más corto entre las dos orillas es el cabo de Kinburn, una estrecha lengua de tierra en la parte oriental, a 3,5 kilómetros de la occidental, del municipio de Ochakiv, bajo soberanía ucrania. “Este gran territorio, dominado por vegetación frondosa y lagunas, tiene una baja accesibilidad para el transporte y no ha sido controlado por completo por ninguno de los bandos”, indicaba el 15 de noviembre Rybar, uno de los grupos de análisis de la guerra próximos a Rusia.

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Rybar asegura que los intentos de desembarco de pequeños grupos de reconocimiento ucranios se han repetido desde la primavera. Estas operaciones no habían sido publicitadas por las autoridades ucranias, hasta ahora. Tras la liberación de la ciudad de Jersón, cuentas militares ucranias, incluida la del Ministerio de Defensa, han difundido en las redes sociales vídeos de unidades de marines navegando en lanchas rápidas por el Dniéper. El Estado Mayor informó de que el día 15 había disparado más de 50 proyectiles de artillería contra las defensas rusas en Kinburn. La madrugada anterior, la administración militar rusa reportó haber frustrado el desembarco de equipos especiales del 73º batallón de marines ucranio.

El Gobierno regional de Mikolaiv confirmó que aquella madrugada, la demarcación de Ochakiv había sido bombardeada por Moscú con inusual intensidad. Ochakiv es el pueblo costero frente al cabo de Kinburn y desde donde zarpan las lanchas ucranias. El Alto Mando ucranio en Mikolaiv negó el acceso a EL PAÍS a Ochakiv alegando que hay operaciones militares en marcha.

Mucho dinero y mucho tiempo

El general francés Jérôme Pellistrandi resalta en una entrevista con este diario que el terreno en Kinburn no es propicio para desembarcos con vehículos anfibios blindados, ni para elevadas cantidades de tropas ni para el desplazamiento de artillería pesada. “Es interesante para operaciones de las fuerzas especiales, para pequeños grupos que golpeen con tácticas de guerrilla fluvial”, comenta Pellistrandi. Este militar, habitual analista de la guerra en los medios franceses, añade que Ucrania está lejos de tener una flota de lanchas para un desembarco a gran escala: “Esto cuesta mucho dinero y mucho tiempo”.

Mike Martin, investigador del centro de Estudios de la Guerra del King’s College de Londres, escribía la semana pasada en Twitter que lo más probable es que Ucrania esté emprendiendo en Kinburn una operación de distracción para que Rusia reduzca sus defensas en el frente del Dniéper en Zaporiyia. Robin Häggblom, analista de la consultoría de defensa finlandesa Corporal Frisk, publicaba el 14 de noviembre un informe en el que también concluía que las fuerzas ucranias buscan abrir un nuevo flanco para el enemigo, y sin la necesidad de mover su artillería, que puede actuar desde la otra orilla: “Si la infantería ligera ucrania empieza a actuar desde Kinburn, en la retaguardia rusa, Rusia tendrá que actuar. Es esta, quizá, la lógica, si Rusia traslada unidades al golfo [de Kinburn], tendrá que dejar otras zonas más desprotegidas”.

Desde el lado ruso ven la situación de la misma manera, según se desprende de la información compartida por Rybar: “El mando ucranio centrará muy probablemente sus esfuerzos no en la toma física de la península de Kinburn, sino en aumentar la acción de sus grupos de saboteadores. El objetivo es forzar la reacción de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en el área, interrumpir el suministro para sus fortificaciones y crear las condiciones para ataques más profundos en territorio ruso”.

Pero Kinburn tiene un valor estratégico que va más allá de la reconquista de las zonas ocupadas por Rusia. Fouillet remarca que si en algún momento Rusia tiene la opción de volver a cruzar al occidente de Ucrania, el estuario puede ser clave para el apoyo a su flota en el mar Negro. Alexei Kondratiev, comandante de la brigada rusa Cosacos del Don, señalaba en una entrevista en octubre que Kinburn es importante para Moscú porque es su posición más occidental en Ucrania: está a tan solo 32 millas náuticas (59,2 kilómetros) de Odesa. Desde allí se han producido lanzamientos de drones bomba contra ciudades sureñas del país invadido. Pero para Ucrania es incluso más fundamental eliminar al enemigo en Kinburn porque desde allí se controla el tráfico fluvial por el río Bug, el que conecta a Mikolaiv con el mar.

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Sobre la firma

Cristian Segura (enviado especial)
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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