Polonia construye 210 kilómetros de alambrada para protegerse frente al enclave ruso de Kaliningrado
Finlandia, que tiene la mayor frontera terrestre de la Unión con el país euroasiático, planea levantar entre 130 y 260 kilómetros de barrera en los puntos más críticos de la linde
Polonia ha empezado a construir esta semana una valla de concertina de 210 kilómetros en la frontera con el enclave ruso de Kaliningrado, un territorio con una fuerte presencia militar de Moscú situado entre el país del este y Lituania, y unido a Bielorrusia a través del corredor de Suwalki. En Finlandia, que comparte 1.300 kilómetros de linde con Rusia, el Gobierno quiere construir una alambrada de entre 130 y 260 kilómetros en los puntos más críticos de la divisoria con el país euroasiático. Los tramos que levanten los dos países, enfocados a impedir la inmigración, se unirán a los que ya tienen en pie los países bálticos para marcar distancia entre sus territorios y un vecino tan incómodo como impredecible, especialmente desde que decidió invadir Ucrania en febrero.
El ministro de Defensa del Gobierno ultraconservador de PiS, Mariusz Blaszczak, anunció el miércoles el inicio de la construcción de la alambrada, que tendrá 2,5 metros de alto y tres de ancho, con tres franjas de alambre de concertina. Varsovia asegura que quiere reforzar su frontera para evitar que se repita lo que se consideró un ataque híbrido en 2021, cuando Bielorrusia envió a miles de migrantes para cruzar de manera ilegal al país vecino. “Debido a las inquietantes informaciones sobre el lanzamiento de vuelos desde Oriente Próximo y el norte de África hacia Kaliningrado, he decidido tomar medidas que refuercen la seguridad en la frontera polaca con el oblast de Kaliningrado sellando esta frontera”, anunció Blaszczak. La revista online de negocios Russia Briefing informó el mes pasado de que Kaliningrado busca atraer a aerolíneas del Golfo y de Asia.
La alambrada estará reforzada con sistemas electrónicos y cámaras de vigilancia y se espera que su construcción esté terminada antes de finales de año. El Gobierno no descarta construir más adelante una estructura más sólida y permanente, como la que ha erigido en la linde con Bielorrusia.
Durante buena parte de 2021, pero especialmente en otoño, el régimen de Aleksandr Lukashenko, aliado de Vladímir Putin, organizó la llegada a Minsk de miles de personas procedentes de países de Oriente Próximo, centroasiáticos y africanos. Desde la capital, facilitaba su traslado hacia la linde con la Unión Europea, principalmente la polaca, pero también la de Lituania y Estonia. Al menos 20 personas murieron en los bosques que comparten Bielorrusia y Polonia.
Por ahora, la zona de Kaliningrado está tranquila, sin ninguna entrada ilegal registrada en octubre desde el enclave ruso, según ha asegurado a Reuters la portavoz de la Guardia de Fronteras. “No solo estamos ahí en tiempos de paz. Estamos preparados para distintas situaciones de crisis y, tras lo ocurrido en la frontera polaco-bielorrusa, estamos aún más preparados para todo, para los escenarios más oscuros”, afirmó Anna Michalska a la agencia.
Frontera con Finlandia
Finlandia tiene la mayor frontera terrestre de la UE con Rusia: 1.300 de kilómetros que hasta ahora apenas tienen vallas de madera para contener el ganado. La tensión generada por la guerra en Ucrania ha impactado de lleno en la política de seguridad y defensa del país nórdico, que este año ha pedido el ingreso en la OTAN, junto a Suecia, y está solo a la espera de que Turquía y Hungría aprueben su adhesión.
En julio, el Parlamento finlandés aprobó una reforma legislativa para reforzar la seguridad de su frontera con el país euroasiático frente a amenazas híbridas en forma de inmigración ilegal. “La guerra en Ucrania ha contribuido a la urgencia de este asunto”, manifestó entonces Anne Ihanus, del Ministerio del Interior. Hace dos semanas, los principales partidos expresaron su apoyo a la propuesta de la primera ministra socialdemócrata, Sanna Marin.
“Esperemos que los trabajos puedan comenzar lo antes posible”, dijo Marin a la prensa en Helsinki. La Guardia de Fronteras de Finlandia considera que sería necesario erigir entre 130 y 260 kilómetros de valla, especialmente en el sureste del país, donde se registra el mayor tráfico transfronterizo con Rusia. El proyecto tendría una duración de entre tres y cuatro años, pero antes se construirá una sección de prueba.
Tras los episodios observados en 2021 en las fronteras con Bielorrusia, el centroderecha finlandés propuso construir una valla y la idea fue rechazada por populista. Jussi Laine, profesor de geografía humana en la Universidad de Finlandia Oriental, recordó a la agencia AFP que “la gente muere” en las vallas, y que estas “no resuelven los problemas” porque los migrantes podrían intentar cruzar por zonas más peligrosas.
Los cientos de kilómetros de nuevas alambradas proyectadas en las fronteras con territorio ruso se unen a los que ya existen en los países bálticos. Lituania decidió en 2017, en medio de un pico de tensión con Rusia, reforzar su frontera con Kaliningrado mediante la construcción de una valla de dos metros de alto a lo largo de 130 kilómetros.
Letonia empezó el vallado de su linde en 2015, el año de la crisis de los refugiados y uno después de la anexión ilegal rusa de Crimea y el inicio de la guerra de Donbás, en Ucrania. El país ha instalado 230 kilómetros de los 283,6 planeados. De estos, 148,8 kilómetros serán para una valla permanente, de los que ya se han construido 95,2. Estonia está levantando también una barrera de 2,5 metros de alto con el país vecino, por tramos. Ha terminado el primero, de 23 kilómetros, que empezó en mayo de 2020, y está ya con el siguiente, de 35 kilómetros, que espera terminar antes de 2025.
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