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Pedro Borges: “La vida de los negros en Brasil seguirá siendo dura”

El cofundador de ‘Alma Preta’, un medio especializado en la temática racial, asegura que es imposible negar el racismo en la sociedad brasileña

Santiago Torrado
periodista brasileño Pedro Borges, cofundador y editor de 'Alma Preta'.
El periodista brasileño Pedro Borges, cofundador y editor de 'Alma Preta'.Alma Preta (Cortesía)

En un país donde más de la mitad de la población se autodefine como negro o mestizo (56%), los favoritos para llegar a la Presidencia de Brasil en las elecciones de este domingo son hombres blancos: Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro. También sus fórmulas vicepresidenciales. En el primer debate, no solo no había ningún candidato negro, tampoco había ningún periodista negro, subraya Pedro Borges (São Paulo, 30 años), cofundador y editor de Alma Preta, una agencia especializada en la temática racial. “El racismo en Brasil es tan fuerte que el segmento más grande de la población es tratado como una minoría”, apunta.

“Al mismo tiempo que tenemos un Gobierno de extrema derecha, que en ciertos momentos coquetea con el fascismo, asistimos al fortalecimiento del movimiento negro, especialmente de las mujeres negras”, valora Borges sobre el momento que atraviesa Brasil. “El país del mito de la democracia racial ya no existe. Terminó. El movimiento negro, de manera victoriosa, tensó la discusión y fue imposible negar la existencia del racismo en la sociedad brasileña”.

Pregunta. ¿Brasil sigue siendo entonces un país racista?

Respuesta. Brasil fue construido y creado a partir de la noción de raza y racismo. Durante 388 años, el trabajo en Brasil estuvo restringido a las personas negras. El país es la nación que más seres humanos secuestrados ha recibido de África, el mayor crimen de la humanidad. Brasil también formuló toda su economía sin cambiar la estructura social de desigualdad, lo que permitió el mantenimiento legal del privilegio racial blanco. Si analiza cualquier estadística brasileña, verá hombres blancos en lo más alto, luego mujeres blancas, hombres negros y, por último, mujeres negras. Brasil es un país didáctico en lo que respecta a la exclusión y la segregación.

P. La idea de un país mestizo, de armonía entre razas, es entonces un mito...

R. Brasil logró una proeza, que fue vender al mundo la idea de que somos un país ordenado, que vivimos en armonía de razas. Somos una de las naciones más violentas para ser mujer, LGBTQIA+, pobre y negro. Las estadísticas de violencia en el país indican que el perfil de la violencia urbana y policial es siempre el mismo, jóvenes negros.

P. ¿Por eso la sociedad necesita medios especializados en temas raciales, como Alma Preta?

R. Brasil tuvo un primer debate de candidatos a la presidencia de la república sin ningún candidato negro, ni ningún periodista negro. Ninguno. Somos el segundo país con más negros del mundo, después de Nigeria. La mayoría de los negros de la llamada diáspora africana están aquí en Brasil. Pero para los procesos de toma de decisiones del país, hay un espacio de poder creado con solo gente blanca, en su mayoría hombres. Este escenario da la dimensión de la importancia del trabajo de Alma Preta.

P. Las dos fórmulas presidenciales favoritas tienen como candidatos a hombres blancos, tanto a presidente como a vicepresidente.

R. Un retrato de Brasil. Lo que fue diferente en un período reciente fue Dilma Rousseff, quien sufrió un golpe [de Estado] político. Todo esto porque estaba en el poder un proyecto nacional desarrollista, con deseo de distribuir la renta, en mayor medida, y de reducir las desigualdades sociales, en menor medida, con el protagonismo de una mujer. Dilma Rousseff es una persona blanca y ha pasado por todo eso. Es necesario que Lula gane. El proyecto fascista de Bolsonaro se debe derrotar. Pero hay que tener los pies en la tierra, la vida de los negros en Brasil seguirá siendo dura.

P. ¿Cómo evalúa al Gobierno de Bolsonaro?

R. Bolsonaro ha cumplido lo que prometió. Se le puede acusar de muchas cosas, pero no de haber hecho publicidad engañosa. Dijo que no daría espacio a grupos sociales marginados, que no demarcaría tierras indígenas y que armaría a la población. Hizo todo eso. Lo que no consiguió no fue por falta de voluntad, sino porque todavía hay un resquicio de institucionalidad democrática en Brasil. El Supremo Tribunal Federal, y en menor medida el Congreso, fueron contrapesos del actual presidente en determinadas circunstancias. Por lo tanto, por cumplir lo que prometió y por ser un hombre negro, criado en las afueras de la ciudad de São Paulo, solo puedo considerar trágico su Gobierno. Las desigualdades aumentaron, la pobreza creció, Brasil sigue siendo un país violento y ahora con más gente armada en las calles.

P. ¿Qué representan las ideas del Partido de los Trabajadores, y de Lula, para un joven afrobrasileño?

R. Entre los presidentes brasileños del período democrático, Lula fue el mejor. No hay discusiones al respecto. Es con Lula que los jóvenes negros ingresan a las universidades brasileñas y que se construyen programas de distribución de ingresos, como Bolsa Familia. La entrada de negros en las universidades parece algo pequeño, pero no lo es. Más que eso, los jóvenes negros se empezaron a amar. Y aquí hablo de amor no como un sentimiento pequeño y romántico, sino como una fuerza transformadora. Con nuestro cabello, trenzas y orgullo comenzamos a exigir más cambios. El primer periodo de Lula, sin embargo, tiene contradicciones.

P. En Colombia fue elegida este año por primera vez vicepresidenta una mujer negra, la ambientalista Francia Márquez, fórmula de Gustavo Petro. ¿Ha impactado eso en Brasil?

R. El movimiento negro brasileño estaba muy emocionado con la victoria de Petro y Francia Márquez. Brasil, lamentablemente, no siguió el ejemplo. Lula invitó a ser su vice a Geraldo Alckmin, representante de sectores conservadores de la sociedad y exgobernador del estado de São Paulo, responsable de gestionar una de las fuerzas policiales más violentas del país.

P. ¿Los seguidores de Bolsonaro han logrado apropiarse de símbolos de Brasil como la bandera y la camiseta de la selección?

R. Lo hicieron. Se volvió feo llevar la camiseta de la selección brasileña de fútbol o la bandera del país. Sin embargo, existe un movimiento para recuperar estos símbolos, con artistas progresistas y negros que utilizan estas marcas de orgullo nacional. La camiseta de la selección brasileña de fútbol es un ejemplo que muestra la complejidad de Brasil. El país es reconocido internacionalmente en el deporte por el talento de los deportistas negros, que sufrieron y sufren el racismo en el país.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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