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Luigi Di Maio abandona el Movimiento 5 Estrellas y provoca una gran escisión

La negativa de los ‘grillinos’ a enviar armas a Ucrania ha sido el pretexto para marcharse del partido con el que ganó las pasadas elecciones y llevarse más de 50 parlamentarios

Luigi Di Maio Movimiento 5 Estrellas
Luigi Di Maio, ministro de Exteriores de Italia, ayer en el Senado.Alessia Pierdomenico (Bloomberg)

La política italiana dio el martes una muestra más de su capacidad autodestructiva. También de su obsesiva necesidad de reproducirse a través de la ruptura. El escenario de la refriega, esta vez, era la guerra de Ucrania y la decisión del Gobierno de seguir enviando armas al país invadido. El Movimiento 5 Estrellas (M5S), sin embargo, se oponía discretamente y pedía que se votase en el Parlamento la decisión. Por eso, el que fue su líder y que hoy ocupa el cargo de Ministro de Exteriores abrió una batalla pública que terminó con su abandono definitivo de la formación. Un movimiento explosivo que devuelve la inestabilidad al país y que, fundamentalmente, constituye la antesala de la destrucción del partido antisistema que contribuyó a fundar y con el que ganó las últimas elecciones celebradas en Italia.

Luigi Di Maio, nacido en un pueblo a las afueras de Nápoles hace 35 años, ha hecho más cosas que la mayoría de políticos a su edad. Fue vigilante del estadio San Paolo, contribuyó luego a fundar un partido antisistema, se convirtió en el vicepresidente de la Cámara de Diputados más joven de la historia, prometió abolir la pobreza y abrazó el euroescepticismo. Luego tomó las riendas del Movimiento 5 Estrellas, arrasó en las últimas elecciones con el 33%, fue vicepresidente del Gobierno y dijo una cosa y la contraria sobre la gran mayoría de temas. Hoy, convertido en ministro de Exteriores del Gobierno de Mario Draghi, ha abandonado su partido y ha creado un grupo nuevo que apuntalará al Ejecutivo y le otorgará el perfil —y la capacidad de sobrevivir en las instituciones— que el M5S le negaba. Y a pesar de este recorrido, Di Maio anunció su nuevo proyecto de este modo: “Se ha acabado la época de la hipocresía”. Se refería a su ya viejo partido.

Di Maio explicó su decisión en una rueda de prensa en la que parecía que nunca hubiese dicho todo lo contrario de lo que estaba ahora proponiendo. Pero asestó así un golpe casi mortal a su formación. Un partido en caída libre en las encuestas y muy mermada ya por la pérdida de parlamentarios (más de un centenar esta legislatura). El M5S, liderado por el ex primer ministro Giuseppe Conte, vuelve a perder un enorme pedazo de su capital humano y político: incluidos ministros y secretarios de Estado. Pero también a un grupo nutrido de parlamentarios —unos 50— que no podían ni ver a Conte. El nuevo grupo se llamará Insieme per il futuro (Juntos por el futuro) y, se supone, tendrá una vocación europeísta, institucional y moderada. Todo lo contrario de los pilares sobre los que Di Maio edificó la victoria en los últimos comicios. La pregunta que se hacen muchos ahora —incluido Matteo Salvini, que lo verbalizó— es si Di Maio sigue estando legitimado para continuar siendo ministro de Exteriores.

El motivo oficial de la ruptura es que un grupo de senadores del M5E había preparado un borrador de resolución para pedir este martes al Ejecutivo que no enviase más armas a los ucranios. El documento, que hizo las delicias de la embajada rusa, no fue finalmente presentado en la sesión informativa del Senado en la que compareció este martes Draghi. Pero Di Maio lo aprovechó para acusar al partido de alejarse de los valores de la Unión Europea y de la OTAN y de “poner en riesgo la seguridad de Italia”. “Han intentado llevar la contraria y atacar la estabilidad del gobierno por razones ligadas a la propia crisis electoral. La guerra no es un show mediático. Es atroz y verdadera. Y las personas muertas son reales. Hay que elegir de qué parte de la historia estar”, lanzó mientras acusaba a su ya expartido de ser filoputiniano. La guerra, sin embargo, es solo el pretexto utilizado para una ruptura que se cocinaba desde hacía semanas en los sanedrines grillinos.

El espíritu de supervivencia de los parlamentarios en fuga aporta algunos datos. La regla autoimpuesta por el M5S que prohibía realizar más de dos mandatos a sus cargos electos debía confirmarse en los próximos días. Si se aplicaba, varias decenas de parlamentarios acababan con su aventura pública. Y todos esos parlamentarios y políticos que habían alcanzado el más alto nivel de las instituciones —también salarios y pensiones vitalicias que dependen de la duración de su mandato— no estaban dispuestos a marcharse a su casa. Esta será su nueva oportunidad.

La decisión de Di Maio debe leerse también como un movimiento estratégico de final de legislatura y de preparación de la próxima campaña. Las próximas elecciones se celebrarán, previsiblemente, la primavera de 2023. Y hay ya en marcha un proceso de construcción de un espacio de centro que no ha tenido dueño en Italia desde la desaparición de la vieja Democracia Cristiana. Un grupo de políticos ha sacado la calculadora y cree que esa franja ideológica puede ser decisiva en los siguientes comicios. Di Maio, el más democristiano de los antisistemas, quiere apuntar en esa dirección con su nueva formación.

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La implosión del M5S, sin embargo, abre ahora una etapa de incertidumbre e inestabilidad que podría afectar al Ejecutivo. Los grillinos eran hasta hoy el grupo parlamentario más nutrido y el socio mayoritario del Gobierno de unidad que preside Mario Draghi. Ya no es así, como recordó el propio Di Maio hurgando la herida. Y no está claro si Giuseppe Conte querrá seguir sosteniendo a un Ejecutivo al que está haciendo oposición en temas como el de Ucrania y por culpa del cual ha visto cómo su partido se descomponía una vez más. Draghi, como es costumbre en él, no dio muestras de inquietud. “¿Preocupado por el Gobierno? No”, señaló durante su comparecencia en el Senado. La realidad es que la implosión de M5S abre una nueva era. Y, sobre todo, cierra un capítulo marcado por el auge de un partido nacido del descontento ciudadano y en vías de perecer por su propia naturaleza antisistema.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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