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El Movimiento 5 Estrellas quiere expulsar a su principal ministro por criticar al partido sobre la guerra

El ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, que lideró el partido y obtuvo su mejor resultado de la historia, ha criticado las posiciones de Giuseppe Conte en el tema de Ucrania y ha provocado una fractura

Luigi Di Maio guerra Ucrania
El ministro de Exteriores de Italia y miembro del M5S, Luigi Di Maio, el pasado febrero en Moscú.SHAMIL ZHUMATOV (AP)
Daniel Verdú

El Movimiento 5 Estrellas (M5S), el partido que ganó las últimas elecciones generales en Italia y obtuvo en 2018 el 33% de los votos, atraviesa una prolongada caída que lo acerca cada vez más a la descomposición. La formación antisistema, signo entonces de unos tiempos convulsos y euroescépticos, no ha logrado sobreponerse a todos sus errores. La última implosión ha sido provocada por las duras críticas del actual ministro de Exteriores y exlíder de la formación, Luigi Di Maio, al jefe del partido, Giuseppe Conte. Este fin de semana le acusó de tener una línea alejada de la Unión Europea y de la OTAN respecto al conflicto ucranio, lo que desencadenó la ira del ex primer ministro y de parte de la militancia. El partido discute ahora si debe expulsar a Di Maio y cerrar así un capítulo de su historia. El riesgo, después de haber perdido decenas de parlamentarios y votantes en esta legislatura, es que clausure también su propia andadura.

El M5S celebró el domingo por la noche un consejo nacional extraordinario donde discutió la cuestión hasta la madrugada y puso a Di Maio, de 37 años y que fue vicepresidente del Gobierno italiano, en la diana. “Está más fuera que dentro. Falta el respeto al partido, al líder. Y practica un doble juego”, explica una fuente del M5S a este periódico. Él respondió que se sentía atacado y que veía mucho odio en la formación que había dirigido. También que no podía reconocerse en ese aire anti Gobierno que destila hoy el partido que contribuyó a fundar y cuyas riendas le confió el cómico Beppe Grillo. Es el mismo Di Maio que durante su etapa de líder del M5S denunció la cercanía de los partidos con un supuesto establishment; el mismo político que llegó a proponer una censura al presidente de la República, Sergio Mattarella, y a viajar a Francia de tapadillo para reunirse con el movimiento de los chalecos amarillos.

El conflicto se escenificará hoy en el Senado, cuando el primer ministro, Mario Draghi, comparecerá para informar sobre la posición de Italia en el Consejo Europeo del miércoles. El M5S quiere aprovechar para presentar una resolución contra el envío de armas a Ucrania que agudizaría todavía más la división.

La guerra interna en el M5S muestra varios elementos más que la propia refriega entre los dos líderes. Desde hace tiempo, el Gobierno de unidad que preside Draghi en Italia ha creado una fractura entre los ministros que lo integran y sus respectivos partidos. El Gabinete ha formado una suerte de partido asumiendo las tesis del primer ministro, muchas veces alejadas de las de las propias formaciones, especialmente en el tema de la guerra en Ucrania. En muchas ocasiones, los ministros se han visto obligados a elegir entre las directrices del partido y las que se proponían desde el Palacio Chigi: la mayoría de veces ha triunfado la opción de Gobierno.

El caso de Di Maio, convertido en el mayor defensor de las tesis de Draghi y en adalid de los valores de la UE y la OTAN ―durante mucho tiempo propuso que Italia dejase de formar parte del club europeo— es paradigmático. Pero ha sucedido también con los ministros de Forza Italia (como Mara Carfagna, Mariastella Gelmini o Renato Brunetta), que han terminado enfrentados en mayor o menor medida con Silvio Berlusconi. Incluso se ha visto ese desajuste en La Liga con Giancarlo Giorgetti, ministro de Desarrollo Económico y otrora hombre de confianza de Matteo Salvini, convertido hoy en el principal foco de oposición interna. El caso de Di Maio, sin embargo, es algo distinto.

Los intereses del ministro de Exteriores, un autodidacta sin apenas conocimientos ni estudios cuando entró en política, hace tiempo que se separaron de los de su partido. Los movimientos de ruptura coinciden con la próxima confirmación de la regla interna del M5S de la limitación de dos mandatos, según la cual Di Maio no podría optar a unas siguientes elecciones y perdería todos sus cargos, responsabilidades y privilegios al llevar ya ocho años en la política activa. El grillino estaría ya preparando su salida del partido ―en el M5S lo daban ayer por hecho— y la entrada a un gran grupo de centro que concurriría a las próximas elecciones. Unos 20 parlamentarios, señalaba el lunes La Repubblica, estarían dispuestos a seguirle si pone rumbo a otro proyecto.

El M5S es un barco a la deriva, y Di Maio lo sabe. El partido que lidera Conte ha logrado en las últimas elecciones locales una media del 3% de los votos. El partido no sabe, ni siquiera, si Giuseppe Conte será el candidato a los próximos comicios. Un problema para el Partido Democrático, que había apostado el éxito de la siguiente campaña a la formación de una coalición con los grillinos. El vacío que dejan ha impulsado los movimientos para crear un gran grupo de centro. Un espacio ideológico sin dueño desde la descomposición de la vieja Democracia Cristiana. El partido, en realidad, en el que más encajaría hoy el perfil de Di Maio.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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