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Hungría logra excluir al patriarca Kiril del sexto paquete de sanciones de la UE a Rusia

El texto legal de los nuevos castigos, que incluye el embargo parcial del petróleo ruso, sale adelante tras el impulso político logrado por los Veintisiete en la última cumbre

El patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kiril, junto al presidente de Rusia, Vladímir Putin, en una imagen de 2018.
El patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kiril, junto al presidente de Rusia, Vladímir Putin, en una imagen de 2018.Mikhail Svetlov (Getty)
Guillermo Abril

La Unión Europea ha aprobado formalmente este jueves el sexto paquete de sanciones, el más costoso de negociar hasta la fecha, y sobre el que Hungría ha dejado finalmente una huella indeleble: no solo ha logrado exenciones que prácticamente exoneran al país de seguir el embargo del petróleo ruso en el medio plazo; el atasco en las discusiones se ha prolongado entre los embajadores de los Veintisiete por culpa de uno de los pesos pesados incluido en la lista de sancionados, el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kiril, uno de los más ardientes altavoces de la invasión de Ucrania. El Gobierno de Viktor Orbán exigía retirar su nombre y finalmente, tras dos días de debates, ha logrado su objetivo.

Josep Borrell, alto representante de la UE para la Política Exterior, de viaje oficial en Jordania, se ha mostrado “desazonado” por la decisión. “Es la prueba de que la política exterior europea no puede avanzar con la unanimidad porque se impone la voluntad del país más reticente”, ha asegurado en declaraciones a EL PAÍS.

El acuerdo, en cualquier caso, pone el broche a unas discusiones que arrancaron hace ya casi un mes, cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, propuso en un discurso ante el Parlamento Europeo un nuevo paquete de sanciones con el embargo “total” al petróleo de Moscú en el centro de la diana. Las negociaciones se enquistaron enseguida entre los Veintisiete, hasta el punto de poner en jaque la unidad del bloque comunitario, con Hungría, Eslovaquia y República Checa, tres países altamente dependientes del crudo ruso por oleoducto, reclamando concesiones para salvaguardar su seguridad energética.

Los líderes europeos, reunidos el pasado lunes y martes en una cumbre en Bruselas, lograron un punto de equilibrio con una fórmula diluida, que permitirá un embargo parcial del 90% del petróleo ruso a final de año, golpeando en primer lugar al oro negro que fluye hacia la UE por barco, pero dejando fuera los envíos de crudo por tubería hacia Hungría y el resto de los países remisos, Estados miembros sin salida al mar y alimentados de crudo mediante el ramal sur de la red de oleoductos rusos Druzhba (amistad, en ruso). El oro negro de Rusia seguirá también llegando por tubería hasta Alemania y Polonia, a través del ramal norte de Druzhba, que cruza a la UE por Bielorrusia. Pero estos dos socios se han comprometido a desconectarse totalmente a finales de 2022.

Tras el acuerdo político alcanzado al filo de la medianoche del pasado lunes entre los 27 jefes de Estado y de Gobierno, quedaba reflejar las represalias contra el régimen de Vladímir Putin en forma de textos legales: a esto es a lo que acaban de dar su visto bueno los embajadores ante la UE. El pacto, además, excluye del sistema de pagos SWIFT a tres entidades financieras rusas más, entre ellas el primer banco del país, Sberbank, y prohíbe la emisión en la UE de tres canales de televisión.

Pero las sanciones no incluyen, en cambio, al patriarca Kiril. Las discusiones sobre esta prominente figura no han sido una sorpresa de última hora. El Gobierno de Hungría, capitaneado por Viktor Orbán, ya había avisado que pediría la retirada de su nombre de una lista negra en la que, según un borrador al que tuvo acceso EL PAÍS, iba acompañado de un buen puñado de altos mandos militares de Rusia a los que el bloque comunitario considera responsables de crímenes atroces cometidos contra la población ucrania, como el coronel general Mijaíl Mizinstev y el coronel Azatbek Asanbekovich Omurbekov, conocidos como los carniceros de Mariupol y Bucha, respectivamente.

Tras casi un mes, Budapest ha logrado la retirada del religioso de entre las personas sancionadas, contra quienes se decreta la congelación de sus bienes y la prohibición de entrada en territorio comunitario. La cifra de represaliados por la UE se eleva en estos momentos a 1.091 individuos, incluidos 30 oligarcas y numerosos políticos, entre quienes destacan el mismísimo Putin y su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov (a ellos se les sigue permitiendo la entrada en la Unión, para dejar abierta una vía diplomática).

El listado provisional en el que figuraba el patriarca definía una batería de motivos para incluir su nombre: Vladímir Mijaílovich Gundiayev, el patriarca Kiril de la Iglesia ortodoxa rusa, nacido en Leningrado (hoy San Petersburgo) en 1946, decía el texto, es “aliado desde hace tiempo del presidente Vladímir Putin”; se trata de una persona que considera al líder del Kremlin “el único defensor de la cristiandad en el mundo”. El religioso, una de las figuras más influyentes del país, describió la victoria de Putin en las elecciones presidenciales de 2012 como un “milagro de Dios”; Kiril “se ha convertido en uno de los más destacados partidarios de la agresión militar rusa contra Ucrania”, detallaba la propuesta, hoy desechada.

El 27 de febrero de 2022, durante un sermón celebrado en la catedral de Cristo Salvador de Moscú, el patriarca respaldó oficialmente la autodenominada por el Kremlin “operación militar especial” de Rusia en Ucrania. Además, según aquel texto, “Kiril bendijo a los soldados rusos que luchan por el mundo ruso y la santa Rusia en Ucrania”. El 6 de marzo, durante otro sermón, describió las acciones militares como una guerra “contra el mal” y una “operación de limpieza religiosa” mediante la cual se lleva a cabo la purificación espiritual de Ucrania. “Kiril sigue difundiendo el mensaje de que el territorio de Donbás y otras zonas ucranias pertenecen a la Santa Rusia y, por tanto, deben ser purificadas de enemigos tales como los partidarios de los decadentes valores occidentales”. La UE consideraba entonces que sus actos “socavan o amenazan la integridad territorial, la soberanía y la independencia de Ucrania, así como la estabilidad y la seguridad del país”.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.

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