El ministro de Exteriores de Ucrania: “No tenemos otra opción que ganar esta guerra, cueste lo que cueste”
Dmitro Kuleba recalca la necesidad de recibir armas occidentales para mejorar la posición de Ucrania ante Rusia. “Las condiciones para negociar las define el campo de batalla”, asegura mientras reclama para su país la condición de candidato a entrar en la UE
Dmitro Kuleba, ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, expresa en esta entrevista [cedida a EL PAÍS en el marco de la alianza de medios europeos LENA] su asombro ante la circunstancia de que los mismos políticos que fueron humillados por el presidente ruso, Vladímir Putin, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, digan que no hay que humillar a Rusia. Kuleba acusa a Alemania de actuar con torpeza en la entrega de armas a Ucrania.
Pregunta. La guerra de Rusia contra Ucrania dura ya casi dos meses y medio. Usted y su presidente, Volodímir Zelenski, parecen convencidos de que su país puede ganar la guerra. ¿Qué les hace ser tan optimistas?
Respuesta. Vemos que somos capaces de luchar y también de ganar. También vemos que el suministro de armas fluye sin interrupción. Necesitamos tres elementos para lograr la victoria: la resistencia, carácter y capacidad combativa de Ucrania; el suministro de armas imprescindibles y las sanciones a Rusia. Si los tres factores convergen, ganaremos esta guerra.
P. ¿Cómo sería la victoria? El presidente Zelenski habla ahora incluso de recuperar las regiones que Rusia conquistó en 2014.
R. En la guerra todo puede cambiar en un solo día.
P. Porque es una situación dinámica.
R. Sí. Y las condiciones para las negociaciones las define el campo de batalla, y no al revés. Ahora nos sentimos más seguros a la hora de combatir, y por eso nuestra postura en las negociaciones también se ha vuelto más dura. Si la situación en el campo de batalla diera un giro, Rusia se encontraría en una posición más favorable.
P. Es decir, que los éxitos ucranios en el campo de batalla determinan su posición en las negociaciones.
R. Sí, pero el problema es que Rusia no muestra ninguna voluntad de que las negociaciones sean reales y sustantivas. Y nosotros vemos la ofensiva en Donbás y los ataques en la región de Jersón, o los interminables ataques con misiles en todo el país. De momento, da igual en qué lugar de Ucrania te acuestes. Aunque duermas a 1.000 kilómetros del frente, no hay garantía de que te despiertes vivo al día siguiente, porque si un misil alcanza tu ciudad, cualquiera puede convertirse en objetivo. Está muy claro que los rusos no quieren negociar y prefieren la guerra. Nosotros, por el contrario, estamos dispuestos a negociar, pero a lo que no estamos dispuestos es a aceptar los ultimátums de Rusia. Si nos obligan a la guerra, responderemos.
P. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dice que la guerra todavía podría durar meses o incluso años. ¿Pueden el ejército y el pueblo ucranio y la economía del país resistir tanto tiempo?
R. La pregunta más repetida antes de la guerra era cuánto tiempo podría resistir Ucrania ante Rusia. Algunos nos daban 48 horas, otros 72. Ahora la pregunta es cuántas semanas o cuántos meses podemos seguir aguantando. Es bueno que la gente tenga más confianza en nosotros ahora que antes de la guerra, pero nosotros no nos hacemos esa pregunta. Porque como nación y como país soberano, no tenemos otra opción que ganar esta guerra, cueste lo que cueste. Perderla significaría que Ucrania dejaría de existir. Si alguien cree que Putin se compadecería de nosotros, está muy equivocado. Putin no nos deja más elección que luchar por nuestra existencia. Por eso, yo formularía la pregunta de otra manera: no cuánto tiempo podemos aguantar, sino qué coste tendrá seguir luchando. En lo que se refiere a vidas humanas, estamos devastados, sufrimos crímenes de guerra, atrocidades y bajas en el frente, pero como país, estamos dispuestos a enfrentarnos a este desafío mortal, porque hay mucho en juego.
P. ¿Y cuál es la situación económica?
R. La guerra ha perjudicado más a nuestra economía que las sanciones a la rusa. Las sanciones son muy importantes y tienen efecto, pero no podrán detener la máquina bélica rusa mientras Europa siga comprando petróleo y gas a Rusia.
P. De hecho, los ingresos de Rusia por las exportaciones de energía han aumentado porque los precios han subido.
R. Esa es la cuestión. El presupuesto ruso tiene superávit gracias al gas y al petróleo. Es verdad que otros sectores tienen enormes problemas. Es el caso del sector minorista y de la industria armamentística. Y aunque, a largo plazo, la economía rusa quedará destruida, a corto plazo está en mejor posición que la nuestra. Por eso pedimos a nuestros amigos y socios que nos ayuden económicamente y nos permitan seguir luchando.
P. ¿Por qué cree que Alemania ha sido tan reacia a entregar armas durante meses?
R. Creo que hay que remontarse a la época previa a la guerra, cuando el canciller Olaf Scholz hizo un verdadero esfuerzo por evitarla digno de elogio. Scholz llamó varias veces al presidente Putin, y este les aseguró a él y al presidente Macron, entre otros, que no tenía intención de atacar a Ucrania. Y cuando se produjo el ataque, el canciller y los demás líderes se escandalizaron porque Putin les había mentido. Cuando Alemania se encontró ante una mentira tan flagrante, ante una traición política, se produjo un cambio radical de postura. El canciller anunció inmediatamente un giro de 180 grados en el tema de las armas y un nuevo rumbo en relación con Rusia. Fue un cambio justo y muy bien acogido, así que no puedo quejarme de que Alemania no sea capaz de tomar medidas valientes y necesarias, porque ha demostrado que sí lo es.
P. En lo que respecta a las sanciones, en un primer momento Alemania también actuó como un freno.
R. Al principio, Alemania se mostró más reacia que los demás. Sin embargo, ahora veo una actitud claramente diferente. Desempeña un papel fuerte, incluso de liderazgo, en el embargo de petróleo. Si Alemania quiere, puede encontrar soluciones y ponerse a la cabeza. En cambio, en lo que respecta a las armas, todavía estamos en una fase de torpeza en las decisiones.
P. ¿Espera que Alemania también apoye la candidatura de Ucrania a la Unión Europea?
R. Alemania también debería asumir un papel de liderazgo. Y me gustaría entender por qué no estamos avanzando en este sentido. No se trata solo de proporcionarnos armas. También se trata de dar al pueblo de Ucrania la esperanza de que no lucha solo por nuestro propio país y por nuestro derecho a existir como nación, sino también por un futuro mejor en el que Ucrania forme parte de la UE. No se trata de una adhesión inmediata, sino de obtener la condición de candidato que ancle jurídicamente a Ucrania en el camino de la integración europea.
P. Que a las palabras les sigan los hechos.
R. Eso es. La condición de candidato solo es el principio de un largo proceso. Defendemos el modo de vida y los valores europeos en Ucrania porque queremos que nuestro país se construya sobre esos valores. Aceptamos con agrado las buenas palabras, pero sería bueno que la UE también nos asegurara un lugar en su espacio político. La única decisión que puede aceptar Ucrania es que se nos conceda la condición de candidato. No queremos más decisiones a medias. Esta guerra es el resultado de las medidas y las decisiones tomadas con poca convicción durante los últimos años por todas las partes, nosotros incluidos.
P. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, redefinió los objetivos de la ayuda militar occidental. Dijo que se trata de causar tales destrozos al ejército ruso que no pueda lanzar otra guerra como la de Ucrania durante mucho tiempo. ¿Es un objetivo realista?
R. ¿Por qué no? Hay que detener la maquinaria bélica rusa. Los ucranios somos los que más invertimos en el esfuerzo porque sacrificamos nuestras vidas y destruimos la maquinaria en nuestro suelo. Otros países pueden ayudarnos suministrando armas y utilizando las sanciones para impedir que la industria armamentística rusa sustituya el armamento pesado destruido por otro nuevo de producción propia.
P. ¿Cómo encaja esto con la declaración del presidente francés, Emmanuel Macron, de que no hay que humillar a Rusia?
R. Una de las causas de esta guerra ha sido que todo el mundo intentaba siempre ofrecer a Putin una solución que le permitiera salvar la cara. Cuando Putin lanzó el ataque, mandó un mensaje claro: no necesito soluciones para salvar la cara. Estoy dispuesto a traspasar líneas, a cometer crímenes de guerra, con tal de alcanzar mis objetivos políticos. Cuando vuelvo a oír que habría que encontrar soluciones que preservaran la dignidad de Putin me quedo perplejo. Lo que yo les pregunto a esas personas es qué más tiene que pasar para que entiendan que Putin no necesita nada de eso, que no las va a respetar si se lo ofrecen. Putin mintió descaradamente a Macron diciendo que no iba a atacar a Ucrania. Rusia ha humillado a todos los que intentaban evitar la guerra. Cuando esas mismas personas vuelven a decir que no deberíamos humillar a Rusia, no puedo entenderlo.
P. Según algunos informes, más de un millón de ucranios han sido deportados a Rusia, entre ellos 200.000 niños. ¿Qué pretende Rusia con ello?
R. Este es uno de los temas de los que más me cuesta hablar. Lo que está haciendo Rusia es un crimen de guerra, porque, de hecho, es una deportación forzada. Al principio era propaganda para mostrar que la gente huía de lo que Rusia llama el “régimen de Kiev”. Utilizan a la gente. Otra razón de la que no tengo pruebas por el momento, pero sobre la que me atrevo a especular, es que a Rusia, que es inmensa, le falta capital humano. Lo digo porque vemos que muchos ucranios son trasladados a zonas remotas del país y obligados a establecerse en ellas. Rusia intenta solucionar su falta de capital humano con deportaciones forzosas.
P. El presidente Zelenski, su ministro de Defensa y usted han estado sometidos a una enorme presión estos meses para salvar a su país de la aniquilación. Ningún político europeo había tenido que pasar por una experiencia semejante desde la II Guerra Mundial. ¿Cómo hace para convivir con la presión?
R. Cada noche me fumo un puro. Es mi manera de meditar. Me ayuda mucho. La otra manera de seguir en marcha es un cachorro de perro de Mariupol que he adoptado. Cuando salgo del despacho, juego con él. En la guerra sufren tanto las personas como los animales. Y hay un dicho que dice que si se salva una vida humana, se salva al mundo entero. Eso me da esperanza. El tercer elemento que me permite seguir adelante es el trabajo en equipo del Gobierno. Cuando el presidente se quedó en Kiev durante las horas más oscuras a pesar de estar amenazado de muerte, nos enseñó lo que es el verdadero valor. Eso estrechó nuestros lazos como equipo: el presidente, su jefe de gabinete, el primer ministro, el presidente del Parlamento. Nos apoyamos mutuamente para seguir intentándolo todo. Cuando veo la tarea que asume el presidente, mi cansancio es lo de menos. Recargo las pilas y sigo adelante
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