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Scholz, en su discurso a los alemanes el 8 de mayo: “Estoy convencido de que Putin no ganará la guerra”

El canciller explica a la población su política con respecto a Ucrania en la conmemoración del fin de la Segunda Guerra Mundial. Equiparar la invasión con la lucha contra el nazismo es “una distorsión vergonzosa de la historia”, denuncia

Elena G. Sevillano
Scholz Alemania
El canciller alemán, Olaf Scholz, durante el discurso televisado que ha dirigido en la conmemoración de los 77 años del fin de la Segunda Guerra Mundial.Andreas Gora / POOL (EFE)

El 8 de mayo es una fecha muy simbólica en Alemania. Marca el fin de la Segunda Guerra Mundial, el cierre de la etapa más oscura de su historia reciente y el inicio de un largo camino de expiación de culpas y de asunción de responsabilidades. Este año, sin embargo, la celebración está marcada por la guerra en Ucrania. El canciller alemán, Olaf Scholz, aprovechó la conmemoración de los 77 años de la derrota del nazismo para dirigir un desacostumbrado mensaje en televisión a sus conciudadanos en el que lamentó que “hoy la fuerza bruta vuelve a violar la ley en medio de Europa”, se mostró orgulloso de la unidad de los aliados y dijo estar convencido de que “Putin no ganará la guerra”.

Scholz se refirió al 8 de mayo como el “día de la liberación” y recordó que la lección más importante que ha aprendido Alemania es el “¡Nunca más!” a la guerra, el genocidio y la tiranía. Por eso, dijo, el país solo puede estar del lado de la ley y la libertad: “Apoyamos a Ucrania en contra del agresor”. El canciller reconoció que Alemania ha tomado decisiones difíciles y de gran alcance en las últimas semanas, algunas de ellas inauditas como el envío de armas a gran escala a una zona de guerra, y dijo que entiende la preocupación que pueden sentir muchos alemanes de que el conflicto se extienda. “Sería un error descartarlo”, aseguró: “Pero al mismo tiempo, el miedo no puede paralizarnos”.

Scholz se refirió también a la equiparación de la invasión con la lucha contra el nazismo, una retórica que ha estado empleando el Kremlin desde el inicio de lo que llama eufemísticamente “operación militar especial”. Para el canciller, eso es “una distorsión vergonzosa de la historia”. “Es nuestro deber decirlo claramente”, añadió.

El canciller se ha enfrentado a muchas críticas, tanto fuera como dentro de Alemania, por su tardanza a la hora de dar el visto bueno al envío de tanques a Kiev y por oponerse inicialmente a los embargos a la energía rusa por temor a destrozar la economía alemana. En su discurso explicó que sus decisiones se han basado en cuatro principios: no actuar de forma aislada sino en coordinación con los aliados; mantener la capacidad defensiva del Ejército alemán; no perjudicar más a Alemania y a sus socios que a Rusia, y evitar que la OTAN tome parte en la guerra. “Que no debe haber más guerras mundiales —especialmente entre potencias nucleares— es también una lección del 8 de mayo”, aseguró.

“No debe haber una paz dictada por Rusia”

Scholz subrayó que nadie puede saber cuándo y cómo terminará la guerra, pero sí que “no debe haber una paz dictada por Rusia”. “Los ucranios no aceptarán eso, y nosotros tampoco”, añadió. El canciller valoró que “pocas veces” ha existido tanta unidad entre los socios occidentales. “Estoy profundamente convencido: Putin no ganará la guerra. Ucrania existirá. La libertad y la seguridad prevalecerán, como triunfaron hace 77 años”.

En Alemania se han celebrado este domingo numerosos actos conmemorativos con motivo del 77 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Alrededor de 1.600 policías se han desplegado solo en Berlín en previsión de que se pudiera producir algún enfrentamiento entre manifestantes prorrusos y proucranios. Las autoridades decidieron el viernes prohibir la exhibición de las banderas de ambos países durante el fin de semana. En abril pasado, una caravana de alrededor de 400 vehículos se paseó por el centro de la capital mostrando banderas rusas y el símbolo Z de apoyo a la invasión, una manifestación por la que la alcaldesa de la ciudad, Franziska Giffey, ha recibido numerosas críticas.

En la ciudad hay 15 monumentos conmemorativos del Ejército rojo que liberó a la capital de los nazis, entre ellos uno en pleno centro de la ciudad, en el parque Tiergarten, muy cerca de la Puerta de Brandeburgo. Varias decenas de personas depositaron coronas de flores por la mañana entre gritos de simpatizantes de Moscú y de Kiev. Se oyó “Nazis fuera”, pero también “Melnyk fuera”. Andrij Melnyk es el embajador ucranio en Alemania y uno de las voces más críticas con el Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz. El embajador ha llegado a insultar al canciller porque considera que no está haciendo lo suficiente para ayudar a Ucrania con el envío de armamento pesado. Durante la visita de Melnyk al monumento para dejar una corona, un grupo de jóvenes desplegó una bandera ucrania, que la policía enseguida plegó de nuevo. Entre el público concentrado en la calle del 17 de Junio también se escuchó cómo le llamaban “nazi”.

En paralelo a las celebraciones en Alemania, la presidenta del Bundestag, la socialdemócrata Bärbel Bas, viajó este domingo a Kiev. A efectos de representación, Bas es la segunda figura más importante del estado, tras el presidente, Frank-Walter Steinmeier. Su viaje es, por tanto, el primero de un político alemán de alto nivel desde el inicio de la guerra, y se produce después de una agria polémica entre ambos países por el rechazo de Zelenski a la visita de Steinmeier a mediados de abril.

Una conversación telefónica entre ambos esta semana puso fin a la crisis diplomática. El canciller alemán se había negado a viajar a Kiev en respuesta al desplante sufrido por el presidente de la república. Steinmeier, que fue ministro con el canciller Gerhard Schröder y en dos de los gabinetes de Angela Merkel, es considerado uno de los políticos que han mantenido buenas relaciones con Moscú a lo largo de los años y que han facilitado la enorme dependencia energética que tiene ahora Alemania de los hidrocarburos rusos.

Steinmeier, militante socialdemócrata hasta ser elegido por primera vez presidente en 2018, acusó a Putin de “destruir las bases del orden pacífico europeo conseguido y mantenido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial” en un acto de la federación de sindicatos alemanes celebrado en Berlín. El ataque ruso “es una ruptura con muchas cosas que dábamos por sentadas. Es el final de una época”, añadió, y lamentó que el 8 de mayo, un día muy simbólico en Alemania, sea ahora “un día de guerra”.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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