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Níger se perfila como nuevo centro europeo de operaciones antiyihadistas en el Sahel

Países del Golfo de Guinea como Benín y Costa de Marfil aspiran a acoger parte del despliegue militar francés tras su retirada de Malí, ante el avance del terrorismo en sus regiones norteñas

José Naranjo
Soldados franceses de Barkhane se retiran de la base militar de Gao, en el norte de Malí, el pasado 9 de junio de 2021.
Soldados franceses de Barkhane se retiran de la base militar de Gao, en el norte de Malí, el pasado 9 de junio de 2021.AP

Níger y, en menor medida, los países del golfo de Guinea serán los dos nuevos puntos fuertes de la presencia militar francesa y europea en el Sahel tras el anuncio de la retirada de las tropas de las operaciones Barkhane y Takuba de Malí, que confirmó este miércoles el presidente francés Emmanuel Macron. Níger, amenazado por la violencia terrorista tanto desde el este como desde el oeste, ya formaba parte de la estrategia internacional de la lucha antiyihadista con la presencia en su territorio de bases de drones de Africom (Estados Unidos) y de Barkhane (Francia), pero la inclusión de países como Costa de Marfil, Ghana o Benín coincide con la expansión de la actividad de los grupos armados hacia los estados del golfo de Guinea. La actividad de estos grupos se limita por ahora a las regiones fronterizas del norte, si bien cada vez es más intensa.

El presidente de Níger, Mohamed Bazoum, dio el primer paso en ese sentido este viernes al aceptar de manera explícita la instalación de fuerzas especiales europeas en su territorio a través de Twitter. “Nuestro objetivo es que nuestra frontera con Malí sea segura. Esperamos que después de la partida de Barkhane y Takuba esta área esté aún más infestada y que los grupos terroristas se fortalezcan. Sin embargo, sabemos que pretenden extender su influencia. Por lo tanto, las nuevas bases no estarán lejos de Ménaka y Gao. Acogerán especialmente a Takuba, porque tiene grandes ventajas para nosotros”, aseguró Bazoum.

Sin embargo, el Gobierno de Níger tendrá que actuar con prudencia debido a la pujanza de movimientos ciudadanos que rechazan la presencia militar francesa. Es el caso de la asociación Pasemos la Página, que ha logrado movilizar a miles de personas en actos de protesta como los que lograron bloquear un convoy militar francés que iba camino de Malí en noviembre de 2021 después de que sufriera el mismo problema en Burkina Faso. Este sentimiento antifrancés alimentó los golpes de Estado tanto en Malí como en Burkina Faso y los expertos coinciden en que Níger no está exento de ese riesgo.

Lucha antiterrorista

La otra región a la que irán los soldados franceses y europeos que salgan de Malí es la de los países del golfo de Guinea. El pasado 8 de febrero, dos patrullas de guardias forestales encargadas de la vigilancia del parque nacional W, en el norte de Benín, pisaban sendas minas artesanales que provocaron ocho muertos y 12 heridos. Este atentado yihadista, el más grave en la historia de este país, es la muestra más reciente del avance de los grupos islamistas radicales desde Malí y Burkina Faso hacia el sur. Precisamente el contagio del terrorismo en el golfo de Guinea fue el centro de las preocupaciones del último Foro sobre Paz y Seguridad celebrado en Dakar (Senegal) en diciembre, donde el jefe de Estado senegalés Macky Sall, hoy presidente de la Unión Africana, habló de “metástasis”.

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En noviembre pasado, Togo sufrió el primer ataque terrorista de su historia y en el norte de Costa de Marfil las escaramuzas son frecuentes desde principios de 2021. Hace tan solo 10 días, el jefe de Estado Mayor de la Defensa francés, Thierry Burkhard, se trasladó hasta este país africano para reunirse con su homólogo marfileño y visitar la recién inaugurada Academia Internacional de Lucha Contra el Terrorismo, creada bajo los auspicios de París y Abiyán, que mantienen un elevado grado de cooperación militar. La base francesa más grande de todo el continente está en la capital económica marfileña y alberga a casi un millar de soldados, desde donde realizan labores sobre todo logísticas de apoyo a Barkhane.

La salida de Malí de la operación militar francesa y de la fuerza europea Takuba, lo que implica a unos 2.400 efectivos franceses y unos 900 del Viejo Continente, en un plazo de entre cuatro y seis meses deja en el aire el futuro de la misión de formación del Ejército maliense (EUTM) que desarrolla la Unión Europea desde 2013 con una notable presencia española de más de medio millar de soldados. “He enviado una misión a Malí para comprobar con las autoridades malienses en qué condiciones y con qué garantías podríamos considerar la posibilidad de mantener o no nuestras misiones de formación” que operan allí, dijo este jueves a los medios Josep Borrell, alto representante europeo de Asuntos Exteriores, quien añadió que “la respuesta llegará en los próximos días”.

El ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, ha defendido en los últimos días que las razones que llevaron a la creación de la EUTM siguen vigentes, pero ha admitido que las condiciones se han degradado mucho por la llegada de una junta militar y la salida francesa. En todo caso, ha subrayado que la decisión de mantener la misión, modificarla o ponerle fin deben tomarla todos los europeos juntos. Este jueves, Christine Lambrecht, ministra de Defensa de la Alemania, el país que más tropas aporta a la misión tras España, mostró su escepticismo: “La pregunta es si logramos nuestros objetivos políticos, es decir a quién apoyamos y a quién capacitamos”.

La Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Malí (Minusma) también se ve seriamente afectada por la desaparición de Barkhane del teatro de operaciones, sobre todo por el importante peso francés en el apoyo aéreo en materia de seguridad. Con unos 15.000 uniformados se trata de uno de los operativos de la ONU que ha sufrido más víctimas mortales (268) desde que comenzó su despliegue en 2013. Alemania es, junto a Francia, el país europeo que más soldados aporta a la misión de la ONU y Lambrecht aseguró este jueves que su participación tanto en EUTM como en Minusma será debatida en el Parlamento germano en mayo próximo.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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