Francia detiene a siete antiguos miembros de grupos terroristas italianos, la mayoría de las Brigadas Rojas
Los arrestados habían sido declarados culpables por asesinato y secuestro entre los años sesenta y los ochenta en Italia
Francia ha detenido este miércoles, a petición de Italia, a siete antiguos miembros de diferentes grupos radicales italianos, la mayoría de las Brigadas Rojas, condenados en su país por actos de terrorismo y busca a otros tres más que no se encontraban en su domicilio a la hora en que acudió la policía a arrestarlos. París asegura que la medida, a la que seguirá un largo proceso de extradición por la vía judicial, cumple “estrictamente” la doctrina Mitterrand, que permitió durante décadas albergar a antiguos terroristas de izquierda de los años de plomo (el periodo de agitación política que vivió Italia entre la década de los sesenta y finales de los ochenta), siempre que hubieran renunciado a la violencia y no hubieran cometido “actos de sangre”, algo que, sin embargo, no siempre se ha cumplido.
En cualquier caso, la decisión, autorizada por el presidente Emmanuel Macron, supone un giro en un país muy afectado los últimos años por el terrorismo y, también, un claro gesto hacia el nuevo Gobierno italiano de Mario Draghi, quien ha celebrado las detenciones. “El Gobierno se muestra satisfecho con que Francia inicie un procedimiento judicial, requerido por Italia, contra los responsables de crímenes de terrorismo que han dejado una herida abierta”, ha declarado el primer ministro italiano en un comunicado.
Más allá del largo tiempo que se tardó en evaluar los expedientes que había enviado Italia —un total de 200 peticiones de extradición de las que finalmente se han retenido solamente 10, “por los crímenes más graves”, subraya el Elíseo—, la decisión de ordenar el arresto de la decena de italianos asentados desde hace décadas en Francia es fruto también de una “relación franco-italiana que se ha consolidado fuertemente”, aseguraron fuentes oficiales francesas a periodistas tras el anuncio. “Hay un clima de confianza muy claro” entre Macron y Draghi, que hablaron recientemente sobre este asunto, insistió el Elíseo.
Entre los arrestados está Giorgio Pietrostefani, cofundador de la organización extraparlamentaria de extrema izquierda Lotta Continua. Pietrostefani fue condenado a 22 años de prisión por su papel en el asesinato en 1972 del comisionado de policía de Milán, Luigi Calabresi.
De los otros seis capturados, cinco eran miembros de las Brigadas Rojas de Italia, una organización armada de extrema izquierda. Entre ellos están Marina Petrella, Roberta Cappelli y Sergio Tornaghi, todos con una sentencia de cadena perpetua por participar en asesinatos y secuestros. También han sido arrestados Giovanni Alimonti, al que le quedan por cumplir algo más de 11 años por atentado terrorista, y Enzo Calvitti, con una condena pendiente de 18 años, según la Fiscalía francesa. El otro detenido el miércoles, Narciso Manenti, también sentenciado a cadena perpetua, pertenecía al grupo Núcleos Armados. El ministerio público francés no ha revelado, sin embargo, los nombres de los otros tres reclamados que por el momento siguen prófugos.
Su extradición a Italia podría tardar años, ya que todos los afectados pueden recurrir prácticamente cada uno de los pasos, como sucede por ejemplo en el caso del etarra Josu Ternera desde su detención en mayo de 2019. Todos los casos serán analizados individualmente. No es de descartar que algún expediente sea rechazado por la justicia o que se produzca un giro de último momento, como sucedió con Petrella. La exbrigadista, de 66 años, ya en 2008 estuvo a punto de ser extraditada a Italia, aunque finalmente el entonces presidente, Nicolas Sarkozy, renunció a ello por “razones humanitarias” por su estado de salud, una cuestión que probablemente también entre en juego en el nuevo proceso de extradición.
Cientos de personas murieron en bombardeos, asesinatos —entre ellos, el entonces primer ministro italiano Aldo Moro en 1978— y enfrentamientos callejeros de facciones militantes rivales de extrema derecha y extrema izquierda durante un período de intensa agitación social y política, conocido como los años de plomo.
Italia ha buscado durante mucho tiempo la extradición de decenas de militantes de extrema izquierda, a quienes se les dio refugio en Francia. La condición para acogerlos era que renunciaran a la violencia de las actividades realizadas durante los años de militancia y que no hubieran cometido asesinatos, aunque se trataba de un acuerdo verbal y Mitterrand lo formuló de diversas maneras a lo largo del tiempo, lo que dio espacio para una ambigüedad en la que se han refugiado todos estos años los reclamados por Roma.
De ahí que la decisión de Macron de dar su visto bueno a las detenciones implique un cambio de postura política. Así lo ha recordado la abogada de cinco de los detenidos, Irène Terrel, para quien el arresto de los exbrigadistas es una “traición incalificable de Francia”.
“Fue Francia la que les dio asilo, las autoridades, tanto de izquierda como de derechas, y no François Mitterrand”, dijo a la Agencia France Presse. “Desde los años ochenta, esta gente está bajo la protección de Francia, han rehecho su vida en los últimos 30 años, se han instalado a la vista de todos, con sus hijos, sus nietos… ¿Y de pronto, de madrugada, vienen a buscarlos 40 años más tarde?”, denunció.
Desde el Elíseo se admite que ha habido una “evolución” de la doctrina Mitterrand y se apunta también a un cambio de perspectiva de la propia Francia, uno de los países más azotados los últimos años por el terrorismo que antes conocía más bien de lejos.
“Francia, ella misma afectada por el terrorismo, comprende la necesidad absoluta de justicia para las víctimas”, señala al respecto el Elíseo en su comunicado oficial. Mediante las detenciones de este miércoles, el país “se inscribe de igual modo en la imperiosa necesidad de la construcción de una Europa de la Justicia, en la que la confianza mutua debe estar en el centro”, agrega.
El ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti, se refirió este miércoles a los detenidos como “terroristas” y se manifestó “orgulloso” de haber participado en una decisión que dijo esperar que “le permita a Italia, después de 40 años, pasar una página de su historia manchada de sangre y lágrimas”.
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