Raúl Castro renuncia tras 62 años en la cúpula del poder en Cuba
Por primera vez desde 1959, no habrá un Castro en el núcleo del Gobierno o del Partido Comunista Cubano
Raúl Castro confirmó el viernes al abrir el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba que se despide del poder y que lo hace para dar ejemplo. “Continuaré militando como un combatiente revolucionario más, dispuesto a aportar mi modesta contribución hasta el final de la vida”, aseguró, aclarando que “nada” le obliga a tomar la decisión, pero que lo hace por una cuestión de principios. “Creo fervientemente en la fuerza y el valor del ejemplo y la comprensión de mis compatriotas. Mientras viva, estaré listo con el pie en el estribo para defender el socialismo”.
Castro cesará este fin de semana como primer secretario del Partido Comunista, cargo que previsiblemente ocupará el presidente Miguel Díaz-Canel, a quien él mismo aupó a la más alta magistratura del país en 2018. Según el líder comunista, Díaz-Canel es uno de los cuadros seleccionados para el relevo y “no es fruto de la improvisación”, sino que es un hombre preparado que “ha sabido formar equipo” en los años que lleva ejerciendo la presidencia.
El informe central de Raúl Castro al Congreso arrojó algunas claves del futuro con el que deberán lidiar sus herederos, comenzando por la economía, quizá la cuestión más estratégica y vital. De sus palabras se desprende que la reforma económica es prioritaria y que la apertura al sector privado va adelante, pero con límites. Mencionó el trabajo por cuenta propia, recientemente ampliado por las autoridades, una medida que, dijo, fue “acogida con beneplácito por la población, aunque criticada por los que sueñan con la privatización masiva sobre los principales medios de producción”.
“Se ha demandado el ejercicio privado de algunas profesiones, mientras que a las demás no se les permite”, acotó, “parecería que el afán de egoísmo inicia el proceso del desmontaje del socialismo, por ese camino se destruirían los sistemas de salud y educación, gratuitos y de acceso universal”. Castro afirmó que hay quienes reclaman la importación comercial privada para establecer un sistema no estatal de comercio. “Son estas cuestiones que no pueden generar confusión. Hay límites que no podemos rebasar porque llevaría a la destrucción del socialismo, porque las consecuencias serían irreversibles y conducirían a errores estratégicos y la destrucción misma del socialismo, y por ende de la soberanía de la nación”.
Hacia una economía mixta
El todavía Primer Secretario del Partido Comunista habló también de la inversión extranjera y de la necesidad de impulsarla “a pesar de las dilaciones y obstáculos que dificultan el desarrollo de la economía”. “Es hora de borrar prejuicios del pasado, hay que asegurar el diseño de los negocios”, enfatizó. El Congreso, indicó, avanzará en “la conceptualización y actualización del modelo”, lo que obligatoriamente debe hacer caminar al país hacia una economía mixta, con cada vez más participación de los actores no estatales. La cuestión será qué márgenes para operar tengan.
Castro se refirió también en su informe al viejo diferendo con Estados Unidos y denunció el incremento de la hostilidad y las sanciones con la administración de Donald Trump, haciendo un guiño al gobierno de Joe Biden —justo el día en que su administración reiteró que la isla no es una “prioridad” para EE UU—: “Cuba ratifica la voluntad de fomentar el diálogo respetuoso con Estados Unidos, sin que se pretenda que para lograrlo se realicen concesiones inherentes a su soberanía e independencia y ceda en el ejercicio de su política exterior y sus ideales”.
Advirtió, eso sí, que la agresividad del anterior Gobierno evidencia que cualquier cambio en las relaciones pasa por la eliminación del bloqueo. “No nos ilusionamos que es algo sencillo, sino que pasa por la política sensata del Gobierno norteamericano. Podemos tener una relación civilizada y respetuosa con nuestros vecinos, podemos establecer relaciones de cooperación y mutuo beneficio”, dijo.
Sobre el nuevo desafío “político-ideológico” que supone para Cuba la irrupción de las redes sociales, que han servido de altavoz a los opositores y donde se expresan cada vez con más fuerza opiniones críticas, dijo que “no debe existir espacio para la ingenuidad a estas alturas ni entusiasmo desmedido por las nuevas tecnologías sin asegurar la seguridad informática. La mentira y las noticias falsas ya no tienen límites, ponen a Cuba como una sociedad moribunda y que no tiene solución, para promover el estallido social”.
Raúl aseguró que EE UU estaba detrás de estos planes desestabilizadores y que “la contrarrevolución interna carece de liderazgo y estructura organizada y concentra su activismo en las redes sociales”. La advertencia sobre cómo se respondería, fue clara. “Las calles, los parques y las plazas serán de los revolucionarios. ¡Jamás negaremos el derecho a los revolucionarios a defender su Revolución!”, advirtió.
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