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Ylva Johansson: “La crisis de Siria nos enseñó que ningún país puede gestionar la migración por sí solo”

La comisaria europea de Interior llega este lunes a España como parte de su gira para tejer una política común de asilo

Ylva Johansson, comisaria europea de Interior, durante su entrevista con EL PAÍS.
Ylva Johansson, comisaria europea de Interior, durante su entrevista con EL PAÍS.Delmi Álvarez

La comisaria europea de Interior, Ylva Johansson (Estocolmo, 56 años), llega este lunes a España como parte de su gira para tejer una política común de asilo y migración que supere el resquemor y la desconfianza que la crisis migratoria de 2015, provocada por la guerra de Siria, dejó entre los socios de la Unión Europea. La comisaria es consciente de la ingente tarea que tiene por delante, dadas las enormes diferencias que hay entre Alemania y Hungría o las particulares necesidades de países como España o Italia. Pero en una entrevista con EL PAÍS el pasado viernes se muestra “más optimista que antes” del inicio de la gira y confía en que todos los Estados hagan un esfuerzo por llegar a un equilibrio que combine solidaridad y blindaje de fronteras.

Johansson despachará en Madrid, entre otros, con el ministro español Fernando Grande-Marlaska, pocos días después de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos fallara a favor de la devolución en caliente de dos migrantes irregulares en Melilla. La comisaria europea cree que es pronto para calibrar el impacto de ese veredicto, que está siendo analizado por los servicios de la Comisión. Johansson recuerda que “siempre debe concederse el derecho de petición de asilo” y que toda situación “debe gestionarse respetando los derechos fundamentales”. Pero añade que “no se puede ofrecer la posibilidad de pedir asilo en cada metro de la línea fronteriza”.

P. Tras dos meses en el cargo y una primera gira de capitales, ¿ve avances hacia un pacto europeo de migración y asilo?
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R. Queremos reiniciar el debate desde cero y para lograrlo la primera tarea es rebajar la tensión. No se trata tanto de llegar a un pacto sino a un entendimiento entre países con una realidad geográfica muy distinta en cuanto a la emigración y con retos muy diferentes. Debo convencer a los Estados miembros de que comprendan la situación de los demás. Y lo que he escuchado hasta ahora en mi diálogo con los Gobiernos es que hay una verdadera voluntad de llegar a un compromiso. Soy más optimista que antes de iniciar la gira.
P. ¿En qué términos se puede basar ese compromiso?
R. Es demasiado pronto para decirlo porque todavía no hemos hablado con todos los Estados. Pero la clave se encuentra en dos puntos. Por un lado, en la necesidad de llegar a algún tipo de mecanismo de solidaridad obligatoria para ayudar a los países de entrada cuando sufren demasiada presión. Y por otro lado, algún tipo de protección común de la frontera externa y procedimientos comunes en esa frontera exterior. Ambos temas son muy sensibles, pero están conectados entre sí, así que ese es el área donde hay que encontrar un compromiso. Y por eso será muy importante para mí escuchar al Gobierno de España, un país con mucha experiencia en materia migratoria.
P. Hasta ahora, el énfasis se pone en proteger las fronteras y acelerar la devolución de migrantes irregulares, dos exigencias de países como Hungría o Polonia. Pero aún no se ha concretado cual es la oferta para los países que piden solidaridad.
R. Si quiero llegar a un equilibrio que sea aceptado por todos los países tendré que tomar en cuenta todas las necesidades. Sería un enorme error no hacerlo. Y para muchos Estados el mecanismo de solidaridad obligatoria es necesario.
P. ¿Lleva algún mensaje en concreto para España?
R. No, no en particular. Estoy viajando en modo escucha. Mi único mensaje es que ha llegado el momento de hacer todo lo posible por hallar una vía hacia una política común de migración y asilo. Por cada mes que pasa sin esa política común, estamos pagando un precio alto en términos de confianza entre los Estados miembros y de confianza de la ciudadanía tanto a nivel nacional como europeo. Y los migrantes y refugiados también están pagando ese precio por la falta de acuerdo. Ese es mi mensaje.
P. Usted es de Suecia, uno de los países con mayor experiencia en recibir asilados. ¿Tiene alguna lección que compartir?
R. Una lección muy importante, y la aprendí en 2015 con la crisis migratoria de Siria, es que ningún Estado miembro puede gestionar por sí solo la migración. Tenemos que hacerlo juntos en el seno de la UE. Y si no lo logramos, hay un enorme riesgo de entrar en una espiral que vaya de mal en peor.
P. La canciller alemana, Angela Merkel, ha advertido de que la guerra de Libia puede acabar como la de Siria, provocando un éxodo masivo. ¿Estaría preparada Europa para una nueva crisis migratoria?
R.  Sí, y no. La UE está mucho más preparada que en 2015, cuando ocurrió la gran crisis en Siria. Pero no estamos suficientemente preparados, ese es el no. No tenemos, por ejemplo, una política común de asilo y esa es una de las razones por las que no hay suficiente confianza ni cooperación entre los Estados miembros.

La Comisión anterior, presidida por Jean-Claude Juncker, propuso la creación de hotspots o puntos críticos para gestionar la identificación de los migrantes en los países de entrada. ¿Mantiene usted esa idea, muy criticada en los países afectados como Grecia o Italia?

R. No estoy segura. Hemos visto hotspots que funcionan bien y otros que no funcionan como se suponía que debían hacerlo. Escucharé las experiencias y entonces juzgaré.
P. El punto más caliente de todos es Moria, el campo de refugiados en la isla griega de Lesbos, donde se hacinan unas 20.000 personas, la mitad de las que hay en el resto de islas del Egeo. ¿Puede tolerar Europa esa situación?
R. Las condiciones de vida en Moria son totalmente inaceptables. Algo así no debe ocurrir en territorio europeo. Hay que poner fin a esta situación, es absolutamente necesario. Es de las cosas que me quitan el sueño. La Comisión Europea ha dado mucho apoyo a Grecia y continuará haciéndolo. Jamás un Estado miembro ha recibido tanto dinero para la migración como Grecia, que todavía lo recibe.
P. ¿Ha habido negligencia por parte de las autoridades griegas?
R. No quiero hablar sobre culpas. Las autoridades griegas están haciendo mucho, pero es obvio que no es suficiente. Por eso es importante que mantengamos el apoyo. La Comisión puede apoyar, pero la responsabilidad final depende de las autoridades griegas.

Turquía y Marruecos, aliados imprescindibles

La Comisión Europea presidida por Ursula von der Leyen y en la que Ylva Johansson ocupa la cartera de Interior ha heredado del equipo de Jean-Claude Juncker, entre otras cosas, una política migratoria hecha añicos y una zona Schengen quebrada por controles fronterizos internos. La recuperación de la confianza interna pasa también por garantizar la colaboración de países terceros, en particular Turquía, que Johansson visitó nada más tomar posesión de su cargo en diciembre, y Marruecos.

Turquía se comprometió en 2016 a poner fin al éxodo procedente de Siria y la UE ofreció a cambio 6.000 millones de euros en ayudas. El presidente turco Erdogan amenaza a menudo con romper el pacto si no llega más dinero.

Turquía es el país del mundo con una mayor población de refugiados. Y creo que lo correcto es que la UE apoye a esos refugiados. Y pienso que debemos seguir haciéndolo. Ahora mismo apoyamos a 1,7 millones de refugiados cada mes, con dinero contante y sonante para sus gastos, con escuelas y centros de salud, cubriendo el salario de maestros y del personal sanitario. Podemos criticar muchas cosas sobre Turquía, pero es nuestro vecino, con frontera con Grecia y es imporante que tengamos una gestión conjunta de esa frontera

Entonces, ¿estaría a favor de ampliar las ayudas?

No he dicho eso. Se incremente o no la ayuda, lo que digo es que es importante mantener el apoyo a los refugiados que hay en Turquía y preservar la colaboración.

En el otro extremo del Mediterráneo, Marruecos también reclama más apoyo.

Marruecos también es un país clave. Es nuestro vecino y es importante que sigamos trabajando juntos en la gestión de fronteras. Hace solo dos meses, la UE decidió destinar otros 100 millones de euros a Marruecos para ayudarles a gestionar los flujos migratorios. Y seguiremos por esa vía e iremos viendo cómo evolucionan las necesidades.

Hay voces en el Parlamento Europeo que acusan a Marruecos de desviar los fondos migratorios hacia otras políticas, incluida la represión interna. ¿Tiene garantías sobre el destino de los fondos?

Siempre es importante que el dinero europeo se gaste como se debe y no en otras cosas. Es algo que debemos seguir de cerca.

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