Guaidó afronta el reto de unir a la oposición y reavivar la protesta tras su gira exterior
El viaje al extranjero devuelve al dirigente venezolano protagonismo y liderazgo, mientras Nicolás Maduro apuesta desde el poder por desgastar al líder opositor
El éxito de la gira internacional de Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por cerca de 60 países, ha devuelto al dirigente protagonismo político y ha afianzado su liderazgo, pero los efectos pueden tener una corta duración si este no logra concretar algunos de sus propósitos, como la movilización en las calles y la unidad de la oposición en Venezuela. Son dos objetivos en los que Guaidó ha insistido tras el tenso regreso el martes a Caracas. Mientras, el dirigente chavista, Nicolás Maduro, apuesta desde el poder por agotar y desgastar al líder opositor.
“Los logros de esta gira son muchos. En un momento como este todo lo que podemos contabilizar es bueno para su causa”, afirma Luis Vicente León, economista, analista político y director de la firma Datanálisis. “Guaidó ha rescatado el liderazgo simbólico de la presidencia encargada [interina], que estaba siendo minado en sus bases, con lo cual afianza su liderazgo nacional y ha fortalecido sus alianzas internacionales. Pero si estas conquistas no pasan de energía potencial a energía cinética, lo hecho por Guaidó es arte efímero. Una escultura de hielo”, añade.
Un año después de proclamarse mandatario interino, la falta de resultados plantea a Guaidó el desafío de avanzar en un clima político crispado que puede abrir nuevos frentes críticos y producir fatiga en la población, acorralada por la crisis económica del país. Maduro decidió hace tiempo retar al presidente interino a un maratón para apostar a su cansancio, mientras se estrecha el cerco legal para intentar neutralizarlo.
El político venezolano que lidera la oposición a Maduro salió clandestinamente del país el 19 de enero y construyó una ambiciosa agenda de contactos y consultas que, si bien fue bosquejada antes, “se fue profundizando y consolidó, además, compromisos concretos, que es lo más importante”, afirma Carlos Vecchio, líder de Voluntad Popular y reconocido como embajador de Guaidó en Estados Unidos. “En torno al país hemos estructurado una coalición internacional y tenemos ahora mucho más de lo que nos propusimos. Hemos dicho que solos no podemos, pero no estamos solos”. Guaidó se entrevistó, entre otros, con los presidentes de EE UU, Donald Trump; el francés, Emmanuel Macron; el primer ministro británico, Boris Johnson, y el canadiense, Justin Trudeau, y en España le recibió la ministra de Exteriores, Arancha González Laya.
Sensación de avance
Lo que es un interrogante son las posibilidades de Guaidó de provocar en el chavismo una disfunción que abra las puertas a un acuerdo político y a la celebración de elecciones limpias. Colette Capriles, politóloga y escritora venezolana, atisba un escenario “donde haya un aumento de la presión interna y externa para lograr pactar unas elecciones parlamentarias junto a las presidenciales, con condiciones aceptables internacionalmente. Sin embargo, las señales que envía el Gobierno de Maduro apuntan a la intransigencia a cualquier solución de ese tipo”.
Giovana de Michele, internacionalista y profesora de la Universidad Central de Venezuela, comenta: “Guaidó y Trump conversaron personalmente durante casi una hora, y eso tiene una enorme importancia para fortalecer su iniciativa. Pero es menester afirmar que no hay cambio posible sin apoyo internacional, pero ese apoyo, solo, no es suficiente para lograr el cambio. La responsabilidad del cambio es básicamente de los venezolanos”.
Guaidó ha hecho alusiones a lo que parecen ser nuevos anuncios que profundicen el cerco internacional contra Maduro, traducidos en sanciones o su ampliación. Pero en tiempos de reflujo popular, en un país desesperado por aprovechar la burbuja de normalidad que ha traído el uso del dólar, los instrumentos de que dispone para desatar una marea de protestas lucen insuficientes. “Todas las señales que envía Maduro son de fortificación, nunca de fortalecimiento”, afirma Colette Capriles, y enumera: “La milicia civil incorporada a las Fuerzas Armadas; nuevas reglas financieras informales; un trabajo político con la base poblacional cautiva por el acceso a la alimentación y, por supuesto, la manufactura de una oposición a su medida”. Capriles alude al excandidato presidencial Henri Falcón y sus aliados, una pequeña facción opositora dispuesta a acudir a una elección organizada por Maduro.
La recomposición de alianzas internas sugiere que Guaidó parece orientarse en la dirección contraria a la de un pacto electoral que geste por cuenta propia Maduro. Pero puede haber golpes de timón. Entre los partidos que apoyan a Guaidó hay gente que es partidaria de ir a una elección legislativa, aunque las condiciones no sean óptimas. “Guaido tiene que ofrecer rápido una sensación de avance real, pero no se puede negar que sigue siendo toda una amenaza para Maduro. Su capital político, tras un año, sigue siendo grande. Es el líder más importante del país, triplicando en preferencias a su seguidor más cercano, de acuerdo con los sondeos de opinión, y tiene un respaldo internacional incuestionable”, dice Luis Vicente León. Resta por comprobar si la carga de voltaje que trae del exterior se traslada a la sociedad venezolana.
La respuesta a unas elecciones del chavismo
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