Roger Stone, el escapista de escándalos
El ideólogo de Donald Trump, que se define como libertario y libertino, colabora con los republicanos desde que se destapó el ‘caso Watergate’ en 1972
Cuando el Partido Republicano estadounidense se ve envuelto en un escándalo, Roger Stone tiene la habilidad de aparecer, pero sin que se note demasiado. Pulula por la formación desde que tenía unos 19 años, cuando se destapó el caso Watergate en 1972 y trabajaba en la campaña de reelección de Richard Nixon. Y ha seguido ahí hasta la investigación de la injerencia del Kremlin en las presidenciales de 2016. Uno de sus mentores fue Roy Cohn, “el abogado más duro, cruel, leal, vil y brillante de América”, según Esquire. Este solía decirle “no me digas la ley, dime el juez”. Y Stone tomaba nota. A ambos se les atribuye haber sido los ideólogos políticos de Donald Trump, quien este viernes anuló la pena de cárcel a su viejo amigo, condenado por mentirle al Congreso en las pesquisas de la trama rusa.
Stone es un dandi que se manda a hacer los trajes a medida desde que tiene 20 años. Al igual que Trump, suele aparentar estar bronceado todo el año. En su libro Las reglas de Roger Stone: cómo ganar en la política, en los negocios y en la moda recomienda usar camisas blancas con el rostro tostado, porque transmite confianza. Le gusta la noche y la fiesta y se define a sí mismo como un libertario y libertino. En 1996, cuando trabajaba para la campaña presidencial de Bob Dole, una revista filtró unos anuncios de Stone con su esposa Nydia Bertran, en los que se leía: “Una mujer ardiente e insaciable y su guapo esposo fisicoculturista, swingers experimentados, buscan parejas similares o musculosos excepcionales... hombres solteros”. Aunque el asesor republicano negó en un principio la veracidad de los avisos, le costaron su papel en la campaña. Años más tarde reconocería que eran verdad y que los desmintió porque sus abuelos estaban vivos entonces.
A pesar de su apariencia glamurosa, el veterano colaborador de los republicanos rechaza a la élite. El hombre criado en una zona rural de Nueva York, hijo de un excavador de pozos y de una periodista local, heredó esa postura de Nixon, según ha contado. La admiración de Stone por el exmandatario es tal que hace unos años se tatuó su rostro en la espalda. Después de trabajar para él y colaborar en la campaña de Ronald Reagan, Stone fundó en 1980 un bufete en Washington con Charles Black y Paul Manafort, el exjefe de campaña de Trump condenado por dos delitos de conspiración relacionados con sus trabajos de lobista en Ucrania, fraude fiscal y bancario. Ambos amasaron una fortuna con clientes que iban desde respetados empresarios a influyentes políticos. A mediados de los noventa volvió a la consultoría.
En 2007 se le atribuyó a Roger Stone una llamada al padre (de 83 años) de Eliot Spitzer, el entonces gobernador de Nueva York, en la que se hacía pasar por otra persona. En ella le advertía de que lo estaban investigando por unos préstamos a la campaña de su hijo y lo amenazaba con que podía ir a la cárcel. Stone lo negó, como reza otra de sus reglas, pero sus argumentos fueron poco convincentes y quedó manchado. “Pillaron a Roger con las manos en la masa”, sostuvo Trump en su día. “Lo que hizo fue ridículo y estúpido. Perdí el respeto por Eliot Spitzer cuando no demandó a Roger Stone por hacerle eso a su padre, que es un hombre maravilloso”, añadió Trump en una entrevista en 2008 para la revista The New Yorker.
Stone contó a The New Yorker que decidió mudarse definitivamente de Washington, la meca del poder, después de ver salir el humo del Pentágono el 11 de septiembre de 2001. Se fue junto a su esposa a Miami, una ciudad que solían visitar porque ella tenía familia. En los últimos tiempos se había dedicado a escribir libros, ofrecer tertulias en su web y en Infowars, un portal de referencia para la nueva derecha radical, conocida como “alt-right”. Esto, antes de que el 25 de enero de 2019, lo detuvieran en su casa de Fort Lauderdale, Florida, por las investigaciones del entonces fiscal especial Robert Mueller, que derivaron en su condena por siete delitos graves. Pero Stone, el escapista de escándalos, se librará de nuevo. Esta vez, gracias al presidente de Estados Unidos.
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