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La cúpula del SPD exige políticas más sociales para la gran coalición, pero sin romperla

Walter-Borjans y Esken proponen la subida del salario mínimo, más inversión pública y más políticas ambientales

Ana Carbajosa
Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans, líderes del partido socialdemócrata alemán en la sede del SPD antes de comparecer ante la prensa el jueves.
Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans, líderes del partido socialdemócrata alemán en la sede del SPD antes de comparecer ante la prensa el jueves.FABRIZIO BENSCH (REUTERS)
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Agitar el barco de la gran coalición, pero poco y evitando en lo posible un naufragio. Ese es el mensaje que los nuevos líderes de la socialdemocracia alemana, Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken, han enviado horas antes de celebrarse un congreso del partido considerado crucial para el futuro del Gobierno de Berlín.

La pareja que se impuso el pasado sábado con una candidatura antiestablishment ha moderado el tono y las expectativas del ala izquierda del partido, contraria a la actual coalición con los conservadores de Angela Merkel. Esken y Walter-Borjans comparecieron el jueves ante la prensa para explicar que el partido someterá a la votación del congreso de este fin de semana un texto en el que exigen mejoras a sus socios mayoritarios, los conservadores. Pero no aspiran, al menos de momento, a romper la gran coalición, como muchos de los que les apoyaron desean. “La salida de la gran coalición no es un fin en sí mismo y no se decidirá ni hoy ni mañana. Se trata de contenidos, no de sí o no [a la gran coalición]”, estimó el jueves Walter-Borjans.

Sí les exigirán a los conservadores que se sienten a negociar lo que consideran mejoras imprescindibles para seguir en el Ejecutivo. En concreto, quieren reforzar el gran paquete de lucha contra el cambio climático pactado recientemente por el Gobierno y que los grupos ecologistas y Los Verdes consideran insuficiente. Quieren subir el salario mínimo hasta doce euros la hora, desde los 9,19 actuales y aumentar las inversiones públicas.

El llamado Schwarze Null, es decir, el déficit cero presupuestario, es uno de los compromisos que figura en el contrato de coalición que defienden con firmeza los conservadores y que respalda el ministro de Finanzas y rival derrotado en la carrera por el SPD, Olaf Scholz. La moción no lo deroga, pero sí dice que las inversiones “no deben ser obstaculizadas por posiciones dogmáticas como el Schwarze Null de Schäuble”, en alusión al exministro de Finanzas y defensor de las políticas de austeridad.

La moción de la ejecutiva será sometida a votación a partir de mañana. De prosperar, situaría la pelota en el tejado de los conservadores. La CDU, el centroderecha de la canciller Angela Merkel, ya ha dejado claro que no piensa renegociar el llamado contrato de coalición, que pactaron ambos partidos y que ejerce de programa de gobierno. Ese documento, de 175 páginas, establece, sin embargo, que los partidos podrán actualizarlo si se produjese un cambio de circunstancias. El SPD considera que la emergencia climática y el riesgo de recesión de la economía alemana suponen un cambio sustancial de los dos últimos años.

El pasado fin de semana Walter-Borjans y Esken fueron elegidos por las bases para dirigir un partido que atraviesa momentos difíciles. El tándem ha sido durante su campaña crítico con la gestión del Ejecutivo y ha derrotado a la pareja continuista, en la que participaba el vicecanciller alemán, Olaf Scholz. Desde la elección, la expectación es enorme por ver hasta qué punto Walter-Borjans y Esken están dispuestos a tensar la cuerda.

Este jueves, ante la prensa, explicaron que la propuesta que presentarán responde a “un compromiso” El equilibrio al que están sometidos los nuevos líderes es delicado. Por un lado tienen que tender puentes a la mitad del partido que no les votó y que desconfía de la vuelta a las esencias que propugnan, pero a la vez deben evitar defraudar a quienes les han apoyado, ávidos de ruptura con el pasado.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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