Un tándem crítico con la coalición de Gobierno vence en la carrera por la presidencia del SPD alemán
El ex ministro regional Norbert Walter-Borjans y la parlamentaria Saskia Esken, apoyados por el ala izquierda del partido, derrotan al vicecanciller alemán
Lo improbable acabó por suceder. Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken, dos candidatos apoyados por el ala izquierda de la socialdemocracia alemana (SPD), se han impuesto en la carrera para liderar el partido al tándem continuista del ministro de Finanzas Olaf Scholz. Las bases del partido, descontentas ante la caída imparable del SPD y ávidas de cambio, han optado por quebrar el statu quo. Para llegar hasta aquí, han hecho falta seis meses de tortuosa transición en la formación más antigua de Alemania y socio minoritario de la gran coalición con los conservadores de Angela Merkel. El triunfo de la pareja rupturista sacude ahora los cimientos del Ejecutivo de Berlín.
Walter-Borjans, ex ministro de Finanzas de Renania del norte-Westfalia, y Esken, parlamentaria experta en temas digitales, han logrado en la elección a la presidencia del partido el 53% de los votos frente al 45% de Scholz y la exparlamentaria regional del este, Klara Geywitz. El resultado abre un gran interrogante en la política alemana ya que, a diferencia de los candidatos rivales, la pareja ganadora no pide la salida, pero sí cuestiona la permanencia —sobre todo Esken— en la gran coalición de Gobierno, que según el calendario debería gobernar Alemania hasta 2021. Los ganadores han querido sin embargo enviar un mensaje de tranquilidad nada más conocerse los resultados. “Siempre hemos dicho que no se trata de si salimos inmediatamente [de la gran coalición] o si nos quedamos”, dijo Walter-Borjans.
El SPD encadena varapalos electorales y atraviesa una aguda crisis de identidad en un panorama político cada vez más fragmentado. Ronda ahora el 15% en las encuestas de intención de voto y hace meses que fue adelantado por el imparable partido ecologista. Son muchos en el SPD los que achacan su declive a la permanencia en la Groko, como llaman en Alemania a la gran coalición con los conservadores. Piensan que su perfil político se ha diluido ante los electores, en una alianza de Gobierno que no les reporta buenos resultados electorales. Por eso, en esta carrera por la presidencia del SPD estaba en juego mucho más que el nombre de quién liderará el partido. Los elegidos deben forjar una nueva identidad para un partido desdibujado y que amenaza derribo.
Walter-Borjans y Esken representan el cambio en un partido ávido de renovación y de un nuevo comienzo. Han sido los candidatos del descontento, del antiestablishment, que dicen querer devolver el partido a sus esencias socialdemócratas. Defienden una sociedad abierta y solidaria, que no sucumba a los miedos.
Walter-Borjans y Esken han contado con el apoyo de las poderosas juventudes socialdemócratas, los Jusos que suman 70.000 miembros. El ex ministro regional de Finanzas tiene además un respaldo considerable de los militantes de su Estado, Renania del Norte-Westfalia, el Land que más militantes aporta al partido.
A Walter-Borjans le gusta decir que el SPD ha sucumbido al neoliberalismo y que eso es lo que ha hecho que muchos votantes se alejen de un partido capaz, hasta hace no tanto, de forjar mayorías en Alemania. Lo decía recientemente en una entrevista con este diario: “Hemos tomado el desvío hacia un páramo neoliberal, con asesores que han inculcado también a los socialdemócratas que todo funciona mejor cuando privatizas, cuando bajas los impuestos a las rentas más altas, cuando subes el IVA y tomas rígidas medidas laborales”. Nowabo, como también se le conoce en Alemania, y Esken sostienen que la excesiva disposición al compromiso del SPD ha acabado por diluir sus posiciones. La actual es la tercera gran coalición de los últimos 14 años.
Decisiones próximas
En total, 425.000 militantes habían sido llamados a votar, pero apenas votó el 54%. Entre el 6 y el 8 de diciembre, un congreso del partido nombrará formalmente a su nueva pareja de presidentes. Será además cuando el partido debata la permanencia en la gran coalición de Gobierno. Entraron en ella a principios de 2018, con la nariz tapada y ante la falta de alternativas aritméticas capaces de garantizar un Gobierno estable. Ahora, casi dos años después, se debaten entre romper antes de terminar de caer para reconstruirse en la oposición o hacer un último ejercicio de responsabilidad y compromiso y terminar la legislatura mientras se preparan para la era post-Merkel, como explican algunos militantes.
Walter-Borjans y Esken no proponían abiertamente acabar con la gran coalición, pero sí exigen renegociar el pacto de Gobierno, algo a lo que de momento los conservadores no parecen dispuestos. La reciente aprobación por parte del gobierno de una pensión mínima, como exigían los socialdemócratas, ha calmado mucho los ánimos entre la militancia socialdemócrata, que también valora las ventajas y la capacidad de mejorar la vida de los ciudadanos estando dentro del Gobierno.
“El problema del SPD no viene de la Groko”, asegura a este diario la veterana política Gesine Schwan y una de las candidatas que no superó la primera ronda. “Los electores tienen que poder saber qué quiere el partido. El nuevo candidato debe ser capaz de dotar de un perfil definido al partido”, añade Schwan.
El tándem Scholz y Geywitz partía como favorito en una contienda que ha estado muy abierta hasta el final. Scholz, es el rostro más conocido de la quincena de candidatos que se presentaron en la primera ronda y también de esta segunda. Es ministro de Finanzas alemán y vicecanciller y considerado el candidato oficialista, al que apoyaronn los barones del partido.
Sus defensores tenían ya la era post-Merkel en la cabeza. Pensaban que Scholz sería un buen candidato a canciller, capaz de seducir a buena parte de los votantes de centro que piensan que buscarán un nuevo candidato con la retirada de Merkel. Cuentan además con la baja popularidad de Annegret Kramp-Karrenbauer, la presidenta del bloque conservador y posible candidata a suceder a Merkel en la cancillería. Todo eso son ahora poco más que ensoñaciones.
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