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Marruecos amplía a Rabat las redadas contra migrantes subsaharianos irregulares

Decenas de guineanos han sido desalojados de sus casas en la capital esta semana y conducidos a comisaría

Migrantes subsaharianos tras saltar la valla en Benzú (Ceuta), el 30 de agosto.
Migrantes subsaharianos tras saltar la valla en Benzú (Ceuta), el 30 de agosto.Joaquín Sánchez (EL PAÍS)
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Alpha Mamoudou Baldé, un refugiado de 23 años que llegó a Marruecos hace dos años procedente de Guinea Konakri, se encontraba este lunes en su casa del barrio de Quebibat, en Rabat, cuando la policía llamó a la puerta y detuvo a 11 de los migrantes que se hallaban dentro. “Eran aproximadamente las cinco de la tarde”, recuerda Baldé. “Llovía muchísimo fuera. Por eso muchos de los compañeros estaban en casa en lugar de lavando coches en la calle. Nos metieron en un furgón que tenía los asientos mojados. Yo pensé que ya habían detenido a otros y por eso estaban mojados los asientos”.

“Nos llevaron a una comisaría donde había casi cien migrantes detenidos”, prosigue Baldé. “Nos tuvieron cuatro horas bajo la lluvia. Nos empujaron y nos insultaron porque no había espacio suficiente bajo techo y nadie quería quedarse bajo el agua. A mí me soltaron al cabo de cuatro horas porque tengo mi carné de refugiado concedido por la ONU. A otros cuatro de la casa, como a mi primo Daoud, también. Pero del resto no sabemos nada. Los pueden llevar a otras ciudades del sur o repatriarlos a nuestro país”.

Camille Denis, miembro del Grupo Antirracista de Acompañamiento y Defensa de Extranjeros y Migrantes (Gadem), señala que, a diferencia de las redadas que efectuó Marruecos en las ciudades del norte desde el verano de 2018, ahora las detenciones en plena calle se han extendido a otras urbes, como Rabat. "En la capital no había prácticamente detenciones desde que Marruecos puso en práctica su nueva política migratoria [en 2014]", indica Denis.

La activista de Gadem señala que desde marzo de 2019 se vienen registrando arrestos en las calles de Rabat “de manera regular”. “Eso si exceptuamos las detenciones en la estación de autobuses de Qamra, pues esas datan de hace bastante tiempo”. “A veces las detenciones son violentas”, señala Denis. “En las comisarías suele efectuarse un proceso de selección. Algunas personas son liberadas pero la mayor parte son conducidas a ciudades del sur. No tenemos constancia de que desde Rabat se les esté repatriando, como sucede en otras ciudades como Tánger, Nador o Dajla”.

Camille Denis informa de que este lunes en el barrio rabatí de Takadum fueron detenidos por la fuerza unos 60 migrantes, entre los cuales se encontraba un menor que después fue liberado. “Y ahora mismo están haciendo detenciones también en el barrio de Hay Sinaï”, señaló el martes a las cinco de la tarde.

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Hace cinco años el rey Mohamed VI puso en marcha un proceso de regularización de migrantes inédito en África. Unos 40.000 subsaharianos consiguieron tarjetas de residencia. No obstante, los flujos de migrantes siguieron circulando hacia Europa. En un país donde el desempleo y la falta de perspectivas laborales aboca a los propios marroquíes a jugarse la vida en pateras para llegar a Europa, los subsaharianos tampoco tienen grandes perspectivas de trabajo. En 2018 se batió el récord de migrantes llegados en pateras a la Península. Fueron un total de 65.325 ese año.

El rey Felipe VI pidió al monarca marroquí Mohamed VI, durante la visita de Estado efectuada en febrero a Rabat, que Marruecos fuese “más allá” en el control de la emigración. España se convirtió en Bruselas en el portavoz de las demandas económicas de Rabat ante la Unión Europea para frenar la emigración. Y Marruecos fue más allá. En julio ya se habían reducido las llegadas un 23%. Las relaciones entre los dos Estados se muestran muy fluidas. La semana pasada el presidente de España, Pedro Sánchez, recibió al ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Nasser Burita.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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