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Asesinada en San Petersburgo una conocida activista LGTBI

Los amigos de Yelena Grigórieva, de 41 años, aseguran que llevaba tiempo recibiendo amenazas y que lo había denunciado

María R. Sahuquillo
Yelena Grigórieva en una manifestación en San Petersburgo, en una imagen de Facebook.
Yelena Grigórieva en una manifestación en San Petersburgo, en una imagen de Facebook.

Yelena Grigórieva se había dedicado los últimos años al activismo por los derechos de las personas LGTBI en Rusia. El domingo fue hallada muerta a puñaladas en San Petersburgo. Grigórieva, de 41 años, conocida por sus movilizaciones sociales, había denunciado que llevaba un tiempo recibiendo amenazas de grupos homófobos y ultranacionalistas, según sus amigos. En los últimos meses, la intimidación a varias entidades LGTBI se ha agudizado.

La policía halló el cuerpo de Grigórieva el domingo en plena calle, escondido tras unos matorrales. Había recibido ocho puñaladas y tenía signos de estrangulamiento. No fue identificada hasta el lunes. La policía de San Petersburgo ha iniciado una investigación por asesinato, pero elude aclarar si trata el crimen como un delito de odio por su activismo por los derechos de gais, lesbianas, bisexuales y transexuales.

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Ecofeminista, lesbiana y defensora de los derechos civiles, el nombre de Grigórieva había aparecido en una lista negra publicada en Internet hace unos meses por un grupo secreto homófobo, en el que se llegaban a ofrecer “recompensas” por dar un escarmiento a personas LGTBI o sus aliados; también a periodistas de medios independientes que publican sobre derechos sociales. Dos días antes de ser asesinada, la activista había publicado en su página de Facebook un pequeño manual de consejos sobre cómo comportarse estando en la diana de estos grupos de odio. La web que lo alojaba ha sido clausurada por el regulador ruso, pero los pantallazos con su contenido muestran un lenguaje muy macabro.

Alexander Mirónov, uno de los mejores amigos de Grigórieva, asegura desde San Petersburgo que la mujer había acudido varias veces a la policía para denunciar las amenazas. Alguna de ellas acompañada de una abogada de una asociación LGTBI. “Desgraciadamente no hicieron nada; porque es la policía y aquí nunca hacen nada”, se lamenta el joven, que ha quedado al cuidado del gato con el que vivía Grigórieva. Esta le pedido que cuidara de su mascota si alguna vez algo le ocurría, comenta.

Mirónov define a su amiga como una persona muy alegre e hiper activa en las causas de derechos humanos. No tenía un trabajo fijo y se dedicaba a varios proyectos sociales. Preparaba para este sábado una manifestación en apoyo de las hermanas Jachaturián, acusadas de asesinar a su padre abusador. En el pasado Grigórieva había participado también en algunas movilizaciones contra la anexión rusa de la península ucrania de Crimea o para reclamar la libertad de los presos ucranios. “Estoy absolutamente seguro de que su asesinato tiene que ver con su activismo”, remarca su amigo Mironov por teléfono. “A los activistas no los matan sin razón”.

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Decenas de personas se han reunido esta tarde en San Petersburgo en memoria de Grigórieva. Además, en una movilización en forma de piquetes solitarios —una especie de manifestación por turnos portando una pancarta, habitual en Rusia para sortear el frecuente veto a las marchas— han reclamado una investigación pronta y eficaz. En San Petersburgo hay un ecosistema muy activo de organizaciones de derechos civiles y LGTBI. En los últimos años, conforme ha ido creciendo su visibilidad, también se han incrementado las intimidaciones y amenazas.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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