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El paso de la presidenta de Taiwán por EE UU desata la tensión con China

Antes de comenzar su gira por el Caribe con una parada en Estados Unidos, Tsai Ing-wen ha advertido de las presiones de "fuerzas externas" contra la democracia taiwanesa

La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, saluda este jueves al partir desde el aeropuerto internacioal de Taoyuan hacia el Caribe y EE UU. En vídeo, declaraciones de Tsai Ing-wen.Vídeo: AP | REUTERS
Macarena Vidal Liy

En el complicado triángulo de relaciones peligrosas entre China, Taiwán y Estados Unidos, la tensión ha aumentado un grado más. La presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, ha comenzado este jueves una gira por América que la llevará cuatro días a EE UU, una estancia más larga de lo habitual y contra la que Pekín había advertido. Y se ha marchado advirtiendo de la necesidad de defender la democracia frente a las presiones de “fuerzas externas”, en una velada alusión a China. El viaje se inicia dos días después de que Washington diera su visto bueno preliminar a una venta de armas a la isla, también pese a las objeciones chinas.

La gira de la presidenta taiwanesa, de 12 días, transcurrirá principalmente en el Caribe, donde Tsai visitará San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, y Haití, cuatro de los 17 países aliados diplomáticos del suyo. Pero también hará paradas de dos días en Nueva York y en Denver, donde podría reunirse con congresistas protaiwaneses.

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Esas paradas son más largas que su habitual escala de un día o dos, y han causado furia en Pekín, que considera la isla una provincia más de su territorio y objeta contra cualquier tratamiento que se pueda dar a Tsai como jefa de Estado en los países que mantienen relaciones diplomáticas con China. Una posición que se ha endurecido a medida que se ha deteriorado la relación entre Pekín y Washington a raíz de su guerra comercial y diplomática. Un deterioro paralelo al distanciamiento entre Pekín y Taipéi, cuyo Gobierno ve con recelo el auge de la segunda potencia económica y lo que considera sus intentos de influir en la isla. China, por su parte, ve cada vez con más preocupación los gestos de acercamiento entre el Gobierno del presidente Donald Trump y el “portaaviones insumergible” en el Pacífico, como definió a Taiwán el general estadounidense Douglas McArthur.

El portavoz del Ministerio de Exteriores, Geng Shuang, había instado a Washington a “no permitir el tránsito de Tsai, y gestionar los asuntos relacionados con Taiwán de manera cauta y apropiada, para no perjudicar las relaciones chino-estadounidenses ni la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”. China, precisó Geng, ha presentado una protesta formal ante Estados Unidos.

En declaraciones en el aeropuerto antes de que despegara su avión, Tsai aseguró que su país defenderá firmemente las instituciones democráticas. "Nuestra democracia no ha llegado con facilidad, y ahora encara amenazas e infiltraciones de fuerzas extranjeras”. Taiwán “cooperará con países afines para garantizar que nuestras instituciones democráticas siguen fuertes y sólidas”, sostuvo.

Estados Unidos asegura que tránsitos tales como los que efectuará estos días la presidenta taiwanesa se permiten “por consideración a la seguridad, comodidad, conveniencia y dignidad del pasajero, y respetan nuestra política de una sola China”. Esa política, interpretada de manera diferente por Pekín -que la describe como “principio”- y Washington, sienta la base de sus relaciones diplomáticas.

Aunque ambas capitales están de acuerdo en que existe una sola China, para Pekín ese territorio incluye Taiwán, y nunca ha renunciado a incorporarlo por la fuerza. Estados Unidos, en cambio, considera la situación de ese Estado de hecho como “indeterminada”: no reconoce la soberanía de China, pero tampoco la independencia de la isla. Washington sí vende armamento a Taipéi, algo que le permite su Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, pero que suscita las protestas de Pekín en cada ocasión.

Este lunes se aprobó provisionalmente, a la espera de que el Congreso de EE UU dé el visto bueno definitivo, una venta de armamento por valor de 2.200 millones de dólares. Entre los equipos autorizados se encuentran una partida de 250 misiles Stinger valorada en 220 millones de dólares, 108 tanques Abrams y vehículos blindados de transporte.

“Estos tanques y misiles aportarán al Ejército de Taiwán una capacidad moderna de disuadir y complicar la planificación operativa de las fuerzas del Ejército Popular de Liberación chino que coaccionan y amenazan a Taiwán”, sostuvo en un comunicado el presidente del Consejo Empresarial EE UU-Taiwán, Rupert Hammond-Chambers.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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