Irán acelera su plan nuclear tras las amenazas de Trump
Trump amenaza con “el fin oficial de Irán” y el ministro de Exteriores del país le responde que sea "respetuoso"
Donald Trump no necesitó este domingo ni los 140 caracteres que permitían los antiguos mensajes de Twitter para lanzar una llamarada sobre Teherán, dentro de la escalada de tensión —y cada vez más confusión— con el régimen iraní. "Si Irán quiere luchar, ese será el final oficial de Irán. ¡Nunca amenacen a Estados Unidos de nuevo!", escribió sin otro detalle o explicación. Horas antes, un cohete había caído sobre la Zona Verde de Bagdad, donde se encuentra la Embajada estadounidense, entre otras, sin causar víctimas.
La verborrea de Trump no amilana, sin embargo, a la República Islámica. “El terrorismo económico y las burlas genocidas no van a acabar con Irán. Pruebe a ser respetuoso. ¡Funciona!”, le ha respondido este lunes el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, por el mismo canal. En su opinión, “aguijoneado por el Equipo B, Trump espera lograr lo que Alejandro Magno, Gengis Khan y otros agresores no pudieron”.
Con “Equipo B” se refiere a las iniciales de (John) Bolton (consejero de Seguridad Nacional de EE. UU.), Bibi (Netanyahu, primer ministro israelí), (Mohamed) Bin Zayed y (Mohamed) Bin Salmán (hombres fuertes de Emiratos Árabes y Arabia Saudí, respectivamente). A los cuatro se les atribuye buscar un cambio de régimen en Teherán. Zarif, un avezado usuario de las redes sociales, incluso ha usado como etiqueta el “nunca amenace a un iraní”, que no parafrasea al presidente norteamericano, sino que recuerda que el ministro la pronunció primero, cuando era jefe negociador nuclear, durante la recta final de las conversaciones que llevaron al acuerdo nuclear, en Viena en julio de 2015.
Estados Unidos ha mandado hasta ahora un doble mensaje. Por un lado, envía portaaviones y bombarderos al golfo Pérsico como advertencia directa y explícita a Irán —vía un comunicado de John Bolton, consejero de Seguridad Nacional— y fuentes de la Administración citan planes para un mayor despliegue militar, como publicó The New York Times, aunque Trump luego desmintió. Y, por otra parte, el presidente enfría las posibilidades de guerra y apunta al diálogo —"Irán querrá hablar pronto", dijo la semana pasada—, pero este domingo volvió el ardor guerrero.
Irán tampoco se queda atrás en el arte de la ambigüedad dialéctica. Mientras Zarif recurría a la historia para desmontar las baladronadas de Trump, otro portavoz informaba de que la central de Natanz ha multiplicado por cuatro su capacidad de enirquecer de uranio. El anuncio trata sin duda de aumentar la presión sobre la comunidad internacional, ya que de momento no supone una violación del acuerdo nuclear.
La noticia, difundida por la agencia Tasnim, precisa que se trata del mineral enriquecido por debajo del 3,67 % (LEU) y que se ha logrado sin añadir nuevas centrifugadoras. Esos detalles, de los que Teherán ha informado al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), indican que aún permanece dentro del marco que le permite almacenar hasta 300 kilos de LEU, pero limita las máquinas que puede utilizar. "Alcanzaremos los 300 kilogramos en unas pocas semanas", ha asegurado Behruz Kamalvandi, de la agencia atómica iraní, antes de reiterar que volverán atrás en cuanto la Unión Europea les facilite una vía de alivio a las sanciones de EE.UU.
Washington busca negociar con Teherán un nuevo acuerdo nuclear tras abandonar el que la Administración anterior, la del demócrata Barack Obama, había alcanzado en 2015 junto a otras potencias y que Trump rechazó desde que era candidato. Aquel pacto levantaba las sanciones a Irán a cambio de limitar su programa de armamento nuclear, pero el republicano siempre lo ha considerado una forma de dar oxígeno al régimen mientras, en realidad, no renunciaba a su carrera atómica.
Así, las sanciones al petróleo han vuelto a castigar a la economía iraní, cuyo régimen ha respondido anunciando que también va a incumplir partes de ese acuerdo —los límites a las reservas de uranio enriquecido y agua pesada. A la vez, de manera oficiosa, amenaza con cerrar el estrecho de Ormuz, un canal primordial del comercio global de crudo.
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