Kamala Harris: “La salud reproductiva está siendo atacada y no vamos a permitirlo, vamos a luchar con todo”
La candidata demócrata debuta en California, su estado, con al promesa de una reforma migratoria y respondiendo a la ofensiva antiaborto de Alabama
La campaña para presidenta de la senadora Kamala Harris debutó este domingo en California, el estado donde ha construido su carrera política, con un mitin en Los Ángeles en el que tocó todos los puntos de la agenda con la que los demócratas pretenden echar a Donald Trump de la Casa Blanca. Entre ellos, Harris entró de lleno en un tema que han puesto sobre la mesa los propios republicanos, en su versión más extrema, los derechos reproductivos de las mujeres. “La salud reproductiva de las mujeres está siendo atacada y no vamos a permitirlo”, dijo Harris, “vamos a luchar con todo”.
Las leyes antiaborto aprobadas la semana pasada en Alabama y Georgia, que desafían abiertamente la doctrina constitucional sobre este tema, se han convertido oficialmente en un tema de campaña para los demócratas. Antes de Harris, la representante Katie Hill, una de las estrellas de la nueva hornada de congresistas surgidas de 2018, hizo también referencia a la ofensiva antiaborto antes de dar su apoyo público a Harris.
“Francamente, me parece una decisión que pone de manifiesto la necesidad de prestar atención a las elecciones”, dijo Harris a preguntas de los periodistas sobre Alabama. “Las elecciones importan a nivel local, estatal y federal. Importa quién es presidente porque es quien decide quién se sienta en el Tribunal Supremo, donde se va a tomar la decisión final sobre la constitucionalidad. No tengo absolutamente ninguna duda de que lo que han hecho en Alabama es inconstitucional”.
La senadora Kamala Harris se encuentra entre el puñado de candidatos que se pueden considerar favoritos para llegar hasta Iowa en unas primarias demócratas que ya cuentan con 23 candidatos. Harris había venido a menudo al sur de California y a la ciudad donde desarrolló su carrera como fiscal, San Francisco, a eventos para recaudar dinero, pero hasta el domingo no había convocado un mitin. Además del apoyo de Hill, recibió también el de Alex Padilla, el secretario del Estado. La mayoría de los principales políticos de California no se han pronunciado aún en la carrera.
California se ha convertido por empeño propio en un estado clave en estas primarias. En 2016, fue uno de los últimos estados en votar y quedó una sensación de frustración por no haber tenido más influencia en las primarias. En estas presidenciales, se ha movido la fecha al supermartes, de forma que muy pronto California va a repartir sus más de 400 delegados demócratas. Eso obliga a hacer campaña en el estado más grande del país, lo que probablemente disparará el coste de estas primarias.
En ese contexto, la senadora californiana debería jugar con ventaja. Este domingo fue la primera prueba de su tirón en un gimnasio universitario donde se juntaron unas 1.000 personas. El acto comenzó con una estudiante que recitó el juramento a la bandera en español, algo que este corresponsal no había visto en ningún evento político o deportivo de primer nivel hasta ahora.
Uno de los temas clave para ganar California va a ser la inmigración. Harris prometió “una reforma migratoria integral con una vía para acceder a la ciudadanía”. Preguntada por EL PAÍS después del mitin, la senadora explicó que está trabajando en una ley que creará “un proceso real para que la gente pueda solicitar la ciudadanía”. “Ahora mismo no hay ninguno, que es una de las ironías y tragedias de la retórica que sale de esta Administración. Están vilipendiando a los inmigrantes, dando la espalda a los demandantes de asilo, sin darle a la gente un camino para pedir la ciudadanía legal”.
Harris prometió mantener la protección contra la deportación para los indocumentados llegados cuando eran menores (programa DACA) y recuperar la protección que dio Barack Obama a los padres indocumentados de hijos ciudadanos (programa DAPA, frenado por los republicanos en los tribunales).
“Estamos en un momento de la historia en el que se nos exige mirarnos al espejo y preguntarnos quienes somos. Y parte de la respuesta es que somos mejores que esto”. Así es como arranca sus mítines estos días la senadora, que suele estructurar sus discursos haciendo una relación de “verdades”. Esas verdades tocaron todos los puntos que se han convertido en la agenda demócrata.
“Hay mucha gente que desconfía del Gobierno y de los líderes”. Para recuperar la confianza, “este es un momento de la historia en el que los líderes tienen que decir la verdad”, argumenta Harris. Y esas verdades incluyen decir abiertamente que “el racismo, el antisemitismo, la homofobia y la transfobia son reales” en Estados Unidos, y “nacen de un odio que ha sido alimentado en estos últimos dos años”. Harris hizo referencia a la concentración neonazi de Charlottesville y al reciente ataque contra una sinagoga en San Diego.
Harris esbozó el argumento con el que los demócratas están contraatacando el discurso del éxito económico de Trump. “La economía americana no funciona para la gente trabajadora. La mitad de las familias no se puede permitir un gasto imprevisto de 400 dólares. En la mayoría de los condados, con el salario mínimo no te puedes permitir un apartamento de una habitación”. Esta parece ser la clave económica del discurso de los demócratas. La bonanza es solo números, la gente normal sigue sufriendo. En palabras de Harris: “Cuando hablan de que la economía va bien hablan de la bolsa. Eso está bien para los que tienen acciones”.
A partir de ahí, Harris prometió una rebaja de impuestos para todas las familias que ganen menos de 100.000 dólares al año. Insistió en el nuevo mantra de los demócratas, que hace cuatro años era radical: una sanidad universal basada en la expansión del sistema Medicare, que es la asistencia sanitaria pública para los muy pobres y las personas mayores.
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