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Kamala Harris lanza su campaña para 2020: “Nuestra democracia está siendo atacada”

La senadora californiana asume un discurso progresista en sanidad e impuestos y presenta la presidencia de Trump como una emergencia nacional

Kamala Harris anuncia sun candidatura a la Presidencia en Oakland, el domingo.
Kamala Harris anuncia sun candidatura a la Presidencia en Oakland, el domingo.Tony Avelar (AP)
Pablo Ximénez de Sandoval

La senadora californiana Kamala Harris lanzó este domingo oficialmente su campaña a la Presidencia de Estados Unidos en Oakland, la ciudad en la que nació y se formó, con un discurso en el que marcó todas las casillas de las preocupaciones del electorado progresista y que la consolida como el primer nombre de peso en la precampaña para noviembre 2020. La primera mujer negra que aparece con posibilidades de lograr una nominación presidencial articuló la presentación de su campaña alrededor de palabras como pueblo, verdad, lucha, y sin eludir el debate sobre el racismo, considerado de alto voltaje político en Estados Unidos.

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“A dos manzanas de aquí pronuncié por primera vez las cinco palabras que iban a definir mi carrera: Kamala Harris, por el pueblo”. Harris, de 54 años, nació en Oakland de un inmigrante jamaicano y una inmigrante india que vinieron a estudiar en UC Berkeley, la universidad local. Aquí comenzó su carrera como fiscal de la ciudad, después del distrito y por último fiscal general de California, antes de ser senadora. Los casos penales en Estados Unidos se formulan como el pueblo contra (the people vs.) el acusado, dando a entender que la ofensa es a todo el país. El fiscal se presenta en el juzgado en nombre de todos, no solo de la víctima. Ese es el lema de Harris en esta precampaña: For the people.

“Nuestra democracia y el sueño americano están siendo atacados como nunca antes”, dijo Harris. “Tenemos que resolver una cuestión fundamental. Quiénes somos, como americanos, quiénes somos. Y vamos a dar una respuesta aquí mismo. Somos mejores que esto”. En principio, el que ganador de unas primarias demócratas que se prevén muy concurridas (ya hay ocho candidatos declarados o a punto de hacerlo y faltan 18 meses para la nominación) se enfrentará a un presidente en ejercicio, Donald Trump, que ha indignado a los votantes demócratas cada día de su presidencia. Harris se aseguró de mencionar los peores momentos de estos dos años.

“Cuando los supremacistas blancos se manifiestan en Charlottesville y asesinan inocentes en una sinagoga, esa no es nuestra América”, clamó Harris, que repitió esta fórmula varias veces. A la política de separar familias de inmigrantes en la frontera la llamó “un abuso de derechos humanos”. Mencionó el muro y batallas que han galvanizado a las bases demócratas como la confirmación del juez Brett Kavanaugh para el Tribunal Supremo.

La palabra “verdad” parece que será otro de los ejes de los discursos de Harris. “Vamos a decir verdades”, anunció. Entonces afirmó que la economía no funciona para los trabajadores, que la clase media está ahogada en deudas, que las farmacéuticas son las que ha provocado la epidemia de la adicción a los opioides. “Digamos una verdad incómoda: el racismo, la homofobia, el sexismo, son reales en este país. Y son formas de odio antiguas con nuevo combustible. Y hay que decirlo, para poder lidiar con ello”. En esa retahíla de “verdades”, la gente la ovacionó cuando dijo: “Hay poderes extranjeros infectando la Casa Blanca como malware”.

Llegado el momento de explicar sus propuestas, Harris demostró que algunos temas que hace cuatro años solo defendía el senador Bernie Sanders y que se consideraban demasiado radicales se han convertido en el mainstream del Partido Demócrata. Harris prometió la sanidad universal a través de la expansión del programa público Medicare a todos los ciudadanos. Prometió educación preescolar gratuita y una educación universitaria “sin deudas”.

Siguió diciendo que va a aprobar “la mayor rebaja de impuestos en una generación” para las clases medias. “Lo vamos a pagar revirtiendo el regalo que este Gobierno les hizo a los ricos” con la reforma fiscal. Harris prometió defender los derechos reproductivos de las mujeres en todos los Estados del país. Y en inmigración, prometió “sacar a la gente de las sombras” y dar una posibilidad de conseguir la ciudadanía a millones de inmigrantes sin papeles. Harris también habló de “una América en la que ningún padre tenga que enseñar a su hijo que puede que le detengan, le persigan o le maten por su raza”.

Miles de personas llenaban las calles cercanas al Ayuntamiento de Oakland alrededor del mediodía, en una demostración de poder popular poco habitual tan al principio de la carrera presidencial. Antes de que Harris saliera al escenario, un coro multirracial con un director negro cantó una versión góspel del himno. Una niña negra recitó el juramento a la bandera. Un pastor negro dio un sermón. Samba Funk, un grupo diverso de Oakland con una cantante negra, animó al público con What’s going on, de Marvin Gaye.

La condición de mujer negra de Kamala Harris va a ser un tema central en la campaña. Quizá marque diferencias con la campaña de Barack Obama, que supo aprovechar la excitación que suponía un candidato negro entre las bases demócratas al tiempo que evitó en todo momento hacer de la raza un tema de confrontación. Este domingo, Harris dejó muy claro que ella no piensa evitar el tema. A la espera de nombres como Joe Biden, Bernie Sanders o Elizabeth Warren, la candidata más conocida del Partido Demócrata en este principio del principio de la campaña electoral hizo evidente este domingo que su partido va a presentar esta batalla contra Trump como una cuestión existencial, que los temas más a la izquierda del progresismo ya no son tabú entre los demócratas, y que no es casualidad que estas vayan a ser las primarias más diversas y con más mujeres de la historia en ese partido.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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