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La guerra comercial entre China y EE UU agita los mercados en Asia

El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, insiste en que aún es posible llegar a un acuerdo amistoso con Washington

Un inversor mira los movimientos del mercado en Pekín el 14 de mayo de 2019. En vídeo, declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi.Vídeo: WANG ZHAO
Macarena Vidal Liy

China y Estados Unidos continúan con las espadas en alto en su guerra comercial. Con la perspectiva de que su disputa sea más agria y más prolongada de lo que se calculaba hasta hace solo un par de semanas, antes de la última escalada, los mercados continuaron este martes su trayectoria descendente. Pero las declaraciones de uno y otro lado para lanzar un mensaje de tranquilidad ayudaron a templar, relativamente, los ánimos en los parqués.

El índice Hang Seng de la Bolsa de Hong Kong retrocedía un 2,2%, mientras que en la China continental, Shanghái perdía el 1,06%, o 30,88 puntos, en la apertura. La Bolsa de Shenzhen, más centrada en los valores tecnológicos, caía un 1,15%, 104,39 puntos. Anoche, sin embargo, Wall Street registraba la peor caída en los últimos cuatro meses, según informaba The New York Times.

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En Singapur, el índice MSCI, que agrupa los principales valores asiáticos con excepción de los japoneses, bajaba a mediodía un 0,9%. El retroceso en Australia era del 0,9%, tras haber caído un 1,2% en la apertura, mientras que en Tokio, el Nikkei perdía el 0,8% a media jornada. En las primeras horas de la mañana, el batacazo había llegado al 1,9%.

Desde Moscú, el ministro de Exteriores y consejero de Estado chino, Wang Yi, subrayaba que aún existe esperanza de resolver el enfrentamiento de modo amistoso y recordaba que, en sus 11 rondas de negociaciones, los dos países han logrado ya progresos sustanciales. “Creemos que, en tanto que esas conversaciones se alineen con la posición general china de reforma y apertura, con la necesidad china de desarrollo de alta calidad, y con los intereses comunes a largo plazo de los pueblos chino y estadounidense, los dos equipos negociadores tienen la capacidad y sabiduría para resolver las demandas razonables de cada parte y llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso”, ha indicado este martes, en declaraciones distribuidas por su Ministerio.

En Washington, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciaba que se reunirá con su homólogo chino, Xi Jinping, el mes próximo en Osaka (Japón) durante la cumbre del G20. “Puede que pase algo”, ha indicado. “Será, creo, una reunión muy fructífera”.

Pero la guerra comercial entre los dos países continúa su escalada. China anunció la pasada noche la imposición de aranceles entre el 10% y el 25% a productos que importa de EE UU por valor de 60.000 millones de dólares, y que oscilan desde alimentos a la joyería. Esa medida, ha precisado Pekín, se produce como respuesta a la decisión de Washington de elevar sus tasas al 25% a importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares. Por su parte, la oficina del representante para Comercio Exterior estadounidense ha abierto una consulta pública, hasta el 17 de junio, sobre la posible imposición de aranceles a otros productos chinos por valor de 300.000 millones de dólares.

El propio Trump ha subrayado: “Me encanta la posición en la que estamos. (...). Puede que haya represalias, pero serán menores comparadas con las nuestras. Hacemos muchos menos negocios con ellos que ellos con nosotros”, indicaba el inquilino de la Casa Blanca.

China ha adoptado una retórica desafiante y ha subrayado que se encuentra dispuesta a una larga guerra de trincheras económicas. Wang Yi insiste en que el gigante asiático no cederá en lo que considera sus principios fundamentales en la negociación: “La soberanía del país, los intereses del pueblo y la dignidad del pueblo”.

Propiedad intelectual

El quid de la negociación se encuentra en que Washington reclama a Pekín no solo que aumente sus compras de productos estadounidenses para equilibrar una balanza comercial muy favorable a China. También le exige medidas para garantizar la protección de la propiedad intelectual, eliminar la transferencia forzosa de tecnología y permitir el acceso a los mercados financieros chinos, entre otras cuestiones. Y para ello considera necesario que China se comprometa a cambiar sus leyes, algo que Pekín percibe como una injerencia intolerable en su soberanía.

Los medios oficiales chinos se expresan este martes con dureza sobre la guerra comercial y aseguran que China “luchará hasta el final”. Pekín “tiene una gran gama de contramedidas. Las iniciativas arancelarias estadounidenses son como una ronda indiscriminada de balazos. Les va a causar mucho daño autoinfligido y que a largo plazo va a serles difícil de aguantar. China, en cambio, va a apuntar con precisión, intentando evitar perjudicarse a sí misma”, sostiene en un comentario el periódico The Global Times, de inclinación nacionalista.

Más duro aún es un editorial conjunto de la agencia de noticias Xinhua y el Diario del Pueblo, el periódico del Partido Comunista de China: “La guerra comercial en Estados Unidos es la creación de una sola persona y su Administración, que se ha llevado consigo a toda la población del país. Todo el país y toda la población de China están amenazados. Para nosotros, esta es una auténtica ‘guerra popular”.

En Weibo, el Twitter chino, un comentario de la televisión estatal se ha convertido en uno de los artículos más vistos, con más de dos millones de “me gusta”. China, asegura el comentario, “no quiere pelear, pero no teme hacerlo… Después de 5.000 años de altibajos de la nación china, ¿qué tipo de batalla hay que no hayamos visto ya? (…) La guerra comercial patrocinada por Estados Unidos solo es un obstáculo en el proceso de desarrollo chino. No es gran cosa. China con toda seguridad fortalecerá su confianza, superará las dificultades, convertirá la crisis en una oportunidad y luchará por un mundo nuevo”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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