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Combat rock
Columna
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“Merecido se lo tienen”

La migración no se trata de un “problema” a combatir. Se trata de un fenómeno a entender

Antonio Ortuño
Migrantes en la estación migratoria Siglo XXI en Tapachula, Chiapas (México).
Migrantes en la estación migratoria Siglo XXI en Tapachula, Chiapas (México). A. MARTÍNEZ (REUTERS)

"México para los mexicanos". "Que se vayan por donde vinieron". "Bien merecido se lo tienen los inmigrantes centroamericanos por bobos, por tener poco respeto a sí mismos y por andar pidiendo caridad por todas partes. Mejor hacen [sic] en quedarse en sus países y luchar por mejorarse ellos [...] porque en ningún lado los quieren". "Los mexicanos van a lo que van y no andan haciendo desmanes como los cubanos y centroamericanos, que no quieren ni registrarse y por donde pasan dejan un desorden". Estas frases, que mutatis mutandis podría escupir el mismísimo Donald Trump, provienen todas de ciudadanos mexicanos. No son un invento: están tomados de los comentarios al pie de las noticias y las publicaciones en red de este diario, y en específico de los que produjo la nota México triplica las deportaciones de migrantes centroamericanos con López Obrador, firmada por Jon Martín Cullell el pasado 9 de mayo.

No pueden evitarse algunas dudas: ¿cómo es que México, que fue por años uno de los líderes de la migración planetaria, tiene habitantes que parecen entender tan poco de lo que significa migrar y repiten con los centroamericanos, sin saber o, peor, a sabiendas, el discurso de desprecio y las mentiras que son arrojados en su contra en otras geografías? ¿Cómo diablos podría ser México un país que se posicionara en contra de la migración? En Estados Unidos viven alrededor de doce millones de ciudadanos mexicanos. Y cerca de 36 millones de personas son identificadas en el censo de EE. UU. como “de origen mexicano”. Eso, más que una comunidad, es un país dentro de otro… ¿De verdad estamos en contra? ¿Y de ser así, por qué lo estaríamos? ¿Piensan los mexicanos que Trump, en el fondo, tiene razón? ¿O se trata nada más de defender los bandazos del actual gobierno en el tema y cuidarle las espaldas de las críticas?

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La migración está, desde hace años, en el centro del debate político de Occidente. El endurecimiento de las posturas en su contra en Estados Unidos y diversos países europeos es noticia diaria. Las escenas de familias separadas y niños metidos en jaulas en la frontera sur estadounidense coparon los medios hace unos meses… Y dejaron de hacerlo solo por hartazgo, porque estas salvajadas teóricamente justificadas por la “seguridad nacional” no han dejado de suceder. En Europa, los reportes sobre pateras que naufragan y cuerpos que flotan a la orilla del mar son cosa de todos los días: un horror cotidiano y normalizado, a pesar del escándalo que aún provoca entre algunos y el esfuerzo valiente de ciertas organizaciones de ayuda. Medra, pues, en Occidente, una ola política antimigrante, encarnada en rostros y movimientos concretos: el ya citado Donald Trump y el vice primer ministro italiano Matteo Salvini, sí, y también partidos xenófobos como la AFD alemana, Vox en España o la Agrupación Nacional en Francia (el nuevo nombre del viejo FN de Le Pen). El discurso de todos es muy similar: los migrantes, acusan, se aprovechan de los países que los reciben, explotan sus ayudas sociales, les “ganan” los trabajos a los nativos, llevan consigo formas de ser y pensar “ajenas” y “peligrosas” y, desde luego, señalan a berridos, son en su mayoría delincuentes que provocan caos y violencia y agreden a losingenuos anfitriones a la menor oportunidad.

Huelga decir que esta postura está llena de agujeros y falsedades. Por un lado, porque cualquier estadística económica seria señala que los beneficios que dejan los migrantes exceden notoriamente el dinero que cuesta recibirlos. Por otro, porque a pesar de los episodios de crimen y violencia muy puntuales relacionados con la migración, la balanza general indica lo contrario a lo que los detractores postulan: son los migrantes quienes suelen ser víctimas de delitos, antes que cometerlos, y quienes suelen convertirse en blancos de los grupos criminales locales, antes que formar los suyos. La xenofobia, por otro lado, no es nueva. Vaya: las olas de migración europeas a América en los siglos XIX y XX generaron reacciones y suspicacias muy parecidas entre muchos, que veían a los italianos como mafiosos, a los irlandeses como revoltosos, a los españoles como “rojos” y subversivos…

¿Pero qué perjuicio generalizado ha causado la migración mexicana a EU o las migraciones extranjeras a México y América? Ninguno demostrable más allá de la anécdota individual. En cambio, los beneficios económicos, culturales y vitales están fuera de discusión.

En el fondo, resulta intrascendente lo que pasará, es decir, que también esta nota termine llena de comentarios antimigrantes al pie. Lo fundamental es que quien se asome al tema reflexione y se informe antes de opinar. Porque la migración no se va a detener con insultos ni policías. Y porque todos, en alguna medida u otra, venimos de la migración o hacia ella vamos. No, no se trata de un “problema” a combatir. Se trata de un fenómeno a entender. ¿Lo entendemos?

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