Trump abre un frente comercial con India y Turquía
Estados Unidos retira a ambos países el trato preferencial a sus importaciones mientras apura para llegar a un acuerdo con China
Donald Trump ha abierto un frente comercial contra India y Turquía al tiempo que da el último empujón para tratar de cerrar un pacto con China que ponga fin a la escalada de tensión entre las dos mayores potencias del mundo. En su cruzada por mejorar un régimen de intercambios que el presidente considera lesivo para Estados Unidos, Washington ha decidido retirar a India y Turquía del programa de trato preferencial, por el cual se permite una cantidad de importaciones cada año libre de aranceles.
La Administración justifica la medida con distintos argumentos. En su carta remitida al Congreso sobre India, Trump expresa un agravio. "Doy este paso porque después de un intenso compromiso entre Estados Unidos y el Gobierno de India, he determinado que India no le ha asegurado a Estados Unidos que proporcionará un acceso equitativo y razonable a los mercados del país", señala la misiva. La oficina de representación comercial señala que ambos se encuentran ya “suficientemente desarrollados económicamente” y por tanto no encajan en la filosofía de este trato especial, pensado para países de bajos ingresos.
India fue en 2017 el país más beneficiado por este programa, el llamado Sistema de Preferencia Generalizado, con 5.600 millones de dólares en exportaciones a EE UU exentos de tasas, que suponen alrededor del 11% del total de sus ventas al país norteamericano. El Gobierno de Nueva Delhi quitó hierro a la medida y evitó subir la tensión con Washington. El Ministerio de Comercio señaló en un comunicado que las exenciones derivadas de dicho programa de ayuda supusieron un ahorro de no más de 190 millones de dólares en aranceles.
Trump ya había expresado su descontento con India en los últimos meses, su discurso del pasado sábado en Maryland en la conferencia política conservadora fue la última ocasión. Son objeto de disputa los aranceles a las motocicletas estadounidenses y el control de precios sobre fármacos y dispositivos médicos, así como sus políticas sobre la propiedad intelectual, entre otros.
En el caso de Turquía, la guerra de Siria y las relaciones con Rusia han hecho mella en la relación entre el magnate neoyorquino y Recep Tayyip Erdogan, para quien Trump tuvo buenas palabras en los primeros meses en la Casa Blanca, y le felicitó por su victoria en el referéndum de reforma constitucional de abril de 2017 sin mención alguna a las posibles irregularidades.
El pellizco a Turquía e India tiene lugar al mismo tiempo que EE UU intenta poner fin a la que sí es una guerra comercial en toda regla. Según han publicado varios medios estadounidenses en los últimos días, el documento que servirá de base de acuerdo estaría ya listo, aunque dominan aún los corchetes de cuestiones que deben resolverse o aclararse, algo habitual en estos casos. The Wall Street Journal indica que la cumbre entre los dos líderes podría ser en torno al 27 de marzo. Pero The New York Times anticipa que el resultado final será menos ambicioso de lo que se planteó Trump al iniciar la batalla.
Washington empezó a imponer en junio medidas punitivas a productos importados chinos por valor de 250.000 millones de dólares, el equivalente a la mitad de lo que entra en territorio estadounidense desde el país asiático. Pekín, por su parte, respondió con aranceles sobre productos estadounidenses por valor de 110.000 millones. La idea de Washington es retirarlos en productos por valor de 200.000 millones si China se compromete a realizar cambios estructurales, algo que debería quedar plasmado en el pacto que están construyendo.
Las autoridades chinas podrían así mismo rebajar el gravamen en industrias específicas, como la automotriz, y elevar las compras de energía.
La esperanza en este momento, por tanto, es que se logre algún tipo de compromiso que ayude a rebajar la incertidumbre. Pero antes de cruzar la línea de meta, se deben superar otros obstáculos. Trump abrió la mano la semana pasada y extendió el plazo que se había marcado tres meses antes para subir los aranceles del 10% al 25% a productos importados chinos por valor de 200.000 millones de dólares. El objetivo es sellar un acuerdo a finales de mes en un encuentro entre el presidente Donald Trump, y el líder del régimen chino, Xi Jinping.
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