El médico que custodia las ayudas para Venezuela
El diputado José Manuel Olivares, exiliado en Colombia, lidera la estrategia de Juan Guaidó para desafiar a Maduro con el ingreso de alimentos e insumos médicos por la frontera
Como millones de venezolanos en los últimos años, José Manuel Olivares (Maiquetía, 1985) se vio empujado a salir de su país. Hace seis meses, atravesó el Puente Internacional Simón Bolívar siguiendo los pasos de su esposa y su hijo de tres meses. Este sábado, el joven diputado de la Asamblea Nacional, en el exilio desde entonces, está determinado a volver a recorrer los 315 metros que mide el principal paso fronterizo entre Colombia y Venezuela. Pero está vez en la dirección contraria, a la cabeza de uno de los cargamentos de la ayuda humanitaria solicitada por Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por el grueso de la comunidad internacional.
Aunque pertenecen a partidos distintos, a ambos los une que provienen del estado Vargas, donde queda el aeropuerto que sirve a Caracas, otro lugar de numerosas despedidas. Olivares forma parte de Primero Justicia, del expresidente del Legislativo Julio Borges y del excandidato presidencial Henrique Capriles, mientras Guaidó milita en Voluntad Popular, el movimiento de Leopoldo López.
“Este proceso no sería posible sin la unidad de todos los partidos, el sustento de todo esto es la Asamblea Nacional. No sé si somos oposición o somos Gobierno, pero estamos en un punto de avanzada en lograr lo que ya casi todo el mundo repite: cese de la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres”, señala Olivares en una de varias conversaciones con EL PAÍS, frecuentemente interrumpidas por pedidos para que le grabe algún mensaje a los venezolanos. “Juan ha estado a la altura del compromiso (…) Estamos en la primera fase. No podemos negar un hecho obvio, que Miraflores es Maduro, pero cada vez con más precariedad, más solo, más paranoico, cada vez más aislado externa e internamente”.
Activista estudiantil, médico, diputado opositor, padre y exiliado, en ese orden cronológico, Olivares encarna de un modo u otro varias de las facetas más críticas de la larga crisis política y social de Venezuela, así como la larga lucha de la oposición al chavismo. Siempre de camisa de un solo tono, jeans y zapatos deportivos, ha estado al frente de la operación para el ingreso de las ayudas, en sintonía con Lester Toledo, representante de Guaidó, y la también diputada Gaby Arellano.
Son días de poco sueño y mucha tensión. A lo largo de estas tres largas e intensas semanas, en las que no ha visto a Francisco, su hijo que ahora tiene diez meses, ha estado la mayor parte del tiempo coordinando la logística y revisando las ayudas en Cúcuta, de lejos el lugar más propicio para establecer un centro de acopio. También viajó al desértico departamento de La Guajira, a evaluar la posibilidad de otro punto para el ingreso de suministros, y a Washington, para explicar la crisis humanitaria ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y reunirse con ministros de Salud de países que apoyan a Guaidó, con la reconstrucción en mente. En el puente limítrofe de Tienditas, el lugar donde se almacena la asistencia, se le vio eufórico cuando llegaron los primeros camiones, así como en el aeropuerto Camino Daza cuando aterrizaron los aviones estadounidenses C-17. Reconoce que los medicamentos que tanto lo obsesionan son los cargamentos que más tiempo toman, la parte más difícil, costosa y burocrática por los permisos y controles de calidad.
Olivares es parte de la generación de líderes universitarios que, tras el cierre de RCTV, emergió en la campaña por el No en el referendo constitucional de 2007, una resonante derrota para Hugo Chávez. Para entonces estudiaba tercer año de medicina, y nunca, ni siquiera como diputado, dejó de acudir al hospital. “Para mí la medicina y la política son lo mismo, son herramientas para ayudar”, apunta el oncólogo radioterapeuta. Al invocar la necesidad de las ayudas, pinta un panorama desolador. Denuncia que en Venezuela hay 40.000 pacientes oncológicos sin quimioterapia, que la escasez de medicamentos para enfermedades neurológicas como Parkinson y Alzheimer alcanza el 98%, que el 68% de los quirófanos están cerrados o no operativos y que muchas familias sencillamente no comen carne ni ninguna proteína.
“Él era el rostro, el faro, de la crisis sanitaria”, señala Arellano, su colega, sin olvidar que Olivares dedicó su primera intervención en esa naciente Asamblea Nacional de mayoría opositora, en enero de 2016, precisamente a la emergencia humanitaria, mientras ella dedicó la suya a pedir que abrieran la frontera. Esa insistencia, junto a la articulación de protestas en el sector salud, lo puso en la mira del régimen. Luego de recibir la llamada de un general del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) que amenazaba a toda su familia, la visita de las patrullas y una orden de arresto contra su esposa, recordó las palabras del monseñor que lo casó (“a partir de hoy tu primer deber es con tu familia”) y decidieron marcharse apresuradamente. Condujo las 18 horas hasta la frontera en un Mitsubishi Lancer plateado, y cruzó con el corazón en la boca por su bebé, que no tenía pasaporte. Las autoridades colombianas lo dejaron pasar.
En Bogotá, donde no es sencillo homologar títulos, se ha tenido que emplear como paramédico en una ambulancia. “Mi historia es la de millones de venezolanos en todo el mundo”, afirma sin amarguras sobre la diáspora. “Es duro, doloroso, difícil, pero no hay programa de becas más poderoso en el mundo. Millones de venezolanos aprendiendo otro idioma, valorando el trabajo, la familia, aprendiendo otra cultura, es una herramienta fundamental para la reconstrucción del país”. Está convencido de que muchos de los que se fueron van a volver, y ese será uno de los motores de la nueva sociedad.
“Estamos empeñados en que sea una transición pacífica. Queremos que el desenlace sea democrático, civil, social”, afirma sobre un eventual escenario de enfrentamientos el sábado, cuando intentarán ingresar simultáneamente las ayudas -a las que se resisten los militares que aún son leales al Ejecutivo de Nicolás Maduro- por los cuatro cruces fronterizos entre el departamento colombiano de Norte de Santander y el estado venezolano de Táchira a partir de las 9 de la mañana. Los diputados estarán en primera fila. “¿Al final cuál es nuestro ejército? La gente. Tenemos el apoyo internacional, el de Colombia, pero la gran fuerza de esto es el apoyo popular, son los millones de venezolanos que dijeron ya basta”. En los voluntarios se concentra la estrategia para abrir de una vez por todas un canal humanitario. Olivares estará en el Simón Bolívar. "Yo quiero regresar por la puerta que salí".
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