Las acusaciones sobre el Holocausto contra Polonia cancelan una cumbre del Este de Europa con Israel
“Los polacos maman el antisemitismo con la leche de sus madres”, afirma el ministro de Exteriores israelí
El flamante ministro de Exteriores israelí, Israel Katz, no ha podido empezar con peor pie su función diplomática. Pocas horas después de ser nombrado, el domingo afirmó en televisión que “los polacos maman el antisemitismo con la leche de sus madres”. El revuelo de sus declaraciones se suma a la polémica desatada el viernes en Varsovia por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, al cuestionar el papel de Polonia en el Holocausto. En respuesta al “imperdonable mensaje racista” de Katz, los ultraconservadores dirigentes polacos han cancelado su asistencia a la cumbre de los líderes de los países del Grupo de Visegrado (que incluye además a Hungría, Eslovaquia y República Checa, también conocido como V4), que se iba a reunir este lunes por primera vez en Israel.
Netanyahu ha visto arruinada en plena campaña electoral la celebración de la cumbre con los cuatro países del Este más favorables a Israel en el seno de la Unión Europea. El primer ministro intentó quitar hierro a sus declaraciones en la capital polaca sobre la colaboración de polacos con los nazis en el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial, y aseguró que la prensa israelí que le acompañaba en un cónclave internacional sobre Oriente Próximo había malinterpretado sus palabras.
De poco sirvieron las explicaciones de la embajadora israelí en Varsovia, Anna Azari, convocada ante el Ministerio de Exteriores. El primer ministro polaco del Gobierno del partido derechista y nacionalista Ley y Justicia (PiS), Mateusz Morawiecki, canceló el domingo su visita a Israel. La leña al fuego arrojada por el ministro Katz acabó de abrasar las relaciones bilaterales. “La verdad histórica no puede cambiarse”, se ratificó este lunes el nuevo jefe de la diplomacia hebrea en una emisora de radio israelí. “Muchos polacos colaboraron con los nazis en el exterminio de judíos durante el Holocausto”.
El ministro de Exteriores polaco, Jacek Czaputowicz, canceló poco después su asistencia a la reunión del V4. La ausencia de representantes de Varsovia ha dejado automáticamente sin efecto la cumbre. El portavoz de la diplomacia israelí, Emmanuel Nahshon, reconoció que la cita había sido anulada y que en su lugar el primer ministro va a mantener encuentros bilaterales con sus homólogos de Hungría, Viktor Orbán; de Eslovaquia, Peter Pellegrini, y de República Checa, Andrej Babis, encuadrados también en Gobiernos de signo conservador. Netanyahu fue invitado hace dos años a participar en una cumbre del Grupo de Visegrado en un intento de consolidar la vía de atajo que busca hacia Europa sin pasar por Bruselas, donde la política israelí de bloqueo de la solución de los dos Estados con los palestinos lastra las relaciones con la Unión Europea.
Hijo de supervivientes del Holocausto, Katz fue nombrado ministro de Exteriores en funciones cuando el Tribunal Supremo de Israel estaba a punto de advertir a Netanyahu de que estaba acumulando demasiado poder, al desempeñar también, entre otras, la cartera de Defensa desde el pasado otoño. El número dos del Likud, que también es ministro de Transportes y de Inteligencia, ha salido reforzado en el voto de las primarias del partido como posible futuro jefe de Gobierno, si el actual primer ministro es finalmente imputado por corrupción por el fiscal general. La frase sobre “el antisemitismo que amamantan los polacos” fue pronunciada originalmente por el antiguo dirigente conservador israelí Isaac Shamir.
El papel de los ciudadanos polacos durante el Holocausto —en el que murieron más de seis millones de judíos— es un asunto que suscita la máxima sensibilidad en ambos países, y que ya ha provocado agrias discusiones. El Parlamento de Varsovia aprobó hace un año una ley que convertía en delito castigado con penas de cárcel afirmar que el pueblo polaco fue cómplice en los crímenes del exterminio judío por los nazis, así como denominar recintos de aniquilación masiva como Auschwitz, Treblinka o Sobibor “campos de exterminio polacos”. Yad Vashem, el centro de estudios y museo del Holocausto de Jerusalén, definió entonces la legislación polaca como una negación de la Shoah que restringía el debate histórico.
Ante la presión de Israel y de Estados Unidos, el Gobierno de Polonia reformó seis meses después la polémica normativa. El primer ministro Morawiecki suscribió entonces con Netanyahu una declaración conjunta de condena del antisemitismo. Los nazis erigieron seis campos de exterminio en Polonia, un país que hasta 1939 contaba con más tres millones de judíos. Un 90% de ellos fueron asesinados.
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