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May se aferra a su plan con mejoras para convencer a los euroescépticos

La primera ministra conservadora presenta en el Parlamento un puñado de promesas vagas

En foto: Theresa May, esta mañana en Downing Street. En vídeo: declaraciones de la primera ministra británica, Theresa May.Vídeo: Daniel Leal-Olivas
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El plan alternativo que Theresa May se había comprometido a presentar ante el Parlamento, después del masivo rechazo que obtuvo su acuerdo del Brexit la semana pasada, ha consistido en un puñado de promesas vagas. La primera ministra ha lanzado guiños al sector euroescéptico de su partido y a los unionistas norirlandeses del DUP que sostienen su mayoría parlamentaria. Ha prometido más participación de los diputados en la negociación de la futura relación con la UE e intentar de nuevo, sin dar detalles, buscar una solución al nudo gordiano del backstop, la salvaguarda irlandesa impuesta por Bruselas.

Una catarata de intervenciones de diputados laboristas y conservadores, comenzando por el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, ha recordado a May las tres opciones que dominan hoy el debate político en Reino Unido: rechazar de modo expreso que se vaya a producir un Brexit sin acuerdo, para tranquilizar a empresarios y ciudadanos; solicitar una extensión del artículo 50 del Tratado de Lisboa [que activó la salida de Reino Unido, fijada para el 29 de marzo] para ganar un tiempo cada vez más necesario; y, finalmente, preparar un segundo referéndum que devuelva la voz a la ciudadanía. La primera ministra ha rechazado las tres con argumentos en los que sus escasos aliados ven lógica y el resto del mundo, obstinación.

“El único modo de evitar un Brexit sin acuerdo es que esta Cámara apruebe un acuerdo con la UE. O si no, revocar el artículo 50 y que Reino Unido permanezca en la Unión Europea”, ha respondido May con tono desafiante. Una petición de más tiempo, ha explicado a continuación, no depende solo de Londres. Y para convencer al resto de socios de la UE es necesario explicarles qué se pretende hacer con esa prórroga. Finalmente, la primera ministra ha descartado de nuevo otro referéndum, y esta vez ha añadido una nueva amenaza para reafirmar su negativa: “Un segundo referéndum reforzaría la mano de aquellos que hacen campaña en busca de una ruptura de la unidad territorial de Reino Unido”, ha advertido.

Y, sin embargo, May ha acudido a la Cámara de los Comunes dispuesta a transmitir la idea de que había entendido la estrepitosa derrota de su plan: “Después de la votación de la semana pasada, ha quedado claro que el modo en que el Gobierno está enfocando este asunto debe cambiar. Y ha cambiado”, ha anunciado al principio de su intervención.

Los supuestos cambios iban claramente dirigidos al sector euroescéptico de su partido y a los unionistas norirlandeses del DUP. May no tiene muchas esperanzas en dar la vuelta a la situación con aproximaciones a los diputados laboristas indecisos.

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La primera ministra ha prometido que tanto ella como sus ministros seguirían hablando con los diferentes partidos, con los sindicatos y con los empresarios a lo largo de la semana. Y que seguiría conversando con los jefes de Estado y de Gobierno de la UE durante toda la semana en busca de una nueva solución para el principal escollo del acuerdo, el backstop, o salvaguarda irlandesa.

“Quiero ofrecer nuevas garantías a esta Cámara de que, en la negociación de la futura relación con la UE, buscaremos la aportación de un amplio elenco de voces fuera del Gobierno, y aseguraremos que el Parlamento tenga participación, y una mayor implicación, en estas decisiones”, ha asegurado. Era el modo de tranquilizar al sector euroescéptico de su partido, con la promesa de que tendrán voz y voto en el diseño del futuro posterior al Brexit.

“Esto es realmente el día de la marmota”, ha respondido el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, a las promesas de May. El laborista le ha recordado que ya había prometido antes de Navidades acudir a Bruselas para extraer nuevas concesiones, y que no obtuvo nada. “¿Cuál es la diferencia entre una concesión y una garantía legal?”, le ha preguntado para expresar su incredulidad. Corbyn también le preguntó a la primera ministra si estaba dispuesta a honrar las votaciones de la Cámara en el caso de que esta aprobara la moción conjunta presentada por dos diputadas, una laborista y una conservadora, que descarta la posibilidad de que haya un Brexit sin acuerdo.

Salida sin acuerdo

May se guarda esa baza negociadora, porque sabe que es su principal fortaleza a la hora de negociar con Bruselas y para infundir el miedo en aquellos parlamentarios, de una y otra bancada, que todavía mantienen un poso de indecisión

Pero al mismo tiempo los principales ministros de su Gobierno, como el de Economía, Philip Hammond, se han encargado de transmitir a la comunidad empresarial que la idea de salir de la UE a las bravas, sin cláusulas de salvaguarda ni periodo de transición, es prácticamente impensable. Y son bastantes los miembros del Gobierno, en los niveles políticos altos y medios, que amenazan con presentar su dimisión si se consuma la tragedia.

“Intuyo que existen varios ministros, al más alto nivel, y sospecho que incluso la primera ministra, que están deseando que el Parlamento vaya adelante con esta moción”, ha señalado a la BBC Yvette Cooper, la diputada laborista que ha impulsado la moción estrella con la que se pretende rechazar un Brexit sin acuerdo. Se votará el próximo día 29 junto al texto definitivo que presente May.

La primera ministra y su equipo son conscientes de que si alguna solución milagrosa surge a lo largo de la semana, implicará necesariamente una extensión del artículo 50, pero es una baza de la que no quiere aún echar mano, hasta estar segura de que existe alguna posibilidad de salvar su acuerdo con la UE.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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