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El rey de Marruecos reactiva en verano su poder sin consultar al Gobierno

El Palacio Real destituyó en agosto a un ministro sin explicar las razones e impulsó la vuelta al servicio militar obligatorio sin promover un debate previo

Francisco Peregil
Mohamed VI, a finales de julio en Tetuán.
Mohamed VI, a finales de julio en Tetuán.FADEL SENNA (AFP/Getty Images)

Mohamed VI, quien se encuentra desde principios de mes de vacaciones en las islas Seychelles, ha impulsado en agosto de forma sorpresiva varias medidas de gran calado sin que el monarca ni su Gabinete de consejeros hayan argumentado sus razones. A mediados de agosto el rey presentó en Consejo de Ministros un proyecto de ley por el que se recupera el servicio militar obligatorio, desaparecido desde 2007. También destituyó al ministro de Economía y Finanzas, Mohamed Busaid, y amnistió a 180 presos rifeños, casi la mitad de los detenidos durante las protestas de Alhucemas iniciadas en noviembre de 2016.

Para algunos analistas estas decisiones violentan el espíritu de la Constitución de 2011, aprobada tras las protestas de la primavera árabe con el fin de otorgar más poderes al Parlamento, al jefe de Gobierno y a los partidos políticos. El semanario marroquí Telquel publicó esta semana un reportaje nada habitual en la prensa marroquí titulado “Los silencios del Palacio”. En él se sostiene que las medidas citadas subrayan “la opacidad de las decisiones” tomadas en Palacio.

El ex secretario general del Partido del Progreso y del Socialismo (PPS), Mulay Ismail Alaui, declara en el citado artículo: “Hay una especie de negación del contenido de la Constitución en lo que concierne a la ausencia de consulta. Yo no hablo de la consulta popular, que es evanescente. Hablo de la consulta que debe haber entre las propias instituciones”. El politólogo Aziz Chahir señala también en la misma publicación: “Es cierto que se ha creado un sentimiento de frustración entre la gente, que se siente apartada, como si ella no contara en la ecuación política”. Y Hassan Chami, antiguo ministro de Hassan II, critica en el artículo la forma en que se ha impulsado la vuelta al servicio militar obligatorio, una medida que afectará a hombres y mujeres de entre 18 y 25 años, es decir, al 44% de la población. “En un día se han tomado las decisiones necesarias para reinstaurar el servicio. Es cierto que antes de adoptar la ley habrá un debate parlamentario, pero ya se le ha vaciado de contenido. (…) La forma de actuar es siempre la misma: el poder decide y nosotros debemos ejecutar”.

A las medidas anteriores habría que añadir otra que concierne de lleno a España: el pasado 31 de julio Marruecos cerró la aduana comercial con Melilla sin consultar a las autoridades españolas. La trascendencia de la decisión, difundida once días después por El Confidencial, solo podía tener su origen en Palacio. Pero el Gabinete real se ha limitado a mantener silencio. En su lugar, el portavoz del Gobierno, Mustafa Jalfi, ofreció el 30 de agosto en conferencia de prensa la única razón oficial expresada hasta el momento: “Es una medida normal y soberana para desarrollar el nuevo puerto (de Beni-Enzar, en la ciudad marroquí de Nador, próxima a Melilla)”.

El semanario  Telquel publica un reportaje atípico en la prensa marroquí donde se denuncia la opacidad del Palacio en la toma de decisiones importantes

El rey ha tomado otra medida decisiva sin que haya causado el mínimo debate en Marruecos. En función de los poderes que le otorga la Constitución, Mohamed VI no ha probado la dimisión del ministro Lahcen Daudi, responsable de Asuntos Generales, quien había participado en junio en una sentada frente al Parlamento de decenas de trabajadores pertenecientes a Centrale Danone, una multinacional francesa en la que el conglomerado empresarial del rey Mohamed VI tiene una participación del 5%. Los trabajadores protestaban contra el boicot ciudadano anónimo emprendido contra tres empresas marroquíes. La presión ciudadana y de su propia formación, el islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) llevó al ministro a dimitir. Pero el rey no ha aprobado la dimisión. Sin que el Palacio Real se haya expresado al respecto.

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Mohamed Daadaoui, profesor de ciencias políticas en la universidad estadounidense de Oklahoma y autor de un libro sobre la monarquía marroquí y el desafío islamista, señala a través del correo electrónico que él no aprecia ningún elemento nuevo en estas tomas de decisiones. “El Palacio ha tenido siempre poderes discrecionales extraconstitucionales. El Gabinete fantasma del Palacio detenta el máximo poder político y administrativo. Y sus miembros son los arquitectos del Estado".

"Es interesante", añade Daadaoui, "que un miembro de la clase política [en referencia a Mulay Ismail Alaui, exsecretario del PPS] critique la falta de consulta del Palacio. Pero yo no estoy seguro de que la gente se sienta frustrada por eso. La gente ya está muy desilusionada con los partidos políticos y con el Gobierno. Y el rey ya criticó en su discurso de la fiesta del Trono, el año pasado, la falta de madurez de la élite política, a la que acusaba de no haber evolucionado”.

Un periodista marroquí que prefiere mantenerse en el anonimato precisa: “Oficialmente las instituciones no han sido violadas. Entre las prerrogativas del rey está la capacidad para destituir a cualquier ministro. Y respecto al servicio militar, el Palacio siempre podrá decir que ahora se debatirá el proyecto de ley en el Parlamento, aunque todo el mundo sabe que será aprobado. Lo único que ha quedado claro este verano es que la idea que impulsó la Constitución de 2011, con una monarquía más consultiva, más atenta a los otros poderes del Estado, eso no se ha producido, está definitivamente enterrado”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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