El costoso idilio entre Emmanuel Macron y los cazadores
Una reunión del presidente francés con representantes del mundo de la caza precipitó la dimisión del popular ministro de Ecología, Nicolas Hulot
La escena fue impactante, según un testimonio. El presidente de la República, que cumplía 40 años, se presentó al dominio castillo de Chambord, en el Loira, donde había terminado la cacería del día. Las antorchas iluminaban a los jabalíes.
“Era de noche, estaba solo, con sus guardaespaldas, en medio del bosque”, recuerda Thierry Coste, que estaba ahí. Sucedió el diciembre de 2017.
Coste fue asesor de Emmanuel Macron durante la campaña electoral que unos meses antes le llevó a la victoria. Hoy es la voz más influyente del lobby de cazadores franceses. Y se encuentra en el origen, según algunas versiones, de la crisis política que empaña el inicio de curso de Macron.
Cuando el martes, durante una entrevista con la emisora de radio France Inter, anunció por sorpresa su dimisión, el ministro de Transición Ecológica y Solidaria, Nicolas Hulot, apuntó a un culpable: Thierry Coste, una figura hasta ahora poco conocida, pero que lleva años moviéndose entre las bambalinas del poder. Coste es el consejero político de la poderosa Federación Nacional de Cazadores (FNC). También dirige su propia firma, Lobbying et Stratégies.
La presencia de Coste en una reunión en el Palacio del Elíseo entre dirigentes de la FNC y el equipo del presidente colmó la paciencia de Hulot, según contó en France Inter. Fue el detonante que le hizo darse cuenta de que él —icono ecologista en su pais, divulgador televisivo con el programa de aventuras y medio ambiente Ushuaïa y el ministro más popular— tenía pocos motivos para seguir como ministro.
“Descubrí la presencia de un lobista que no estaba invitado", dijo Hulot. "Le dije a Thierry Coste que él no tenía nada que hacer ahí”. Coste niega que no estuviese invitado y sostiene que la reunión se desarrolló con normalidad. La acusación de Hulot “es un puro pretexto” del ministro para explicar su renuncia, asegura a EL PAÍS.
Más allá de la polémica, la marcha de Hulot y sus razones revelan una faceta poco destacada del presidente francés: la proximidad con el mundo de los cazadores. La operación de seducción empezó antes incluso de llegar al poder, cuando precisamente se rodeó de personas como Coste. Este podía ayudarle a conectar con un electorado rural—cerca de 5 millones de personas— que con frecuencia percibe a Macron como un presidente urbano y cosmopolita, ignorante de la Francia profunda.
La visita a los cazadores de Chambord en diciembre fue una señal. El majestuoso marco le servía, además, para reafirmar una promesa de campaña: recuperar las cacerías presidenciales, centenaria institución que, hasta los años noventa, sirvió como privilegiada herramienta diplomática, lugar de encuentro de mandatarios extranjeros y hombres de negocios donde se podían propiciar los acuerdos y las transacciones.
En la reunión del lunes, Macron también acordó con los cazadores una rebaja a la mitad —de 400 a 200 euros— del precio del permiso de caza nacional, otro gesto para esta Francia que no suele verse desde París y que, como ha ocurrido con los agricultores, a veces había visto a Hulot como un enemigo.
Coste sostiene que los gestos de Macron —que abandonó pronto su ciudad natal, Amiens, para estudiar y hacer carrera en la banca y en la política en París— hacia los cazadores no son más que puro electoralismo. “En contra de lo que dicen los medios en Francia, es tanto un presidente del campo como de la ciudad. Es de provincia, nacido en Picardía, conoce el mundo de la caza porque la familia de su esposa, Brigitte Macron, caza”, dice. Que hay un componente político —clientelista, dicen los ecologistas— en el cortejo de los cazadores, nadie lo niega. Tampoco que conquistarles vaya a ser fácil. Y, por el camino ha perdido a su ministro estrella. “Por ahora", concluye Coste," el voto rural es de protesta y va más bien al Frente Nacional”.
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