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Líbano celebra este domingo sus primeros comicios parlamentarios en nueve años

Las sucesivas crisis domésticas y regionales han llevado a postergar las elecciones en tres ocasiones alterando drásticamente el juego de alianzas electorales

Natalia Sancha

Por primera vez en nueve años, este domingo los 3,7 millones de libaneses votantes elegirán a sus diputados. Lo harán después de que el Parlamento autoprorrogara su mandato hasta en tres ocasiones. Los libaneses se dirigirán a las urnas el próximo 6 de mayo tan escépticos como exhaustos tras una década de deterioración económica aparejada con el lastre de siete años de guerra siria. La contienda ha ahuyentado de Líbano a turistas e inversores extranjeros, y ha atraído 1,5 millones de refugiados.

Una intersección de Beirut este jueves durante la campaña electoral para las elecciones parlamentarias
Una intersección de Beirut este jueves durante la campaña electoral para las elecciones parlamentarias /NATALIASANCHA

Los rostros de los líderes tradicionales empapelan las calles de Beirut. El del presidente General Michel Aun, líder del principal partido cristiano (el Movimiento Patriótico Libre), comparte murales con sus hasta ahora aliados del tándem chií Amal- Hezbolá, encabezado el primero por el perenne portavoz del parlamento, Nabih Berri, y el segundo por Hasan Nasralá, que compiten a su vez con el del primer ministro Saad Hariri, quien lidera el mayor partido suní (El Futuro), o el siempre pragmático Walid Jumblatt, quien dirige el principal partido druso (el Partido Socialista Progresista). Como novedad, los libaneses estrenan ley electoral. Una diseñada a medida del caleidoscopio confesional que caracteriza al país, donde seis millones de habitantes se profesan 18 confesiones. Este domingo habrán de elegir a 128 diputados en un reparto salomónico de escaños entre musulmanes y cristianos.

Haciendo gala del tradicional estoicismo libanés, los apáticos votantes cierran una década de sobresaltos. Tras el magnicidio del ex primer ministro Rafic Hariri (y padre del actual) en 2005 y la consiguiente retirada de las tropas sirias tras tres décadas en el país, ha sido el estallido de la guerra siria en 2011 el que partió definitivamente el espectro político libanés. Lo hizo en dos bloques enfrentados con Bachar el Asad como línea divisoria. Polarizados entre el bando aliado chií y el detractor suní, los partidos cristianos quedaron divididos.

Esta escisión interna se ha visto exacerbada por el respaldo de Riad al bloque de Hariri y el de Irán al de Hezbolá, consagrando a Líbano como tablero predilecto para ventilar sus rencillas regionales y neutralizando a ambos bloques en el plano doméstico. El Ejército libanés ha sido el encargado de apagar los sucesivos focos de conflictos internos surgidos al contagio de la guerra siria. Es en la frontera oriental con Siria y el pasado mes de agosto donde han caído los últimos uniformados libaneses y milicianos de Hezbolá para lograr expulsar a más de 7.000 yihadistas del ISIS y de Al Qaeda llegados de Siria.

En contrapartida, las poblaciones chiíes del Líbano se han convertido en diana del terrorismo yihadista con una ola de atentados suicidas que dejó más de 150 civiles muertos entre 2014 y 2015 en los suburbios de Beirut. En los últimos meses, es en la frontera sur donde las disputas por la demarcación de las fronteras marítimas y terrestres han reavivado la dialéctica de guerra entre el ejército libanés y Hezbolá contra el enemigo israelí.

Elecciones parlamentarias libanesas en cifras

N.S- Beirut

Escaños: 128 (64 musulmanes, 64 cristianos)

Reparto de escaños según las cuotas confesionales: Chiíes (27), Suníes (27), Maronitas (34), Greco Ortodoxo (14), Greco Católico (8), Drusos (8), Armenio ortodoxo (5), Alauí (2), Protestante (1), Armenio católico (1) , Minorías cristianas (1).

Candidatos: 595 (86 mujeres respecto a 12 en 2009)

Partidos registrados: 42

Alianzas electorales: 69

Número de votantes: 3.7 de 6 millones (El 20% son nuevos votantes de entre 21 y 30 años)

Sistema electoral: Hibrido entre proporcional y voto preferencial (Sistema mayoritario en 2009)

Distritos: 15 (5 en 2009)

Voto de expatriados: 82,970 expatriados libaneses han votado en 40 países del mundo por primera vez en la historia del Líbano.

Tras capear las tormentas regionales, fue el deficiente servicio de basuras lo que provocó que la sociedad civil saliera del letargo en 2015. Decenas de miles de libaneses se lanzaron a las calles para denunciar la corruptela crónica de la casta política. Lo hicieron a pesar de que el país atravesaba dos años y medio de vacío presidencial por falta de quorum. A la cola del ranking mundial, Líbano ocupa el puesto 154 entre 180 países en materia de corrupción. Con una tasa de desempleo que supera el 50% para los menores de 30 años (que suponen más de medio millón de nuevos votantes en los comicios) y el progresivo deterioro del poder adquisitivo, cada día son más los libaneses que simultanean trabajos y menos los que conducen sus Ferraris esquivando socavones en el asfalto o pagan cinco euros por degustar un café en las terrazas del casco nuevo de Beirut.

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El colapso de las infraestructuras del país, con cortes de electricidad diarios y una acuciante escasez de agua, se añade a la reciente subida de impuestos. Cuestionados por la gente, los partidos tradicionales se han visto obligados a replicar en una versión doméstica el pacto regional que, con el beneplácito de Teherán y Riad, permitió la formación del Gobierno Aun-Hariri en 2016.

Cuando finalmente Líbano se creía inmune al contagio de la guerra siria, Arabia saudí claudicó en su entente con Irán, desatando la última crisis política que ha protagonizando el Líbano. Una torpe maniobra orquestada por el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, forzó el pasado mes de febrero la dimisión del primer ministro Hariri. Así pretendía castigar a su principal aliado suní por no haber sabido poner freno al creciente poder de Hezbolá, y por ende de su archienemigo iraní. La treta provocó la indignación de detractores y seguidores de Hariri por igual, obligando al Presiente francés, Emannuel Macron, a tomar cartas en el asunto.

Desde entonces, en Líbano reina la premisa de “disociación regional” abanderada por Hariri. Sin embargo, las reglas del juego han cambiado. Las alianzas políticas que dividieron el Ejecutivo libanés en dos bloques antes de las elecciones parlamentarias de 2009 están hoy caducas. En su lugar, los partidos se afanan calculadora en mano en la feroz batalla por ganar escaños, fraguando insólitas alianzas electorales en los 15 distritos del país. El gran número de candidatos independientes, los “forasteros” según la jerga local, amenazan con erosionar el oligopolio demográfico de los poderes tradicionales. Para ello, han de colarse entre las pequeñas ranuras abiertas por la sociedad civil en la pluriteocracia democrática en la que se ha convertido Líbano y echar un pulso al sistema confesional firmemente enraizado en el tejido político y social.

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