La “crisis de la basura” desata la indignación de la sociedad libanesa
Una protesta por la acumulación de detritus en las calles desde hace semanas deja un centenar de heridos en Beirut
Las manifestaciones vividas en Beirut este fin de semana son de las más violentas de las últimas décadas. Y ello, por una cuestión de basuras. La iniciativa ciudadana #YouStink (#TúApestas) logró aglutinar a 4.000 personas, según fuentes oficiales, 10.000, según los organizadores, para protestar contra el cúmulo de deshechos amontonados en las calles de Líbano. El movimiento nació a raíz de la llamada crisis de la basura, surgida a mediados del mes pasado, cuando se colapsó el principal vertedero que daba sepultura a los detritus del país. Conviviendo durante más de tres semanas entre 3.500 toneladas de basura sólo en la capital, los libaneses dieron ayer en la capital del país un ultimátum al precario Gobierno.
“¡El pueblo quiere que el régimen se vaya!”, “¡Revolución!”, corearon el sábado miles de personas en Beirut. “Esta vez vamos en serio, no vamos a recular”, declaró Assad Thebian, organizador de la manifestación. Su movimiento suma 105.000 seguidores en su página de Facebook; sólo ayer se unieron 20.000. Transcurrida una hora de protesta, que fue convocada a las seis de la tarde en la céntrica plaza de Riad el Sulh, comenzaron los enfrentamientos entre policía y manifestantes. Los agentes intentaron a porrazos romper las filas de los descontentos. Sin éxito, encendieron los cañones de agua y comenzaron a barrer a los presentes, con tan mal manejo que arrastraron entre los chorros de agua a varios de sus compañeros policías.
Haciendo gala del clásico humor libanés, con botes de champú en mano gritaban: “¡Por fin tenemos agua para ducharnos!”. Ante la persistencia de los manifestantes, hartos de corrupción, para los que la crisis de la basura simboliza la incapacidad del Estado de rendir cuentas, estalló una verdadera batalla campal.
La policía lanzó botes de gases lacrimógenos para dispersar a un gentío que, despejado el humo, regresó con más rabia. Mujeres con niños huyeron de los centros comerciales, al tiempo que voluntarios vertían chorros de leche para calmar el picor en los rostros de aquellos afectados por los gases.
Siguieron con el lanzamiento de bombas sonoras e interminables ráfagas de fuego real al aire que provocaron una estampida general. En una de las callejas donde generalmente se ven vehículos Hummers y Ferraris aparcados, una decena de jóvenes con el rostro cubierto lanzaron piedras contra la policía. Estos, fusil en mano, lanzaron bolas de goma casi a ras de suelo. Ahmed, estudiante de medicina de 24 años, lucía una hilera de hasta seis cráteres rojizos en la piel, desde la pantorrilla hasta media espalda. Más de un centenar de personas eran atendidas por la Media Luna Roja, 35 policías y 75 manifestantes, dos de ellos de gravedad.
Un país sin presidente
Líbano lleva 15 meses sin presidente, gestionado por un Gobierno interino. “Estamos hartos de los cortes de electricidad y de agua, de la corrupción, de los enchufes”, espeta Mohamed Baroud, músico de 32 años y uno de los manifestantes. Al tiempo que los municipios ofrecen alternativas para una solución sostenible, los ministros responden con propuestas temporales. “Se trata de llevarse una tajada de las concesiones bajo mesa, como todo lo que hace este Gobierno”, se queja Rami Ayoub, ingeniero de unos 40 años.
Esta protesta popular no tiene precedentes: ni rastro de los eslóganes confesionales o de las banderas de los partidos políticos. Tan sólo banderas libanesas ondearon anoche acompañando al himno nacional. “Es irónico que haya tenido que ser una montaña de basura la que una a los libaneses”, decía Mariem Khoury, estudiante universitaria de Beirut.
Palestina, la guerra en la vecina Siria, Israel o las milicias internas han acaparado las pancartas de las manifestaciones de la última década. Esta vez, el hartazgo popular ha reverberado en el serrallo libanés, al que se dirigían en su marcha los manifestantes. La violenta represión despertó réplicas en todo el país. Ayer se repitieron los enfrentamientos.
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