El primer ministro palestino sobrevive a un atentado con bomba en la franja de Gaza
Una explosión al paso del convoy del jefe del Gobierno de unidad causa siete heridos
La primera visita a Gaza en cinco meses del primer ministro palestino, Ramdi Hamdala, se ha visto sacudida este martes con un atentado con bomba. Hamdala salió ileso, pero siete miembros de su escolta resultaron heridos en la explosión al paso de la caravana oficial de un artefacto, que causó daños en tres vehículos. Tecnócrata independiente al frente del fallido Gobierno de unidad entre Fatah, que dirige la Autoridad Palestina en parte de Cisjordania, y Hamás, que controla de facto la Franja mediterránea desde hace 11 años, el mandatario había acudido a la inauguración de una planta depuradora financiada por la cooperación internacional.
La caravana oficial acababa de atravesar el paso fronterizo de Erez desde Israel sobre las nueve de la mañana (una hora menos en la España peninsular) cuando estalló una bomba oculta bajo el pavimento en el sector de Beit Hanun de la carretera de Saladino, el eje que atraviesa de norte a sur el enclave costero. En el convoy oficial viajaba también el jefe de los servicios de inteligencia palestinos, Majid Faraj, uno de los principales hombres fuertes de la Autoridad Palestina, quien también resultó indemne. Hamdala y Faraj tenían previsto reunirse en Gaza con la cúpula de Hamás para tratar de resucitar el moribundo proceso de reconciliación entre las facciones políticas palestinas, pero el atentado forzó la cancelación del encuentro.
Fatah y Hamás habían acordado el pasado 12 de octubre en El Cairo reactivar el Gobierno de unidad que ambas fuerzas pactaron en 2014, y que nunca ha llegado a ser verdaderamente operativo. El pasado noviembre los 13 partidos palestinos reunidos en El Cairo en un cónclave de reconciliación nacional pactaron la celebración de elecciones antes de que termine 2018. Los palestinos no acuden a las urnas para elegir presidente desde 2005 y no han votado a sus diputados desde 2006. La declaración final de las facciones políticas —que fue negociada a puerta cerrada en la sede de los servicios de inteligencia de Egipto— dejó en manos de la Autoridad Palestina la fecha de convocatoria de los comicios. El rechazo de Hamás a entregar el control de la seguridad en Gaza y el mantenimiento de las sanciones económicas impuestas por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, a la Franja hacen temer que el último acuerdo interpalestino siga los pasos de los cuatro anteriores intentos de entendimiento, que fracasaron por falta de aplicación.
Abbas responsabilizó a Hamás del atentado por no haber garantizado la seguridad para impedir el “vil y cobarde ataque contra la unidad del pueblo palestinos”, según un comunicado oficial difundido en Ramala, sede de las instituciones del Ejecutivo situada 20 kilómetros al norte de Jerusalén. "Hamás sienta un peligroso precedente", ha advertido un portavoz del Comité Central de Fatah, Hussein al Sheij. El movimiento de resistencia islámica condenó también a través de las redes sociales el atentado contra Hamdala, dirigido, según dijo, a sabotear los intentos de reconciliación entre las fuerzas políticas.
Hamás y Fatah se enfrentaron por el control de Gaza en 2007, en un choque armado que se saldó con decenas de muertos. Grupos salafistas —islamistas radicales próximos a Al Qaeda y al Estado Islámico— permanecen activos en la Franja palestina, desde donde han lanzado en los últimos meses cohetes contra Israel que han desencadenado represalias militares del Estado hebreo. La situación humanitaria de la población civil se ha degradado desde entonces y más del 70% de los gazatíes dependen de la ayuda internacional para sobrevivir. Con la economía colapsada por el bloqueo de Israel y Egipto, la tasa del desempleo supera el 45% de la población activa.
Hamdala ha decidido recortar la duración de su visita tras la inauguración de la planta de tratamiento de aguas residuales —financiada por el Banco Mundial y la Unión Europea— y regresó a Cisjordania. La explosión contra su caravana oficial se produjo cerca del lugar donde un convoy diplomático estadounidense sufrió un atentado con bomba en 2003 en el que perdieron la vida tres agentes de seguridad norteamericanos.
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