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Palestina suspende las relaciones con EEUU mientras intenta recobrar la unidad política

Representantes de 13 partidos palestinos se reúnen en El Cairo para estudiar un Gobierno de consenso

Juan Carlos Sanz
Sede de la delegación de la Organización para la Liberación de Palestina en Washington.
Sede de la delegación de la Organización para la Liberación de Palestina en Washington.SAUL LOEB (AFP)

Representantes de 13 facciones palestinas se hallan reunidos en El Cairo desde este martes en un cónclave para intentar recobrar la unidad política perdida hace más de una década. El acuerdo que alcanzaron el mes pasado los dos principales partidos —el nacionalista Fatah, que gobierna en Cisjordania, y el islamista Hamás, que controla la franja de Gaza desde 2007— debe ser refrendado ahora mediante la formación de un Ejecutivo de consenso y la convocatoria de elecciones tras más de 11 años sin votaciones nacionales. El clima de reconciliación favorable al proceso de paz se ha visto ensombrecido, sin embargo, por la congelación de relaciones con Estados Unidos, anunciada por la Autoridad Palestina poco antes de que comenzaran las sesiones de trabajo en la capital egipcia, ante la amenaza de cierre de la delegación de la Organización para la Liberación de Palestina en Washington.

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La suspensión de los contactos con EE UU ha estado rodeada de confusión. Mientras portavoces oficiales en Ramala (Cijsordania), sede administrativa de las instituciones palestinas, justificaban que la medida respondía a la “inaceptable decisión estadounidense” contra su representación diplomática, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, aseguraba en Madrid, donde se encuentra en visita oficial, que seguía estando comprometido en su colaboración con el presidente Donald Trump para conseguir un acuerdo de paz duradero en Oriente Próximo.

El Departamento de Estado norteamericano anticipó el pasado fin de semana que la Casa Blanca iba a cancelar la autorización de apertura de la “embajada” palestina en Washington, que se renueva automáticamente cada seis meses, si no se producen en un plazo de 90 días avances en las negociaciones con Israel, paralizadas desde 2014, que la Administración del presidente republicano pretende resucitar. La diplomacia estadounidense ha invocado para ello la amenaza palestina de emplazar al Gobierno israelí ante la Corte Penal Internacional, sugerida por el propio Abbas en septiembre en su intervención en la Asamblea General de la ONU.

Está por ver en qué medida afectará el contencioso palestino con EE UU a las conversaciones de reconciliación en El Cairo, que está previsto que se prolonguen hasta el miércoles. El jefe de la delegación de Fatah, Azzam al Ahmed, ha llamado a “pasar la página de la división política palestina por última vez”. El acuerdo del 12 de octubre con Hamás propició la entrega del control de las fronteras de Gaza a la Autoridad Palestina el 1 de noviembre.

Los dirigentes de Fatah en Ramala apenas han dado pasos para levantar las sanciones económicas —que incluyen severas restricciones de suministro eléctrico— al Gobierno de facto de la Franja. Los islamistas se han comprometido a ceder la Administración civil del enclave costero antes del 1 de diciembre. La desconfianza, empero, sigue marcando la relación entre las facciones palestinas tras el naufragio sucesivo de los acuerdos de reconciliación sellados en La Meca (2007), El Cairo (2011), Doha (2012) y Gaza (2014).

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El coordinador de Naciones Unidas para Oriente Próximo, Nickolay Mladenov, advertía el lunes ante el Consejo de Seguridad de que “no es posible ya permitir otro fracaso, ni otra oportunidad perdida en el proceso de reconciliación”. Mladenov insistió en que si no se avanza en la recuperación económica de la empobrecida Gaza, “probablemente se producirá un nuevo conflicto devastador”.

Los líderes de Hamás —representados en El Cairo por el número dos del movimiento en el exilio, Salah al Aruri, y por el jefe político de Gaza, Yaya Sinwar, parecen dispuestos a devolver a la Autoridad Palestina la gestión civil de la Franja. A cambio aspiran a retener control de la seguridad con sus 25.000 milicianos fuertemente armados. Este es ahora el gran dilema que se cierne sobre la reconciliación palestina. De una parte, el presidente Abbas exige que todas las fuerzas de seguridad palestinas se agrupen en “una sola arma” bajo su único mando. Israel, por otro lado, amenaza con negarse a negociar la paz con cualquier Gobierno palestino en el que participe Hamás o que incorpore a sus filas a las fuerzas de los islamistas.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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