¿Es tu país más rico de lo que parece?
El Banco Mundial analiza la riqueza de los países, tomando en cuenta no solo el PIB, sino también el capital humano y el natural
Revisa tu cartera. Cuenta el dinero que tienes. A eso le agregas todas las transacciones bancarias que realizaste en el día incluyendo pagos y cobros. Al final de la jornada, tendrás -tal vez más, tal vez menos- cierta cantidad de dinero restante. ¿Es eso lo que define tu riqueza? Definitivamente, no.
Lo mismo pasa con los países. Se acostumbra a medir la actividad económica de un país basado en su Producto Interior Bruto (PIB), es decir, todos los bienes y servicios producidos dentro de sus fronteras, restando lo traído del exterior. Pero no tenemos en cuenta lo que en verdad genera crecimiento económico sostenible: las personas que lo habitan y sus vastos recursos naturales.
Esta es la idea detrás de un nuevo reporte del Banco Mundial, The Changing Wealth of Nations 2018 (en español, La riqueza cambiante de las naciones 2018), que analizó la composición de la riqueza de 141 países en un periodo de 20 años.
Las estimaciones de riqueza se calcularon de acuerdo con cuatro clases de activos:
• Capital producido: maquinarias, edificios, suelo urbano residencial y suelo urbano no residencial, todos medidos a precio de mercado.
• Capital natural: fuentes de energía (petróleo, gas y carbón), minerales (incluyendo diez categorías), tierra fértil (para el cultivo y para pasturas), bosques y áreas protegidas. El capital natural se mide como la suma del valor de las rentas generadas durante la vida de un activo.
• Capital humano: el valor de las habilidades, la experiencia y el esfuerzo del trabajo de la población a lo largo de su vida desglosada por sexo y por situación laboral (empleado, autónomo). El capital humano se mide como el valor de las ganancias a lo largo de la vida de una persona.
• Activos extranjeros netos: la suma de los activos y pasivos externos de un país; por ejemplo, la inversión extranjera directa o las reservas monetarias.
De esta manera, el nivel de desarrollo económico de un país está estrechamente relacionado con la composición de su riqueza nacional.
Según el informe, la riqueza mundial creció un 66% de 1995 a 2014, pero lo hizo de forma desigual: la riqueza per cápita en los países de altos ingresos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) es 52 veces mayor que la de los países de ingresos bajos.
En el mundo, el capital humano representa dos tercios de la riqueza total, constituyéndose, así, como el componente más importante. En el caso de América Latina, el capital humano conforma el 60% de su riqueza, mientras que el 24% es capital producido y el 18% es capital natural.
Pero a pesar de que la gran riqueza de las naciones está en su gente, en la actualidad las mujeres representan menos del 40% de la riqueza del capital humano mundial debido a menores ingresos, menor participación laboral y menos horas promedio de trabajo. Una mayor paridad de género podría generar un aumento del 18% de la riqueza, señala el estudio.
Gestionar el capital natural
Por su parte, los recursos renovables -la tierra agrícola, los bosques y las áreas protegidas- pueden producir beneficios a perpetuidad si se los gestiona de manera sostenible. En países de bajos y medianos ingresos -como es el caso de América Latina y el Caribe-, el valor de los activos renovables se duplicó con creces, manteniéndose al día con el crecimiento de la población en promedio.
A diferencia de los recursos renovables, el capital natural no renovable, como los combustibles fósiles y los minerales, ofrecen una única oportunidad para financiar el desarrollo mediante la inversión de rentas de recursos. Es decir, solo se pueden reinvertir una sola vez, ya que el capital natural está agotado.
El capital natural tiene mayor preponderancia en los países de ingresos bajos (representaba el 47% de su riqueza en 2014). Pero hacerse rico no tiene que ver con liquidar los activos naturales para crear otros activos: el capital natural por persona en los países de ingresos altos de OCDE fue tres veces mayor que en los países de ingresos bajos en 2014, aunque la participación del capital natural en los países de altos ingresos de la OCDE fue solo del 3%.
Casi dos tercios de los países que han tenido ingresos bajos desde 1995 se clasifican como países ricos en recursos o países frágiles o en conflicto, o ambos. Esto demuestra que los recursos naturales por sí solos no pueden garantizar el desarrollo: se necesitan instituciones sólidas y un buen gobierno para garantizar que las rentas se reinviertan y no se utilicen por completo para el consumo.
Administrar los activos
Debido a esto, el estudio afirma que, dado que la composición de la riqueza cambia con el desarrollo económico, los países deben administrarla como una cartera de activos. El crecimiento se debe en parte al uso más eficiente del capital natural y a la inversión de las ganancias de las fuentes de capital natural, como los minerales, en infraestructura y educación. Justamente, esta inversión da como resultado un crecimiento de la riqueza total.
El estudio es concluyente: el PIB no lo es todo. Esta medida deja afuera valiosos recursos de los países y la manera en que se invierte. La riqueza debe usarse como un indicador de sostenibilidad en los países.
María Victoria Ojea es productora digital del Banco Mundial.
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