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Una misteriosa detención abre una tormenta diplomática entre China y Suecia

Gui Minhai, de origen sueco y editor de libros sobre las intimidades de los dirigentes chinos, fue arrestado en un tren a Pekín

Macarena Vidal Liy
Manifestación en Hong Kong por las personas desaparecidas en enero de 2016. La foto de Gui Minhai es la tercera desde la izquierda.
Manifestación en Hong Kong por las personas desaparecidas en enero de 2016. La foto de Gui Minhai es la tercera desde la izquierda. ANTHONY WALLACE (AFP)

Arrecian las voces para exigir a Pekín la puesta en libertad del librero sueco de origen chino Gui Minhai. Gui, de 53 años y editor de libros picantes sobre las supuestas intimidades de los líderes chinos, fue detenido el sábado en una escena propia de una película de espías, a bordo de un tren con destino a Pekín en el que viajaba acompañado de dos diplomáticos suecos que le daban asistencia. El caso ha desatado una tormenta diplomática entre Pekín y Estocolmo.

Es la segunda vez que Gui resulta detenido y desaparece en manos chinas en circunstancias más o menos misteriosas. En octubre de 2015 había sido apresado mientras se encontraba de vacaciones en Tailandia y llevado en secreto a China. Otros cuatro de sus colaboradores en la editorial de Hong Kong “Mighty Current” también fueron detenidos. Gui reapareció meses más tarde en un centro de detención. En enero de 2016 protagonizó una confesión televisada en la que admitió entre lágrimas haber atropellado a una persona cuando conducía borracho en su ciudad natal, Ningbo (este de China).

En otoño pasado, Pekín anunció que Gui quedaba en libertad. Pero su hija Angela, residente en el Reino Unido, asegura que su padre había sido obligado a residir en un apartamento bajo vigilancia policial en Ningbo.

Según la joven declaró a la radio sueca, el sábado los dos diplomáticos acompañaban a su padre a Pekín para que se sometiera a un examen médico tras haber empezado a mostrar síntomas de una enfermedad degenerativa durante su etapa en prisión. Pero en mitad del viaje, explicó, fue detenido por “una decena de personas vestidas de civil que decían ser policías”.

El Ministerio de Exteriores chino asegura carecer de jurisdicción sobre este caso y remite “a los organismos pertinentes”, pero sostiene que este país “siempre cumple la ley”. El Ministerio ha insinuado que los funcionarios suecos estaban haciendo algo ilícito al acompañar a Gui en su viaje: “el personal diplomático de embajadas y consulados no puede violar las leyes internacionales o las chinas”, ha dicho la portavoz Hua Chunying en rueda de prensa.

“Esperamos que las autoridades chinas pongan en libertad de inmediato al señor Gui, le permitan reunirse con su familia y recibir asistencia médica y consular de acuerdo con sus derechos”, ha declarado este miércoles la Unión Europea en un comunicado desde Bruselas.

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Un día antes, la ministra sueca de Exteriores, Margot Wallström, había exigido la libertad inmediata del librero y que se le permitiera acceso al personal diplomático de su embajada. Estocolmo ha convocado en dos ocasiones al embajador chino, el sábado y el lunes, para exigir explicaciones sobre lo ocurrido. En un comunicado, la ministra ha insistido en que “no se ha dado ninguna razón específica para la detención, que ocurrió en el transcurso de una misión de apoyo consular”. Los diplomáticos que viajaban con Gui “estaban proporcionando asistencia consular a un ciudadano sueco que necesitaba tratamiento médico”, algo “perfectamente en línea con las normas internacionales básicas que nos dan el derecho de proporcionar apoyo consular a nuestros ciudadanos”.

China había comunicado a los diplomáticos suecos, según Wallström, que Gui “era libre desde su excarcelación” y podían ponerse en contacto con él cuando lo consideraran necesario.

Amnistía Internacional ha expresado su preocupación sobre el caso y ha reclamado que el librero pueda recibir la asistencia médica que necesite. La asociación de escritores PEN America ha calificado la detención como “una violación escandalosa del Estado de derecho, los derechos humanos y la libertad de expresión”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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