Tusk exige medidas a May para pasar a la nueva fase del Brexit
Bruselas subraya que el ultimátum vence “los primeros días de diciembre”
Formidable dureza por parte de Europa en las negociaciones del Brexit. El ministro británico David Davis ha apuntado este viernes que el Reino Unido ha hecho ya suficientes concesiones como para pactar el divorcio con la UE y ha asegurado que ahora la pelota está en el lado de Bruselas. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha atribuido en Gotemburgo —tras la cumbre social— esas declaraciones al “humor británico”. Reforzó el ultimátum que dio hace unos días el jefe negociador europeo, el francés Michel Barnier. Y ha lanzado un mensaje severo hacia el otro lado del Canal: “Si la primera ministra Theresa May no presenta medidas en los próximos días, no pasaremos a la siguiente fase” de la negociación.
Las palabras de Tusk cayeron como un jarro de agua fría en la delegación británica. May aprovechó los aledaños de la cumbre para tratar de convencer a los Veintisiete de que los británicos han hecho ya grandes esfuerzos, y prometió elevar el importe de la factura del Brexit que estaría dispuesta a pagar. Europa pide 60.000 millones de euros. Londres ha ofrecido 20.000, y se especula con que suba el listón hasta 40.000 millones. Pero lo que recibe es ultimátum tras ultimátum.
“Queda mucho trabajo por hacer”, dijo un Tusk directo y demoledor ante la prensa. “Ha habido pasos en la buena dirección en los derechos de la ciudadanía, pero hay que hacer progresos tanto con Irlanda del Norte como con la factura del Brexit”, apuntó. Y remachó: “Quiero dejar claro a Theresa May que esos progresos deberían llegar en los primeros días de diciembre como máximo. De lo contrario, no estoy en posición de proponer que entremos en la segunda fase de las negociaciones, para negociar el acuerdo de transición y el futuro acuerdo comercial entre Reino Unido y la Unión Europea, en la cumbre de diciembre”.
El presidente del Consejo ha tenido gestos de buena voluntad con May en los últimos tiempos. Tras el discurso de la primera ministra británica en Florencia, que abrió nuevas perspectivas en septiembre, Europa decidió iniciar los trabajos preparatorios para esa segunda fase, con la condición de que haya “progresos suficientes” en el acuerdo de divorcio. Pero esos progresos no terminan de llegar. Sobre los derechos de los tres millones de europeos en suelo británico (y el largo millón de británicos en Europa), Londres no acepta el rol del Tribunal Europeo de Justicia. La negociación sobre las fronteras de Irlanda se ha enquistado. Y la factura del Brexit es el principal escollo: los números de ambas delegaciones siguen muy, muy lejos e impiden cualquier tentativa de acuerdo.
Bajo presión en su propio partido y tras amenazar con marcharse de un portazo —sin acuerdo de divorcio—, May puso la maquinaria diplomática británica a trabajar en Gotemburgo, pero con escaso éxito. “Hemos hecho progresos, pero hay que hacer más”, explicó la primera ministra a los periodistas. No encontró aliados, pese a que mantuvo contactos bilaterales con Tusk y el presidente francés, Emmanuel Macron. “No vamos a hablar de la futura relación mientras no acordemos las condiciones del divorcio”, destacó Macron. “Tras 40 años de matrimonio, muchos de ellos buenos, ahora Londres quiere un divorcio, pero con una relación abierta desde el día después del Brexit”, cerró el primer ministro irlandés, Leo Varadkar.
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