El Parlamento británico tendrá que avalar el acuerdo del Brexit
El Gobierno cede a las presiones de los proeuropeos y anuncia que permitirá a los diputados y lores debatir y votar los términos del divorcio acordados con Bruselas
El Parlamento británico podrá escudriñar y votar el acuerdo final del Brexit antes de que Reino Unido abandone la UE. Así lo ha anunciado este lunes el ministro del Brexit, David Davis, en una importante concesión para los diputados proeuropeos. Los términos de la salida, incluidos los acuerdos sobre un periodo transitorio, sobre los derechos de los ciudadanos o sobre la factura del divorcio, serán recogidos en una ley, ha explicado Davis, ofreciendo a los diputados la posibilidad de rechazarla o enmendarla. “El acuerdo solo regirá si el Parlamento lo aprueba”, ha concluido.
El anuncio se ha producido la víspera de que vuelva el martes al Parlamento para su tramitación una pieza legislativa clave, la gran ley de salida de la UE, que convertirá el acervo comunitario en legislación nacional británica. El Gobierno se enfrentaba a una posible derrota ante la oposición y un grupo de conservadores rebeldes. Nueve de esos diputados tories, liderados por el ex fiscal general Dominic Grieve, que había calificado la ley de “monstruosidad”, introdujeron una enmienda que persigue que el acuerdo final sea tramitado como una ley, para permitir que el Parlamento tenga la última palabra sobre lo que acuerde el Gobierno.
“La ley saldrá adelante porque, después de todo, estamos obligados a crear un sistema legal que nos saque de la UE”, explicaba hace unas semanas a EL PAÍS Dominic Grieve, sobre la gran pieza legislativa que empieza a debatirse hoy. “Pero creo que es justo decir que deberán aceptarse enmiendas sustanciales a esa ley. Es una monstruosidad, porque es monstruoso que se sustraiga el poder del Parlamento de esta manera sin precedentes”.
Con su anuncio de este lunes Davis acepta de hecho la enmienda de Grieve. Queda por aclarar qué sucedería exactamente si los diputados votan finalmente en contra de la ley que recoja el acuerdo. Pero Davis ha querido recordar que, aunque el acuerdo “solo regirá si lo aprueban los diputados”, pase lo que pase Reino Unido va a abandonar la UE el 29 de marzo de 2019. Lo que parece indicar que, si los legisladores lo rechazan, habrá un Brexit sin acuerdo o, en otras palabras, un auténtico salto al vacío.
El Gobierno ya había accedido a permitir a los diputados pronunciarse sobre el acuerdo final, pero ahora ha ido más allá al anunciar que será tramitado como una pieza de legislación primaria. “Esto quiere decir que el Parlamento podrá escudriñar, debatir y votar el acuerdo que finalmente alcancemos con la UE”, ha asegurado Davis, en una comparecencia en la que ha dado cuenta a los diputados de los escasos avances en la sexta ronda de negociaciones con los Veintisiete, que concluyó la semana pasada en Bruselas.
El portavoz del Brexit en la oposición laborista, Keir Starmer, ha celebrado lo que ha calificado de “una significativa marcha atrás de un Gobierno débil al borde de la derrota”. Pero ha advertido de que “el diablo estará ahora en los detalles”. Otros diputados, de uno y otro signo, han criticado la oferta de Davis porque no contempla ningún papel del Parlamento en el caso, nada descartable según los más pesimistas, de que Reino Unido acabe abandonando la UE sin acuerdo alguno.
En lo que casi todos coinciden es en que la jugada es una muestra más de la debilidad de Theresa May, que parece navegar en un barco a la deriva, al que cada vez se le abren nuevas vías de agua, desde que en junio perdió la mayoría absoluta. La situación se ha agravado hasta el límite en los últimos días. May se ha visto obligada a forzar la dimisión de dos ministros en tan solo una semana: el primero, Michael Fallon, por un escándalo de acoso sexual que también salpica al número dos de la primera ministra, objeto de una investigación interna del partido; la segunda, Priti Patel, tras conocerse que mantuvo una serie de reuniones con oficiales israelíes sin informar a May ni al titular del Foreign Office, Boris Johnson. Este, por su parte, se encuentra también en el ojo del huracán, por una serie de torpezas que le revelan como poco idóneo para liderar la diplomacia británica, y nadie duda de que no seguiría en su puesto si May estuviera más segura en el suyo.
Un anuncio como el que ha hecho este lunes Davis, en la víspera de que el proyecto de la gran ley del Brexit vuelva a la cámara, entraña un reconocimiento de que la primera ministra no iba a ser capaz de asegurarse que sus propios diputados cerraran filas con el Gobierno.
Las elecciones de junio debilitaron al Gobierno y fortalecieron a los diputados, y el crucial proceso legislativo que arranca el martes será la oportunidad de los segundos para tratar de arrancar concesiones al primero. “No tenemos ninguna intención de que el papel del Parlamento se limite al de mero espectador, somos un participante clave en este proceso”, ha dicho el laborista Hilary Benn, que preside el comité parlamentario de Brexit.
La rebelión de los 40
Un total de 40 diputados conservadores han firmado una carta en la que expresan su deseo de que Theresa May dimita, según publicaba este fin de semana The Sunday Times. Con solo ocho más, el número sería suficiente, según las normas del partido, para forzar una batalla por el liderazgo. En un artículo en el mismo periódico, el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, redoblaba la presión al asegurar que la primera ministra “ofrece todos los signos de estar en su cargo pero no en el poder” y le urgía a que “gobierne o se marche”.
Según el rotativo conservador, habría un número creciente de diputados tories que consideran que Theresa May se ha convertido en una carga para los intereses británicos en el proceso del Brexit. Incluso habría quienes hablan de un final de ciclo y opinan que al partido le podría venir bien un tiempo en la oposición para recomponerse.
La rebelión interna es solo uno de los tres frentes que tiene abiertos May. El segundo se libra en el Gobierno, con dos ministros dimitidos en una semana y dos más en la cuerda floja. Y el tercer frente está en Europa, donde se habla ya de que las negociaciones han entrado en crisis y de que es altamente improbable que en la cumbre de diciembre se decida que ha habido el “suficiente progreso” en los términos del divorcio para empezar a hablar del futuro.
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