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El peligroso espejismo del califato

Al-Andalus, como tierra arrebatada al islam, resurge en el imaginario extremista

ÓSCAR GUTIÉRREZ
Abu Lais el Cordobés, terrorista del ISIS, asegura en que Al Andalus volverá a ser tierra de califato.
Abu Lais el Cordobés, terrorista del ISIS, asegura en que Al Andalus volverá a ser tierra de califato.EFE

Poco después de las once de la mañana del 13 de marzo de 2015, Eva, nombre ficticio con el que la sentencia de la Audiencia Nacional quiso preservar su identidad, inició una cadena de tuits de amenaza a España, a la que acusaba de haberse atrevido a conquistar tierra de musulmanes. En el hilo, sin duda apasionado, Eva dice lo siguiente: “Quizá en España no habéis escuchado sobre ataques yihadistas desde los ataques en los trenes de Madrid. Pero os juramos por Alá que pronto tendréis miedo hasta de pasear solos por vuestras calles como dijo Alfonso [también nombre ficticio]. Así que dejaros [sic] de tonterías y más represión contra los musulmanes, porque al final los que perderéis sois vosotros. ¿Acaso creéis que hemos olvidado nuestro Andalus?”.

Eva es Soukaina Aboudrar, marroquí de 20 años detenida en Pájara (Fuerteventura) el 8 de diciembre de 2015 por sus vínculos con el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). El tal Alfonso es Marouan ben Nacer, marroquí de 33 años detenido en Mataró (Barcelona) el mismo día que la joven Aboudrar y por el mismo motivo. Los dos fueron condenados en julio a tres años de cárcel por integración en organización terrorista. Ambos formaron un entramado en Twitter en el que promocionaban al ISIS y en el que, además, marcaban un objetivo: el regreso de al-Andalus, en referencia al territorio de la península Ibérica bajo dominio árabe en la Edad Media. Un anhelo constante del yihadismo desde la primera mención a al-Andalus hecha por Osama bin Laden en 1994 hasta los atentados de Cataluña de agosto.

Aquella primera vez del jeque saudí era, aunque resulte paradójico, menos beligerante que cualquiera de los mensajes de Aboudrar. En otro tuit, del 12 de diciembre de 2014, dice: “El Estado Islámico permanece y se extiende desde al-Andalus. Estado Islámico. Permanece y se extenderá”. No lo dice la sentencia, pero si en algún momento hubo duda de la adhesión de esta joven marroquí al ISIS, ese mensaje la disipaba. Es lo que se denomina en árabe baqiya (permanencia), una de las cualidades que el grupo yihadista se arroga, tanto en sus medios como en los panfletos que reparte por el califato, hoy en horas bajas. Proclamas al margen, el caso de estos dos marroquíes —presos y condenados por la Audiencia— ejemplifica sin duda lo que aún hoy representa al-Andalus y España para el yihadismo. La pregunta es si esta obsesión supone una amenaza. “[Los yihadistas] no solo utilizan al-Andalus de un modo metafórico”, señala Manuel R. Torres, profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y experto en ciberseguridad y yihadismo, “es una meta de un horizonte muy lejano”. El razonamiento es lógico: el ISIS o Al Qaeda practican la violencia y usan esta referencia histórica para legitimarla. “Cualquier atentado en España”, prosigue Torres, autor del ensayo Al Andalus 2.0, “tiene un plus de legitimidad”.

Lo tuvieron sin duda los atentados que cometió la célula de Ripoll en Cataluña entre el 17 y 18 de agosto, que causaron la muerte de 15 personas. Cinco días después, tras varios comunicados del ISIS poco precisos en los que asumía los ataques, la filial mediática del grupo yihadista en Deir Ezzor (provincia oriental siria) difundió un vídeo en el que Abu Lais al Qurdubi, El Cordobés, decía lo siguiente: “Con el permiso de Alá. Al-Andalus volverá a ser lo que fue: tierra de califato”.

“[Los yihadistas] no solo utilizan el término en sentido metafórico; es una meta de un horizonte muy lejano”, señala el experto Manuel Torres

El Cordobés nació hace 22 años bajo el nombre de Muhammad Yasin Ahram Pérez, de madre malagueña y padre marroquí. Detrás de él, la grabación mostraba a otro miembro del ISIS, Abu Salman al Andalusi, con un dominio muy pobre del español. Entre los expertos extrañó que, si bien los ataques en Cataluña tuvieron un gran eco mediático, el grupo yihadista no fuera capaz de contar con buenos portavoces españoles para sacar partido propagandístico. Sirva de comparación Francia, objetivo del yihadismo, que ha sufrido el eco de decenas de vídeos en los que jóvenes franceses llaman a sus compatriotas a hacer la misma “héjira” que ellos.

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Al-Andalus es un referente, y España, un habitual de las proclamas yihadistas; entre ellas, la realizada por el actual líder de Al Qaeda Central, el egipcio Ayman al Zawahiri —el más prolijo en estos mensajes, según el recuento del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (­GESI)—, el pasado 5 de enero. El número dos de Bin Laden instó a hacer la yihad contra la “usurpación” de tierras de musulmanes como “Ceuta y Melilla”. A pesar de ello, la importancia de España o los españoles tanto en las actuales filas del yihadismo como en el listado de objetivos terroristas no se corresponde con esa obsesión por el imperio perdido. El número de españoles o residentes en España que han hecho en tiempos del ISIS esa héjira, algo más de 200, no es uno de los más significativos entre los yihadistas no árabes.

No se tiene constancia de que alguno haya accedido a puestos notables de la organización. Precisamente al auto de condena de Ben Nacer y Aboudrar se le escapa un nombre sin proteger: Achraf. Se trata de Achraf Jouied, con nombre de guerra Abu Anas Achraf al Andalusi. Es considerado una suerte de responsable desde el califato de difundir la línea de operación del ISIS en España para que actúen sus acólitos. Pero no es español, es marroquí.

En los últimos 30 años contamos tres atentados de corte yihadista: el del 12 de abril de 1985 en el restaurante El Descanso (Madrid), frecuentado por militares estadounidenses (18 muertos); las bombas en los trenes del 11-M de 2004 en Madrid (192 muertos), y los ataques de Barcelona y Cam­brils del pasado agosto (15 muertos). “Al-Andalus mantiene todavía una importancia simbólica [para los yihadistas]”, señala Amarnath Amarasingam, experto del Instituto para el Diálogo Estratégico, con sede en Londres “El hecho de que no haya habido muchos ataques en España se puede atribuir a las fuerzas de seguridad, que han detenido células y tramas antes de que maduraran”. Es lo que el Ministerio del Interior español denomina “arrestos en fases tempranas”, practicados especialmente desde que en junio de 2015 se elevase a 4 el nivel de alerta (208 arrestos).

En 2016 se registró un número récord de menciones a al-Andalus en la propaganda radical. También se han disparado desde agosto

El GESI registró un número récord de menciones a al-Andalus en la propaganda yihadista en 2016, debido, según explica el profesor Torres, a la hiperactividad propagandística del ISIS en todos los frentes. Hasta los atentados de Cataluña, 2017 era un año con pocas referencias a España, pero los ataques de la célula de Ripoll las dispararon. Torres matiza, no obstante, que estas menciones no tienen que ir forzosamente acompañadas de terrorismo. “No tienen una lectura agresiva necesariamente”, apunta, “[España] no está en el marco de las prioridades [yihadistas]”.

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Sobre la firma

ÓSCAR GUTIÉRREZ
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales

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