Trump apremia a Xi sobre Corea del Norte y el desequilibrio comercial
"China puede solucionar este problema fácil y rápidamente", dice el presidente de EE UU sobre el programa nuclear norcoreano
Envolviéndolos en una nube de halagos y deferencia hacia su homólogo chino, Xi Jinping, el presidente de EE UU, Donald Trump, planteó este jueves en Pekín los dos mensajes prioritarios de su Administración: la relación comercial entre los dos colosos económicos mundiales está desequilibrada hasta hacerla “insostenible”. Y China tiene que acelerar su presión hacia Corea del Norte para que este país se deshaga de su armamento nuclear.
Trump había basado en parte su campaña electoral el año pasado en duras críticas hacia China, a la que amenazó con imponer fuertes aranceles y declararla país manipulador de su divisa.
Ese lenguaje estuvo este miércoles, en la cumbre de ambos en el Gran Palacio del Pueblo, completamente ausente. En la tercera etapa de su gira por Asia, Trump elogió a Xi como “un hombre muy especial” y resaltó la “buena química” entre ambos. Y suscitó exclamaciones ahogadas de sorpresa cuando aseguró que “no culpo a China” del desequilibrio comercial. “¿Quién puede culpar a un país por ser capaz de aprovecharse de otro en beneficio de sus ciudadanos?”, se preguntó.
Pero, al mismo tiempo, tuvo palabras muy duras hacia lo que consideró una relación de intercambio comercial “muy injusta y desequilibrada”, en la que las empresas estadounidenses no reciben el mismo trato que las locales en sus negocios en China —una queja generalizada de las compañías extranjeras— y la balanza comercial es favorable a Pekín por más de 300.000 millones de dólares anuales. “Es insostenible”, sostuvo.
Ambos países suscribieron acuerdos conjuntos por valor de 253.000 millones de dólares. Un gesto, venía a decir China, de cómo se puede remediar ese desequilibrio. Su ministro de Comercio, Zhong Shan, lo alabó como “un verdadero milagro". Pero muchos de los negocios previstos, la mayoría, o bien ya estaban previstos y los dos líderes simplemente los firmaron de nuevo, o bien son simples memorandos de entendimiento, acuerdos de intenciones, que pueden o no acabar dando fruto.
Entre los más significativos se encuentra un acuerdo de la tecnológica Qualcomm, productora de semiconductores, para vender productos por valor de 12.000 millones de dólares a lo largo de tres años a las fabricantes de teléfonos chinas Xiaomi, Oppo y Vivo. Por su parte, la plataforma de comercio electrónico JD.com adquirirá 2.000 millones de dólares en productos alimenticios para distribuir a través de sus redes. Boeing también suministrará 300 aviones por valor de catálogo de 37.000 millones de dólares, aunque no está claro si todos los aparatos son nuevos.
Pero no parece que se hayan logrado avances en los cambios estructurales necesarios para resolver las quejas de Washington sobre el trato empresarial o la transferencia obligatoria de tecnología. En una rueda de prensa posterior, el secretario de Estado, Rex Tillerson, reconocía que “en el contexto de un déficit comercial de 300 a 500.000 millones de dólares, lo que se ha logrado hasta ahora es bastante poco…En lo que respecta a resolver algunos de los elementos fundamentales que hacen que este desequilibrio exista, aún hay mucho trabajo por hacer”.
Trump también abordó a conciencia con Xi la crisis en torno al programa nuclear norcoreano. Pekín, tradicionalmente renuente a aplicar mayor presión de la que calcule estrictamente necesaria sobre su vecino y aliado, ha cambiado de táctica este año y ha comenzado a incrementar su dureza. En septiembre votó a favor de nuevas sanciones internacionales contra Pyongyang y ha ordenado el cierre de empresas norcoreanas en su suelo. Aunque, dado que el 90% del comercio internacional del régimen de Kim Jong-un pasa por China, el presidente estadounidense considera que Pekín puede aún hacer mucho más.
“Pido a China que se implique plenamente”, pues el tiempo apremia para bloquear ese programa nuclear. “China puede solucionar este problema fácil y rápidamente”, sostuvo Trump. También aquí recurrió a la adulación: “sé algo sobre vuestro presidente (Xi); que si se esfuerza para conseguir algo, ese algo ocurrirá”.
Ambos países mantienen sus diferencias de opinión acerca de exactamente qué presión se debe aplicar, cómo y durante cuánto tiempo; o incluso a qué tácticas recurrir. En sus comparecencias conjuntas, Xi no avanzó nuevas medidas ni fue más allá de una declaración de rechazo a una Corea del Norte con armas nucleares, la posición habitual de su país.
Pero, resaltó Tillerson más tarde, los dos están de acuerdo en rechazar una Corea del Norte con armas nucleares. “Nuestros esfuerzos son complementarios, de ningún modo contradictorios, complementarios para llevar al régimen norcoreano a la mesa de negociaciones dispuesto a empezar el largo proceso de cómo desnuclearizar su país”.
De manera llamativa, el presidente chino, pese a destacar que “para EE UU y China la cooperación es la única opción viable”, no devolvió en ningún momento los cumplidos personales que le lanzó su homólogo estadounidense. Ni siquiera hizo alusión al aniversario, cumplido este jueves, del triunfo electoral de Trump el año pasado.
Ambos habían arrancado la mañana con una pomposa ceremonia de bienvenida, en la que pasaron revista conjunta a las siempre inmaculadas tropas chinas. “Ha sido una ceremonia increíble, algo que nunca olvidaré”, destacó Trump.
La jornada anterior, el inquilino de la Casa Blanca y su esposa, Melania, habían sido recibidos por Xi y la esposa de éste, Peng Liyuan, para una velada en la Ciudad Prohibida en la que asistieron a un espectáculo de ópera tradicional china y pudieron admirar algunos de los tesoros que guarda la antigua residencia imperial.
Un gesto, según la parte china, elegido para agasajar de manera especial a Trump: este complejo, transformado en museo en la actualidad, no se utiliza habitualmente para dar la bienvenida a personalidades extranjeras. El gesto no cayó en saco roto para Trump: esta mañana, la foto de su muro en Twitter era una imagen suya con los intérpretes de la ópera.
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