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Rusia y Turquía incrementarán la cooperación para poner fin a la guerra en Siria

Putin y Erdogan se reúnen para acercar posturas en los conflictos de Oriente Próximo y avanzar en varios proyectos bilaterales

Andrés Mourenza
Los presidentes de Rusia y Turquía, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan.
Los presidentes de Rusia y Turquía, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan.AP

El presidente ruso, Vladimir Putin, se reunió este jueves en Turquía con su homólogo Recep Tayyip Erdogan a fin de estrechar lazos entre ambos países mediante varios proyectos bilaterales y tratando de poner en común posturas sobre los conflictos que azotan Oriente Próximo. En este sentido, ambos acordaron “profundizar la coordinación” para poner fin a la guerra civil en Siria cuyo término, según dijo Putin tras un encuentro de casi tres horas, está cada vez más cerca pues ahora se dan las “condiciones necesarias” para ello.

Una de estas condiciones es que la intervención rusa en la guerra a finales de 2015 ha permitido apuntalar y extender los territorios bajo control del régimen sirio, aliado de Moscú. La otra es precisamente el cambio que se ha producido en la postura de Ankara, que sólo hace unos años se había propuesto el derrocamiento del presidente sirio Bachar el Asad y era uno de los principales apoyos de los rebeldes, y ahora negocia junto a los principales sostenes del régimen, Rusia e Irán. En varias reuniones en la capital kazaja, Astaná, este trío ha logrado más éxitos que las periódicas reuniones patrocinadas por la ONU en Ginebra entre los diversos actores sirios y sus promotores, y, de hecho, en la última reunión, a mediados de este mes, pactaron varias “zonas de reducción del conflicto”, una especie de alto el fuego regionales supervisados por estos tres poderes garantes y de los que quedarán excluidos ISIS, Al Qaeda y, para Turquía, las milicias kurdas. La mayor estará en la provincia noroccidental de Idlib, fronteriza con territorio turco y en la que se prevé una intervención inminente. El propio Erdogan confirmó en una entrevista con Reuters la pasada semana que su Ejército está listo para intervenir y este jueves afirmó que trabaja con Rusia para ultimar los detalles de la operación. Según la prensa local, el plan sería dividir la provincia en tres áreas de influencia: una para Turquía y sus aliados del Ejército Libre Sirio, otra para Irán y el régimen sirio y, en medio, una zona tapón controlada por militares rusos. “Ambos países estamos decididos a incrementar la cooperación para terminar la crisis en Siria”, aseguró Erdogan.

El otro tema candente en Oriente Próximo que trataron ambos líderes en su encuentro fue el referéndum de independencia del Kurdistán iraquí, celebrado este lunes con una amplia victoria del Sí. Turquía, junto a Irán —aliado estratégico de Moscú—, se ha mostrado muy combativa, ha amenazado con sanciones y ha desplegado tropas en la frontera kurdoiraquí, en unas maniobras en las que también participan efectivos de las Fuerzas Armadas iraquíes. “(Rusia y Turquía) estamos de acuerdo en que se debe respetar la integridad territorial tanto de Irak como de Siria. El referéndum fue un gran error. Nadie tiene derecho a poner en riesgo la estabilidad regional por sus intereses particulares”, criticó Erdogan. El Kremlin, por el momento, se ha mostrado más comedida con los kurdoiraquíes, hasta ahora sólidos partidarios de EE UU pero que sólo han recabado el apoyo de Israel en sus aspiraciones independentistas. En la comparecencia ante los medios en Ankara, Putin dijo que su postura es la presentada esta semana por el Ministerio de Exteriores ruso en la que se subraya el apoyo a la “unidad e integridad territorial de Irak y otros estados de Oriente Medio”, pero al mismo tiempo se muestra “respeto” a las “aspiraciones nacionales de los kurdos” y se insta a Bagdad y a la región autónoma a resolver sus diferencias mediante el “diálogo”. Moscú también es partidaria de presionar al Gobierno de Damasco para que conceda cierta autonomía a los kurdos de Siria —ahora mismo firmes aliados de EE UU— una vez concluya la guerra civil. Pero esta autonomía resulta anatema en Turquía, cuyos kurdos exigen lo propio desde hace décadas.

La reunión entre Putin y Erdogan es un nuevo indicio de que la crisis entre Moscú y Ankara a raíz del derribo de un caza ruso a finales de 2015 ha quedado bien enterrada, si bien siguen vigentes sanciones a la importación de ciertos productos turcos que se aprobaron entonces. Ni siquiera el extraño asesinato del embajador ruso en Ankara, Andréi Kárlov, el pasado diciembre ha ensombrecido esta rápida recuperación de las relaciones bilaterales: este verano los turistas rusos han vuelto a poblar las playas mediterráneas de Turquía tras un año ausentes.

Uno de los principales asuntos a tratar para Putin era la compra de misiles antiaéreos S-400, del que recientemente Erdogan dijo que su Gobierno ya ha pagado un anticipo pero que resulta incompatible con los sistemas defensivos de la OTAN, a la que pertenece Turquía desde 1952, si bien ninguno de los líderes se refirió a ello en la breve rueda de prensa sin preguntas que ofrecieron al término de su reunión. Sí se habló, en cambio, sobre las obras del gasoducto Turk Stream, que unirá ambos países y cuya construcción se inició el pasado mayo, y sobre las inversiones rusas para edificar la primera centrar nuclear de Turquía, cuyo primer reactor estará listo “lo más rápidamente posible”, según dijo Putin.

La creciente desconfianza de Erdogan hacia sus tradicionales socios occidentales, la Unión Europea y Estados Unidos, a los que acusa de dar apoyo y cobijo a “terroristas” prokurdos, izquierdistas y de la cofradía del clérigo Fethullah Gülen, ha provocado que Turquía se escore hacia Rusia, un país que observa sus intereses de manera más pragmática y no critica los abusos ni la represión que se producen dentro del territorio de sus aliados. “Hace falta una alianza sólida entre los pueblos eslavos y turcos, es muy importante debido a los cambios que estamos viviendo a nivel global", sostuvo el coordinador del grupo de amistad turco-ruso de la Duma, Dimitri Savelyev, en declaraciones a Sputnik. Estamos asistiendo a la formación de un poderoso bloque continental euroasiático y Rusia y Turquía han hecho la elección correcta”.

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