Rusia homenajea al inventor del fusil Kaláshnikov
Putin exhorta a eliminar la dependencia extranjera en la industria de defensa
El ingeniero militar Mijáil Kaláshnikov, inventor del legendario fusil que lleva su nombre, ya tiene su monumento en Moscú, una estatua tan controvertida, recargada y pomposa como la del príncipe Vladímir (creador de un Estado ruso medieval), que fue inaugurada en noviembre de 2016. Estas dos muestras del nuevo arte oficial con el que está siendo decorada la capital rusa son obra del escultor Salavat Scherbakov.
Kaláshnikov murió en 2013 a los 94 años en la ciudad de Izhevsk, en cuya industria de armamento había trabajado en secreto durante décadas, produciendo y perfeccionando su principal invento, el AK-47, que diseñó en 1947, a partir de su experiencia en la Segunda Guerra Mundial. Este fusil es considerado un modelo de sencillez y eficacia a bajo precio y el arma más producida de toda la historia. Condecorado como héroe de Rusia y héroe del trabajo socialista, Kaláshnikov, hombre modesto y amante de la pesca, obtuvo escaso beneficio material de sus diseños, que hoy son producidos por el consorcio bautizado con su nombre, el cual a su vez se integra en las estructuras estatales de producción y exportación de armas.
El fusil Kaláshnikov es una “marca cultural” de Rusia, según dijo el ministro de cultura, Vladímir Medinski, en la ceremonia de inauguración del monumento, que coincidía con la celebración del Día del Armero. Con este motivo se inauguraba otro monumento a un ingeniero militar en la provincia de Tula, cuna de las armas rusas, donde la mitad de la población está vinculada con la industria bélica.
Con ocasión del Día del Armero, el presidente Vladímir Putin asistió a una sesión de la Comisión Militar Industrial, órgano que se ocupa de la industria de defensa. El jefe del Estado, que la víspera había clausurado las maniobras militares Zapad-17, realizadas conjuntamente con Bielorrusia, subrayó que es “importante asegurar la independencia tecnológica” de las armas rusas respecto a los “componentes extranjeros”. “El desarrollo y producción de modelos de armamento y equipo avanzado, que determinarán la capacidad de combate del Ejército ruso, son una de las prioridades de los centros de diseño, institutos de investigación y empresas de defensa”, dijo Putin, quien subrayó que la producción militar aumentó un 10,7% en 2016 y propuso crear un nuevo modelo de producción e investigación de defensa, que calificó de “tecnópolis”. Desde hace tres años Rusia practica una política de sustitución de importaciones en todas las ramas de su economía, incluida la industria bélica. Antes de fin de año se someterá a aprobación un nuevo programa de armamento hasta 2025, según manifestó el viceprimer ministro, Dmitri Rogozin.
Los fusiles Kaláshnikov se emplean hoy en casi 100 países del mundo, señala una nota de Rosoboronexport (empresa estatal dedicada a la exportación de armas), cuyo director, Alexandr Mijéiev, asistió a la inauguración de la estatua. En 2017, Rosoboronexport firmó siete contratos para suministrar más de 100.000 fusiles y ese año se produjeron más de 15.000 fusiles con licencia, según Mijéiev. El Ejecutivo dijo a Interfax que su empresa está cumpliendo sus planes de suministrar armas por valor de 12.900 millones de dólares (unos 10,7 millones de euros) en 2017 y afirmó que este año se han firmado contratos por valor de otros 7.000 millones de dólares. Según Mijéiev, la cartera de pedidos exportadores efectuados a Rosoboronexport es de 45.000 millones de dólares.
Creado en agosto de 2013, el consorcio Kaláshnikov, al que pertenecen varias fábricas y centros de diseño, produce el 95% de las armas de tiro de Rusia además de municiones.“En los últimos diez años el volumen de exportación de equipo militar (de Rusia) ha aumentado más de dos veces, según el ministro de Industria y Comercio, Denís Mánturov. En el sector de la industria de defensa trabajan más de 2,5 millones de personas, dijo el ministro.
El monumento a Kaláshnikov consiste en una estatua de cinco metros que sostiene un AK-47 en sus brazos y se sitúa sobre un pedestal de cuatro metros. Detrás, figura un globo terrestre y la estatua de un San Jorge clavándole una lanza a una serpiente.
Pocos meses antes de su muerte, Kaláshnikov escribió una carta al patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, en la que preguntaba si tenía responsabilidad por las muertes causadas por su fusil. El jefe de la iglesia ortodoxa le consoló diciéndole que el arma fue fabricada “con buenos fines” y que la responsabilidad por la muerte que hubiera podido causar “no es del inventor, sino de las gentes malvadas que utilizan los logros del progreso técnico contra su prójimo”.
El escultor Scherbakov admitió que muchos habían deseado que la estatua de Kaláshnikov no portara armas, pero él decidió representarlo de modo que mira “a su fusil como si fuera un objeto de arte, por ejemplo como a un violín Stradivarius”. El fusil pasará a la historia como “símbolo de esperanza”, dijo a su vez el jefe de la corporación militar Rostec, Serguéi Chémezov, que exhortó a los jóvenes a imitar el ejemplo de “desinteresada y entregada actitud hacia su trabajo y su patria” que tuvo Kaláshnikov.
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