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El partido de las FARC nace con la aspiración de gobernar

"Hemos ingresado a la vida política legal porque queremos ser Gobierno o hacer parte de él", asegura Iván Márquez

Francesco Manetto
Miembros y simpatizantes de las FARC en su congreso nacional.
Miembros y simpatizantes de las FARC en su congreso nacional. RAUL ARBOLEDA (AFP)

Las FARC se lanzaron este viernes oficialmente a la política con una aspiración que ilustra el alcance del proceso de paz entre la guerrilla y el Ejecutivo colombiano. La organización ha dejado de ser un grupo insurgente, en guerra con el Estado desde hace más de medio siglo y con un pasado de crímenes, para combatir el sistema desde dentro. Su número dos, Iván Márquez, lo advirtió al finalizar el congreso fundacional: “Hemos ingresado a la vida política legal porque queremos ser Gobierno o hacer parte de él”. El máximo líder de la formación, Rodrigo Londoño, Timochenko, lo avaló horas más tarde ante miles de personas en la Plaza Bolívar de Bogotá. "Lanzamos desde ya nuestra propuesta de un Gobierno nacional de transición para el período 2018-2022", proclamó.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia terminaron el cónclave en el que se han constituido como partido político. Los cerca de mil delegados votaron mayoritariamente mantener sus siglas y llamarse Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, sobre todo para contentar a sus bases; se presentaron ante la sociedad con un símbolo tradicionalmente socialdemócrata, la rosa roja, que Márquez prometió convertir en revolucionario; y dejaron en el aire muchas de las decisiones operativas que afronta ahora la organización.

Una petición al Papa

Los cuadros de la recién nacida Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común celebraron ayer el viaje del Papa, que entre el miércoles y el domingo de la semana que viene visitará Colombia y mantendrá, en la ciudad de Villavicencio, un encuentro con víctimas del conflicto y victimarios. Al margen de la agenda de Francisco, la FARC considera que “la presencia del sumo Pontífice en Colombia es trascendental” y por eso solicitó la posibilidad de una entrevista con él, que las autoridades del país han, en cualquier caso, descartado de forma tajante.

Por ejemplo, la FARC no tiene todavía una ejecutiva definida. Los miembros de la dirección serán 111, la cúpula será un órgano colegiado, la figura de Timochenko seguirá siendo clave mientras Márquez -que en los ochenta ya fue congresista de la Unión Patriótica, una fuerza considerada brazo político de la guerrilla- irá adquiriendo protagonismo en el día a día. Pero formalmente no existe todavía una jerarquía En marzo de 2018, además, se celebran elecciones legislativas. El acuerdo de paz alcanzado hace un año con el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, garantiza al nuevo partido cinco escaños en la Cámara de Representantes y cinco en el Senado. Sin embargo, las listas todavía no están decididas.

Algunos de los principales dirigentes de la formación comparecieron ante los periodistas, con los que han comenzado a tratar con frecuencia cotidiana en los últimos meses, para dar cuenta de las conclusiones del congreso. Márquez estaba acompañado de exguerrilleros como Carlos Antonio Lozada, Pastor Alape o Pablo Catatumbo, mientras que Timochenko se ausentó para preparar el discurso de su mitin, en el que enfatizó: "No queremos una sola gota más de sangre por motivos polítcos",

Los portavoces de la FARC lanzaron algunos mensajes a los electores, que según algunas encuestas empiezan a ver la organización con mayor indulgencia, y a sus bases. Reiteraron su compromiso con una “vía exclusivamente política” a sus reivindicaciones, coincidentes con el ideario marxista-leninista y muy próximas al proyecto bolivariano de Hugo Chávez. Y aprovecharon el argumento de la crisis del sistema de partidos tradicionales, acosados por la corrupción especialmente tras el estallido del escándalo de Odebrecht, para exponer su declaración de intenciones. “Se puede abrir un horizonte de cambio en las condiciones de existencia de la vida del común”, aseveró Márquez, que apeló a una “coalición democrática de amplia convergencia” para hacer frente a lo que calificó de “deterioro evidente del régimen existente”. “Los poderes del Estado están mostrando como nunca niveles de crisis y descomposición”, agregó.

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La dirigencia de la FARC habló también a sus más de 7.000 exguerrilleros, que el pasado 15 de agosto culminaron la entrega de armas a la misión de Naciones Unidas en Colombia, para recordarles los retos del giro radical al que se enfrentan: “Se modificará la cotidianidad de los territorios sometidos a la violencia. Se transformará para bien la vida de los campesinos y de las comunidades rurales”. Esta circunstancia, el fin de la violencia, es una oportunidad sin precedentes ara construir un nuevo país y para el renacimiento del campo, golpeado por la guerra desde 1964. Pero también representa un salto al vacío para sus integrantes, que tras vivir décadas, en algunos casos, de espaldas a la sociedad se incorporan a la vida civil en medio de interrogantes. La gran mayoría de ellos asegura que se mantendrá vinculada al partido y tratará de guardar las esencias antisistema en las urnas. Esa es la promesa de Timochenko y de Márquez. “Sobre nuestra trayectoria histórica es que queremos concebir el carácter de nuestro partido; como un partido revolucionario”. De esos equilibrios entre las instituciones y la rebeldía depende el futuro de la organización.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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